3 de enero 2019
Edelberto Torres Rivas (muerto el último día del año 2018 a sus 88 años de edad) no sólo fue uno de los principales sociólogos de América Latina, sino un hombre excepcionalmente generoso, una especie de Rey Midas de la bondad y la inteligencia: lo que tocaba lo convertía en conocimiento, en alegría, en energía creativa.
La enorme tristeza que nos embarga a tantos por su muerte, sólo se compensa por el enorme honor de haberlo conocido y gozado de la amistad de una las personas más dignas e inteligentes de nuestra querida Centroamérica.
Lo conocí desde niño pues su padre, Edelberto Torres Espinoza, el autor de ese libro fantástico llamado "La dramática vida de Rubén Darío" (la mejor biografía jamás escrita del poeta) y mi padre, Alberto Ordóñez, fueron muy amigos. Y, además, fueron fundadores de la Legión Caribe, ese mítico movimiento gestado por una serie de intelectuales de la Centroamérica de 1940 decididos a derrocar a los dictadores de Centroamérica y las Antillas (Trujillo, Ubico, Somoza, etc.). La Legión Caribe ayudó a Figueres a conseguir muchas de sus armas para la Guerra Civil 1948 en Costa Rica
Su hijo, Edelberto Torres Rivas, se constituyó desde mediados de 1960 como una de las figuras pioneras y definidoras del análisis sociológico en esta región del mundo. Desde muy joven, a inicios de la década de 1950, formó parte del equipo de cientistas sociales que al alero de la CEPAL-- dirigida por el gran Raúl Prebisch-- fundaría en Chile la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y le daría orden sistemático a los estudios socio-económicos en nuestros países.
Su magnífico texto "Interpretación del desarrollo social centroamericano: proceso y estructuras de una sociedad dependiente de 1971" y, posteriormente, de 1983, " Problemas en la formación del estado nacional en Centroamérica", constituyen dos de los libros más importantes para cualquiera que intente entender la historia, la economía y del poder político en nuestros países.
Adicionalmente, Edelberto fue coautor y coordinador en 1990 de la "Historia General de Centroamérica", la compilación más profunda y ambiciosa publicada hasta ahora de la evolución de nuestros países, en la cual también participaron algunos de los historiadores más destacados del istmo: Julio César Pinto Soria, Héctor Pérez Brignoli y Víctor Hugo Acuña.
Edelberto Torres fue, además, uno de los seres humanos más dignos y honorables que conocí. Por varios años, nos hizo el honor de formar parte del Consejo Consultivo del Instituto Centroamericano de Gobernabilidad (ICG), el cual he dirigido por más de dos décadas. Dejó amigos no únicamente en Guatemala y Nicaragua (sus dos patrias directas), sino además en Costa Rica, donde vivió muchos años y en toda nuestra América Latina. Quien le conocía, le quería.
Edelberto y las botellas de vino
Permítaseme terminar esta nota con una anécdota simpática. Edelberto era un hombre riguroso, pero con un sano epicureísmo: gozaba de la buena comida y el vino. Por muchos años, cuando tenía que contratarlo para hacer algún trabajo en algún país de Centroamérica o América Latina, invariablemente me decía: ¨a los amigos no se les cobra. No te voy a cobrar nada. Nada más invítame a cenar, con una buena botella de vino¨. Era un sibarita comedido, simpático, culto.
Y así lo hice durante muchos años. Tuve el honor de cenar muchas veces con Edelberto aquí y allá (desde la zona Rosa de Ciudad Guatemala hasta San José o Lima), siempre con una buena botella de vino. Prefería el Rioja, tinto, con mucho cuerpo, o un Ribera de Duero, o hasta un mendocino. ¨El vino es importante, agudiza la inteligencia—me decía, con esa sonrisa divertida que tenía—claro, hasta la cuarta o quinta copa….!”