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¿El orteguismo está agotado?

La prioridad para Arturo Cruz no es derrotar al orteguismo; es no afectar la economía. Separa política de economía, y tira la política a la basura

Fernando Bárcenas

4 de noviembre 2019

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Arturo Cruz, profesor del INCAE, embajador de Ortega en Washington de 2007 a 2009, sostiene en una entrevista a Esta Noche, el pasado 30 de octubre, que el orteguismo en Nicaragua está agotado. Y concluye, que de ello resulta la posibilidad de un cambio democrático de rumbo.

Cruz no usa un lenguaje político, con conceptos y categorías políticas. En consecuencia, sugiere significados propios sin rigor técnico, que abren campo a la ambigüedad. Para Cruz, el agotamiento de Ortega es como si el dictador hubiese salido a correr más de la cuenta.

Cruz pasa por un hombre muy conectado con los peces gordos que están informados de lo que ocurre en Washington. De manera, que tiene cierta influencia en ese mundo que se opone a las luchas de masas, y que cifran sus expectativas, pasivamente, en Washington.

¿Un régimen agotado puede socavar las bases de la sociedad?

Políticamente, no tiene sentido decir que un régimen está agotado. Porque el agotamiento es relativo. Un púgil agotado podrá seguir indefinidamente en el cuadrilátero si no tiene contrincante, o podrá recuperar fuerzas, de modo, que del agotamiento no resulta un obligado cambio democrático de rumbo.


Todo análisis político comienza por una evaluación del cambio en la correlación de fuerzas, y en esa relatividad dinámica del cambio radica la política. En la coyuntura actual, a partir de abril, la política debe evaluar por fuerza esa correlación cambiante, no sólo para prever las causas de sus flujos y reflujos, sino, para discernir tendencias, es decir, cómo cambia la composición social del movimiento y sus estrategias consecuentes. Cruz no lo hace, porque no es un político.

El mismo Cruz dice que, pese a que el régimen esté agotado, no hay salida sin presión. Y que ese agotamiento socava las bases de la sociedad. Contradiciéndose en ambos aspectos sin percatarse.

Dice Cruz que el orteguismo en Nicaragua está agotado porque, a su parecer, ha perdido toda su legitimidad, y lo único que tiene es la coerción y su base organizativa. No tiene futuro, agrega. Y entonces concluye que le ve posibilidad a un nuevo rumbo democrático. Es cuestión de tiempo, de mediano plazo, porque todavía tiene recursos para jugar en el corto plazo. Contradiciéndose, dos o tres veces más, sin darse cuenta. ¿Qué significa que Ortega no tiene futuro?

Keynes, respecto al futuro, se burlaba de los pronósticos sin método, expresando una tendencia irrefutable en el tiempo: “En el largo plazo –decía- todos estaremos muertos”. Keynes diría que lo que ocurra en el mediano plazo se construye con las políticas que se adopten en la actual coyuntura. Y sobre esas políticas, inmediatas, es que tendría sentido el debate. A mediano plazo, buena parte estaremos muertos.

Ortega nunca tuvo legitimidad y siempre usó la coerción, el fraude, y la compra de conciencias (incluso mientras Cruz fue su embajador). Lo que ha perdido, ahora, es la alianza con el gran capital, y la confianza de los poderes fácticos que se apartan de él al verle en crisis. La novedad principal, por supuesto, no es la ilegitimidad, sino, el rechazo combativo de la población a su régimen, luego que desató la represión brutal todavía en curso.

Cuando Cruz habla de mediano plazo no es porque haya descifrado una tenencia de desarrollo de lenta evolución (no habla de tendencias, como estaría obligado un científico social), sino, porque no ve nada a corto plazo. Si Ortega tiene recursos para jugar en el corto plazo (utilizando ese lenguaje ambiguo de Cruz), entonces…, lógicamente, por ello es que puede socavar a la sociedad, y no estaría agotado (al menos, no en el corto plazo). Y Cruz no dice siquiera cómo se agotaría en el mediano plazo, sólo espera que el tiempo produzca un cambio.

¿Qué nuevo rumbo? No se sabe, porque Cruz no hace análisis de tendencias, todo se lo deja al tiempo, en una economía oligarca, con remanentes precapitalistas que genera dictaduras.

¿Un nuevo rumbo es posible sin perspectivas políticas?

Ortega ha sufrido una derrota estratégica, pero, la ha sufrido por propia mano, de manera, que no está definitivamente derrotado, porque no existe una alternativa de poder que consolide su derrota día tras día.

El problema es que a Cruz el lenguaje ambiguo le permite encubrir un pensamiento confuso, incompleto, incoherente. Dice que le ve posibilidad a un nuevo rumbo democrático. Pero, por falta de método habla como un vaticinador de feria, que pronostica el futuro en las sobras del café. Antes dijo que cualquier cambio sería a mediano plazo. Pero, no describe las circunstancias que operarían en ese lapso de tiempo y que harían posible, entonces, el cambio de rumbo.

Nuevamente, un científico social se referiría a las tendencias de desarrollo de la realidad, y a la probabilidad de que, en esas circunstancias favorables (que tendría que describir), las luchas inevitables podrían desembocar en un cambio de rumbo, con la victoria de la nación. A menos que se crea, de forma chapucera, que los cambios ocurren de forma mecanicista, sin lucha alguna, a base de presiones y fuera de condiciones objetivas: es cuestión de tiempo, dice Cruz.

No hay reformas electorales, pero, para Cruz, se requiere un vehículo electoral…

Efectivamente, Cruz no vislumbra que Ortega esté dispuesto a facilitar una reforma electoral. Veo muy difícil –agrega Cruz, hablando como vidente- que en estos próximos meses les den (a los opositores) la legitimidad electoral que requieren, no lo veo en el horizonte.

A partir de ahí, un político serio se preguntaría qué alternativa tomar ante unas elecciones organizadas por Ortega, a su modo fraudulento. Es una pregunta táctica para enfrentar la táctica orteguista. La política obliga a la toma de decisiones tácticas.

Ciudadanos por la Libertad “es el vehículo electoral más seguro”, asegura Cruz.

El vehículo que se requiere (para usar el lenguaje de Cruz) es un vehículo de lucha, un partido revolucionario (que obviamente no es CxL), con el cual participar, también en el proceso electoral, como en un escenario confrontativo, con una estrategia combativa que con las movilizaciones de masas fortalezca la capacidad de infligirle derrotas tácticas a Ortega.

Dice Cruz: Mi gran temor es ¿Cómo presionar sin destruir?

Cruz se pone un dilema irracional. La prioridad –para Cruz- no es derrotar al orteguismo en Nicaragua, sino, no afectar la economía. Separa la política de la economía, y tira la política al cesto de la basura.

Las restricciones de la realidad

El gran temor de Cruz, es como preguntarse ¿cómo comemos la vaca sin sacrificar al pobre animal? El error metodológico consiste no sólo en que ve la economía como una actividad independiente de las contradicciones de la sociedad, peor aún, por encima de las contradicciones sociales y políticas. Sino, que Cruz, además, se separa de los dilemas de la realidad, e ignora las restricciones que afectan la toma de decisiones en las circunstancias concretas, para crear un dilema subjetivo irracional.

La forma de no destruir la economía orteguista (dado que no existe una economía a secas, como abstracción metafísica) es apuntalando al orteguismo. Generando confianza en el régimen. El problema irracional planteado por Cruz tiene una solución reaccionaria, antinacional: transformar la rebelión en apoyo al régimen dictatorial, para que florezca la economía deforme del orteguismo, que saquea a la nación.

Como en una infección, más tarda la sociedad en salir de Ortega y mayor es el daño irreversible para la sociedad: esa es la restricción del problema real. La tendencia, con el orteguismo en el poder, es a avanzar hacia una crisis humanitaria, y hacia la prevalencia de una criminalidad impune que ha sido armada por el régimen. De modo, que los derechos humanos es el gran temor esencial de la nación. Y la economía, destrabada de obstáculos precapitalistas y especulativos, podrá avanzar aceleradamente hacia un nuevo rumbo más humano.

La lógica opresiva del orteguismo en Nicaragua es estratégica

En algún momento –dice Cruz- Ortega va a tener que tomar una serie de medidas más sensatas desde el punto de vista de sus propios intereses.

He allí cómo ocurriría el cambio de rumbo, que Cruz no podía explicar: ¡por la sensatez final de Ortega! Es lo que Cruz pensaba al decir que era cuestión de tiempo.

Cuando la sociedad se ve envuelta en un conflicto político excluyente (y es obvio que la dictadura en este caso es excluyente), las decisiones –a uno u otro lado- no se pueden tomar en propio interés, sino, que se adoptan en función de la respectiva situación estratégica. Lo que hace un analista político, entonces, en lugar de expresar frases de Perogrullo, es ponderar metódicamente, de forma probabilística, la evolución bajo incertidumbre de la situación estratégica confrontativa.

La suerte del país, a corto y mediano plazo, depende de las próximas luchas de los trabajadores, que Cruz seguramente no ve en su horizonte desde su vehículo CxL. Y a las que indudablemente recriminará por su falta de moderación.

*El autor es ingeniero eléctrico


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