23 de abril 2020
Chichiltote versus coronavirus
El coronavirus es duelo congelado;
deudos de familiares, insepultos.
Es la espera del repunte de la maldad,
de quienes no confían en la esperanza.
Es el fariseísmo. Es el fantasma
que puede vencerse. El vuelo negro
del pájaro del engaño y malos augurios,
infectado, bajo el cielo va de picada.
La dictadura ausente en la necesidad
pero presente para aumentar el dolor
del pueblo. Sepulcros blanqueados.
Desamparo de justos; ilusión de corruptos.
El contagio permanente ocultándose.
El silencio putrefacto de sus palabras
es la imagen de asesinos en un espejo
que siempre dice la verdad.
El espejo que no sabe mentir.
El espejo que condena y que no es
el reflejo de un antiguo cuento
sino que el comienzo
y final de esta historia.
El exorcismo del coronavirus
es la luz de un pájaro
y su estridencia de colores.
La incomparable combinación
de un negro anaranjado.
Negro contra la muerte.
Naranja para la vida.
Fruta que vuela jugosa
el Chichiltote, alegría en vuelo
es su anaranjado acrílico.
Su negro es libertario
con melancolía pero sin tristeza.
Un blues, un canto espiritual
que a dúo con una antigua balada
nuestra, nos lleva de vuelta
a la profundidad de la vida.
A la raíz de volver a nacer.
Aullido covid-19
Un perro estremece la noche
con su aullido lastimero.
¿Será un perro abandonado
a su perra suerte?
Se abren las ventanas
del vecindario
desde donde me gritan:
Vete a la mierda desgraciado;
se me queda dentro aquel aullido
y la sombra desamparada
de aquel perro
ladrándole a mi alma.