15 de enero 2016
Muchos han hecho la reflexión estos días sobre el grado de incredulidad y cinismo que permea a la sociedad mexicana a propósito de El Chapo. Ya disponemos de datos un poco más duros al respecto, aunque se trata de encuestas telefónicas —limitadas todavía a una clase media, cada día más ancha— con muestras pequeñas —400 a 500 entrevistas— y levantadas de botepronto: entre el 8 y el 12 de enero. Me refiero a la de BGC-Excélsior y de Reforma, publicadas lunes y miércoles, respectivamente. Con una diferencia —los de Reforma piensan que debe ser juzgado en México, los de Excélsior, no— ambas reflejan el mismo sentir de los mexicanos a los cuales su muestra representa.
Casi dos terceras partes de los entrevistados piensan que El Chapo se va a volver a fugar. Casi 60% manifestó una sensación negativa —enojo, desconfianza, indiferencia— ante su captura. Después de la detención de Guzmán, tres de cada cuatro mexicanos consideran que las cosas se le están saliendo de control al Presidente. Peor aún: 80% manifiesta que la recaptura es solo un cumplimiento del gobierno con su obligación, y 41% piensa que con la recaptura la violencia en México va a aumentar.
Con dedicatoria a la Secretaría de Gobernación y al Gabinete de Seguridad, dos terceras partes creen que la detención se debió a los descuidos de El Chapo, y solo 17% a la eficacia de las autoridades. Por último, según la más crítica de ambas encuestas, para Reforma la opinión del gobierno mejoró entre 23% de los mexicanos, empeoró para 31%, y con 42% permaneció igual. ¿Qué nos dicen estas cifras? Que el sentimiento de euforia expresado por las autoridades desde el primer minuto (Twitter, Himno Nacional diplomático, declaraciones de funcionarios y priistas) no es compartido por la población. Contrasta esto, por ejemplo, con las encuestas sobre la opinión de los norteamericanos con la caída de Osama Bin Laden.
El impacto sobre la popularidad y aprobación presidenciales, que pronto veremos medida por encuestas públicas o filtradas, será pequeño y efímero. Finalmente, volviendo a mi especulación de unos días atrás, la gobernabilidad de una sociedad tan escéptica, pesimista y "contreras" se antoja extremadamente difícil. En el fondo, dentro de sus excesos consuetudinarios y chocantes, el gobierno más bien tiene razón en mucho de lo que dice sobre El Chapo. La gente, calibrada por estas encuestas, no. Ahora cámbienle....