20 de junio 2023
Aquí, todos sabemos de cual dictadura se trata. Y lo sabe todo el mundo también por el mensaje que la dictadura mandó el exterior con centenares de ciudadanos despojados de su nacionalidad, de sus bienes y de todos sus derechos humanos; por ello, es inexcusable la actitud del presidente Lula de poner en dudas esas crueldades, y pida a la comunidad internacional que solo le reclame la “normalización de la democracia” en Nicaragua.
Pero… ¿cómo puede normalizarse lo que ha dejado de existir, estimado Lula?
Inexcusable es también que, habiendo sido Lula víctima de una conspiración mediática de la derecha para llevarlo a la cárcel por defender derechos sociales en democracia, no quiera ver lo hace toda dictadura.
Es tres veces inexcusable que, habiendo sido su camarada Dilma Rousseff víctima de un “golpe de Estado suave”, Lula ponga en duda lo que la dictadura Ortega-Murillo está cometiendo: un permanente golpe de Estado contra nuestra Constitución Política y otros delitos de lesa humanidad que ni siquiera la dictadura militar fascista cometió en Brasil.
Con la información en el mundo de ahora, estimado Lula… nada de las cosas públicas puede ser ignorado. Nadie desconoce tampoco, que aquí hay una dictadura con carnet de “izquierda” con prácticas represivas que los tres Somoza no practicaron en su dictadura de 45 años.
II
Para darle un ámbito histórico del cual viene y se mueve nuestra realidad, recordemos que, en nuestro país, hay tendencias, corrientes y matices de derechas e izquierdas, como en todo el mundo, las cuales se conocen no por el rótulo que se cuelgan, sino por sus prácticas políticas. Incluso, quien se considera independiente, pero tiene mediana cultura e información política, sabe que representan los mencionados sustantivos derecha e izquierda los que determinan las conductas.
A esto podríamos llamar la individualidad de las concepciones de izquierdas y derechas de cada quien; sin embargo, no ha sido obstáculo para la asociación de intereses e ideas para librar las luchas por derechos colectivos, o comunes, frente al poder económico y político de las clases dominantes, y para defenderlos cuando ya fueron conquistados.
Aunque asociarse para conquistar y defender intereses comunes es propio de pobres y de ricos; y, en el proceso de las luchas sociales, se les impone por igual la necesidad de unificar fuerzas e ideales –de izquierda o derechas—; es una ley objetiva de la cual solo puede escaparse quien traicionan intereses comunes, que es igual que traicionarse así mismo; esto vale para todas las clases, todos los países y todas las sociedades.
Pero la comunidad de intereses e ideales –de izquierdas y derechas— no quiere decir que pueda haber un pensamiento único, y es precisamente, el tratar de dar vida por la fuerza a esta imposibilidad, es cuando surgen las dictaduras de ambas tendencias.
III
En todos los casos prevalecen múltiples diferencias entre un país y otro, entre una sociedad y otra; ya se sabe, diferencias de desarrollo histórico en lo económico, lo social, político y cultural, lo cual no admite comparar experiencias de forma mecánica, porque siempre será determinante lo autóctono, lo propio, lo particular de cada país.
En nuestra realidad, han existido tendencias políticas de derechas tradicionales (libero-conservadoras) con una influencia dominante sobre la sociedad; y hay tendencias de izquierdas de tardía aparición, cuya influencia en la sociedad es menor. Como si esto fuera poco, las izquierdas son más diversas que las derechas, porque estas son más compactas, porque nacieron y crecen inseparables de todas las formas de propiedad: del poder político, la tierra, las empresas, el comercio nacional e internacional, la educación, la salud, etcétera.
Con esas particularidades se ha desarrollado la lucha política en torno al poder, con ventajas de las derechas; pero estas se debilitaron por sus contradicciones políticas con la dictadura somocista, y esto dio oportunidad de crecimiento a las izquierdas.
IV
Durante el somocismo, un sector de la burguesía se divorció de los partidos tradicionales de derechas, organizaron nuevos partidos y pasaron a formar parte de la oposición antidictatorial, y después fueron discrepantes con el gobierno de la revolución; y en los años ochenta, una parte de esta derecha estrechó vínculos con la contrarrevolución.
En las corrientes políticas de izquierdas y derechas hubo dispersión, discrepancias ideológicas y tácticas hasta llegar a cierta unidad en las movilizaciones de condena al asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, y después durante las insurrecciones (80 y 79); en los ochenta surgieron nuevas contradicciones en las izquierdas y derechas; a mediados de los noventa hubo una ruptura entre sandinistas, las cuales se ampliaron en el nuevo siglo, y mucho más desde 2018.
Antiguos revolucionarios sandinistas, ya convertidos en propietarios del poder y de parte de la riqueza nacional, pasaron a tener actitudes y posiciones de derechas mientras la disidencia sandinista pasó a integrar otras opciones políticas de la oposición democrática.
Por su parte, políticos identificados por origen social como de derechas pasaron a tener posiciones democráticas cuestionadoras del poder dictatorial y, de hecho, estos y los disidentes sandinistas han acercado posiciones y acciones en la lucha por los derechos y libertades conculcadas por la dictadura de derechas en que se ha convertido el poder de la burguesía orteguista.
Como colofón, se ha producido un fenómeno singular: los dictadores, sus familias y acólitos de clases media y baja utilizaron el poder para enriquecerse, convirtiéndose en la nueva burguesía y, por lo tanto, en una nueva fuerza política de derechas.
V
Este fenómeno político ha dado otro matiz a la oposición política anti dictatorial, cuyos componentes se identifican en la lucha por los objetivos democráticos atropellados por la dictadura dentro de su diversidad, y son reprimidos por igual. La diversidad ideológica de la aposición ha constituido un obstáculo para lograr la unidad en la acción por los personalismos, los egos crecidos y otros anti valores que son normales en toda empresa política multiclasista, pero superables cuando se adoptan actitudes patrióticas racionales.
Esta situación se complica, porque desde fuera de la aposición se hace labor contra la unidad en la acción; los anti valores se mezclan con los intereses de quienes no comparten el patriotismo ni la sinceridad de los auténticos opositores, sea porque no les afecta el sistema represivo imperante, porque no hacen nada importante frente a la dictadura, o porque la actividad divisionista aporta algún beneficio económico.
Se exalta las diferencias, crean mutuas desconfianzas, interpreta torcidamente cualquier actividad, divulga dudas sobre una u otra línea política opositora, descalifica al liderazgo por todo. Como cobertura, reclaman “mayores acciones contra la dictadura y menos discursos”.
Con un poco de atención a este asunto, de descubrirá que las trabas para la unidad en la acción, además de la diversidad política ideológica, está la sopladura de bulos y la alimentación de mezquindades individuales.
VI
No obstante, el origen y la composición de la derecha nicaragüense se diferencia de cualquiera otra derecha en el mundo, porque ha perdido vínculos políticos, sociales y hasta religiosos con las oligarquías; no es extremista en ningún caso que tenga que ver con la realidad y el futuro de Nicaragua, y comparte los objetivos democráticos de los otros sectores políticos frente a la dictadura, todo lo cual la hace menos vulnerable a las provocaciones divisionistas.
Dentro de la Iglesia católica, una corriente progresista y otra corriente conservadora. Esto existe desde antes, durante y después de la revolución popular sandinista; en estos períodos, hubo sacerdotes combatientes que pregonaban la teología de la liberación; sacerdotes que sufrieron represión institucional católica, porque eran ministros del Estado revolucionario; también hubo y aún hay sacerdotes cultivadores de ideas religiosas elitistas, tradicionalistas y reaccionarias.
Esta corriente progresista dentro de la Iglesia católica es consecuencia de la ruptura con la tradición colonialista, la decimonónica y la primera parte del siglo XX, cuando se arreciaron las contradicciones con el régimen somocista; en este nuevo siglo, en especial después de las masacres de 2018, emergió una pléyade de obispos y sacerdotes que reclama justicia y libertad para todos.
Su valentía frente la represión de que son objetos, inspira a las fuerzas democráticas opositoras. Esta es una particularidad de la política nicaragüense. Esto inquieta a la dictadura y de ahí su interés de provocar el divisionismo que hasta ahora ha frenado la unidad en la acción.
Al margen de estas cuartillas
*La dictadura Ortega Murillo, ha relevado a la extrema derecha tradicional en lo político y en lo religioso…
*En lo político, ha tomado medidas represivas que ni el somocismo tomó, como desnacionalizar opositores, exiliarlos, confiscarlos en masa, etcétera…
*El relevo en lo religioso lo han hecho ejerciendo acciones pastorales, emitiendo sus propias homilías… y todo por la gracia de Dios y de la Virgen…
*Han cooptado a obispos y sacerdotes de extrema derecha, quienes hacen propaganda oficialista y guardan silencio ante la represión de sus hermanos…
*Guardan silencio sepulcral ante la cárcel y condena del obispo Rolando Álvarez y de otros sacerdotes expatriados y víctimas de todas las medidas draconianas…
*La derecha en el poder con carné de “izquierda”, es otra particularidad nicaragüense.