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El cambio azul y blanco: ¡Todos a una!

Porque queremos respirar es este libro. “Es una apuesta por una salida pacífica de esta dictadura”, afirman sus autores.

Nicaragua, el Cambio Azul y Blanco: Dejando atrás el régimen de Ortega.”

Luis Rocha Urtecho

3 de julio 2020

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“¿Quién es Fuenteovejuna?
Todo el pueblo, a una”
Fuenteovejuna, de Lope de Vega.

La pregunta de “¡Quién mató al Comendador?”, en el original de “Fuenteovejuna” (1619) de Lope de Vega, la he cambiado por “¿Quién derrocó al dictador?”, parodiando a Lope de Vega de esta manera:

“¿Quién derrocó al dictador?
Fuenteovejuna, Señor.
¿Quién es Fuenteovejuna?
Todo el pueblo, a una”

Último verso este, que popularmente también se transcribe “Todos a una”, que aquí en “Ninguna Parte” significa la unidad a la que tan extraordinariamente se convoca, explica y sostiene en este manual de historia muy contemporánea, para lograrla por medios cívicos y pacíficos, estupendamente sustentados con variados argumentos de peso e impecable documentación, y es por ello que también me he permitido la licencia del cambio ya mencionado de “derrocar” en lugar de “matar”, para estar más acorde con los sentimientos libertarios e igualmente pacíficos, que animan este comentario al libro “Nicaragua, el Cambio Azul y Blanco: Dejando atrás el régimen de Ortega”. Libro del que es coordinador y co-autor, Edmundo Jarquín Calderón junto con apreciados intelectuales y especialistas de las tallas de Julio Icaza, Elvira Cuadra, José Antonio Peraza, Silvio Prado, Octavio Enríquez, Wendy Flores y Enrique Sáenz. Este texto, tan esperado por su necesidad política y social, Cristiana Chamorro lo calificó como “una propuesta de unidad nacional, en forma pacífica y no violenta”, a través de elecciones transparentes. Y si hablamos de elecciones, en esta agenda de vida no hay “matar” que valga, pues ese oficio, como se demostrará, es de los Caínes que saldrán derrotados.


Mundo Jarquín no quiere quedar ni que quedemos con deudas que pagar, por una omisión voluntaria –presencial– a esta alturas inaceptable, y en su artículo “¿Entrar o no en el juego de Ortega?”, lo dice claramente: “Aparecer faltando a la unidad de la oposición, independientemente de las razones que se tengan y pueden ser muy buenas, inevitablemente se paga.” El avance hacia la unidad, a la que sin tapujos se alienta desde estas páginas, es del todo o nada. Nosotros somos el todo, y no es vanidad sino necesidad decirlo por respeto al pueblo, pues si en una balanza se colocaran los ideales de los jóvenes que en abril y mayo de 2018 plantearon al país y ante el mundo un novedoso escenario político, en el que muchos ofrendaron sus vidas por la Patria y quienes sobrevivieron lo hicieron habiendo demostrado que sin “matar”, siempre estuvieron dispuestos al sacrificio supremo, no cabe duda que hoy esta balanza se inclina por la vida, y la otra, la de la nada, por la constante represión y muerte para quienes buscan libertad ,es decir, se inclina por la nada. Parece mentira, pero 50 años después, la rebelión de abril y mayo de 1968 en Francia, la de “prohibido prohibir”, se queda corta ante la nuestra de abril y mayo del 2018, la de “me duele respirar”.
Porque queremos respirar es este libro. “Es una apuesta por una salida pacífica de esta dictadura”, dicen sus autores.

En Fuenteovejuna se unió todo un pueblo contra la tiranía del Comendador, y como la justicia se hizo de la mano colectiva, de la unidad, “todos a una” quedaron libres, que significa que todos fueron artífices de esa libertad. A propósito, dijo Albert Camus: “La libertad no es un regalo que nos de un estado o un jefe, sino un bien que se conquista todos los días, con el esfuerzo de cada individuo y la unión de todos ellos.”

Volvamos a peguntarnos ahora: “Quién es Fuenteovejuna?/ Todo el pueblo a una” Yo creo que a ese pueblo lo reencontraremos, como un reto a nuestras conciencias, leyendo este libro. Luis Aguilar cita a Marx Weber en su comentario “Max Weber: Modernidad y racionalidad”: “La política consiste en reinventar lo imposible y, más aún, en eso consiste y se nos va la vida.” Finalizo consciente de que “Nicaragua, el Cambio Azul y Blanco” es una fuente de ideas democráticas para ya y para el futuro. Hace poco Mundo Jarquín citó al historiador costarricense Víctor Acuña, y al referirse a lo que Acuña afirmó sobre nuestra crisis de hace dos años, dijo que se trataba de una expresión formidable. Coincido con ellos: “Si en el presente Nicaragua ha transitado del futuro al pasado, también es posible que próximamente se encamine del pasado al futuro.”


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Luis Rocha Urtecho

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