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Desde un sofá feminista

Misoginia es un sentimiento de hostilidad hacia la resistencia que tenemos muchas mujeres hacia el ideal del amansamiento femenino visto como "lo natur

Fragmento de Susana y los viejos es un cuadro de la pintora italiana Artemisia Gentileschi. Confidencial | Agencias

Gloria Ruiz Meléndez

6 de enero 2018

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Primero que todo, aunque la misoginia se vista de intelectualidad argumentativa, misoginia se queda. Misoginia, en este caso no es siquiera un odio literal hacia las mujeres, los cuales muchos sienten, sino un sentimiento de hostilidad hacia la resistencia que tenemos muchas mujeres hacia el ideal del amansamiento femenino visto como "lo natural". Vivimos en un mundo en el que las mujeres son vistas como seres sobrenaturales y misteriosos, y a la vez como bestias mitológicas maliciosas.  Todo lo que se asocia con lo femenino es oscuro y hasta místico. Negativo, incluso. La femineidad es un performace, eso es siempre lo que he pensado, pero rechazar la femineidad por completo es estar contra la mujer en sí. He ahí una de las grandes disyuntivas del feminismo y las raíces mismas de la homofobia hacia los homosexuales afeminados y las mujeres transgénero, pensar que quien renuncia a su posición "superior" de masculinidad genera disgusto e ira; ya que es visto casi como un renunciamiento a su humanidad misma.

Dicho esto, pensar en "el feminismo" como una sola filosofía es pensar que todas las mujeres tenemos una sola experiencia. Los feminismos son plurales y diversos, convergiendo y divergiendo entre ellos, porque parten de la experiencia de cada mujer desde su etnia, raza, localización, entre otros. De hecho no todas estamos de acuerdo e invito a los lectores a familiarizarse con las distintas corrientes feministas, como el feminismo islámico, el feminismo negro, el feminismo indígena, feminismo radical, entre otros. Una muchacha africana que lucha contra la mutilación genital femenina es tan feminista como una latina doctorándose en Princeton en Women Studies, por mucho que arda a algunos.

Lea también: Una defensa de la mujer desde el antifeminismo

Además existe un cuestionamiento de clase hacia muchas feministas inherente de nuestra situación de país centroamericano con una clase media mínima. Somos nosotras, las mujeres con educación superior y accesos a recursos, las que nos hemos dedicado a teorizar y extender nuestros puntos de vista por muchas plataformas que han sido una gran oportunidad para no ser silenciadas. Tumblr, Twitter, Facebook se han convertido en grandes repositorios de conocimientos pasados de “boca en boca” de mujeres a mujeres para mujeres. Si la sociedad me hizo mujer, podría decir que entre el bilingüismo y el Internet me hicieron feminista; y cosechamos los frutos de esos microfeminismos en el lenguaje y expectativas que lentamente van cambiando en nuestro relevo generacional. Los cambios estructurales son tantos y tan diversos que todas estamos construyendo nuevas posturas, incluso cuando nos hacemos selfies en una marcha, o cuando damos palabras de solidaridad por mensajes privados en Twitter.

El miedo es algo que une a todas las mujeres. Una paranoia que siempre está presente cuando salimos a la calle porque nunca tenemos garantía de volver ilesas a casa. Y esto es desde mi experiencia en el país más seguro de Centroamérica, siendo clase media, de esas que dirán son "feministoides", "feministas de sofá" o que simplemente se quejan del gusto.

Es divertido que los hombres llamen "feministoides" a las mujeres como una respuesta inmadura al rechazo, ya que de repente comenzamos a manifestar que no nos interesa su atención como validación de nuestra identidad, y que nuestro papel de pasividad perpetua ya nos está quedando chiquito. Parece que no se dan cuenta de cómo se critica el feminismo "de sofá" por la misma razón que se critica a las mujeres en general, por no caber en los cánones inalcanzables de la perfección en todos nuestros roles, por no ser la madre perfecta, por no ser la esposa perfecta, no ser la feminista perfecta, y todavía, macabramente, por rara vez ser las víctimas perfectas. La gente no solo cree que el feminismo es una suerte de intento de dominación tiránica de mujeres hacia los hombres porque el arribismo es tan inherente en nuestra cultura machista que la inversión de roles se ve como la única posibilidad de un cambio. Parece que una situación de equidad es totalmente imposible de visualizar en nuestra sociedad actual porque siempre alguien tiene que ser el perdedor o perdedora. El feminismo ofende al patriarcado porque la masculinidad entra en crisis de identidad. El patriarcado teje aislamiento y competencia, pues sabe que las mujeres florecemos en solidaridad y comunidad.

El feminismo, a pesar de lo que piensan muchos, sí involucra a los hombres. Al menos el feminismo al que yo me suscribo personalmente se niega a ver a los hombres como animales violentos incapaces de controlar sus impulsos. Me parecen, más bien, víctimas de su propio juego. Les enseñamos a los niños a dominar, a ser violentos, le castramos a los niños la sensibilidad hacia los demás, les inculcamos que la tristeza es penosa y débil y que la única emoción adecuada es la ira. No es una sorpresa que las mujeres sean estadísticamente más diagnosticadas de depresión, pero que los hombres se suiciden cuatro veces más que ellas. Tampoco es una sorpresa que la mayoría de las víctimas de muertes violentas, desde accidentes de tránsito fatales hasta homicidios sean hombres. Hombres matando hombres. Hasta el fenómeno del femicidio es un síntoma de la violencia que el machismo ejerce sobre los hombres, incapaces de tolerar la humillación, o el rechazo, o el abandono, roban la vida de lo que piensan que les pertenece, que no es solo la mujer de carne y hueso sino sus adentros, su esencia.

Muchos hombres temen que de ser exitoso el feminismo, las mujeres no los necesitarán más ¿qué pobreza de espíritu podrán tener estos seres que piensan que no tienen nada más que ofrecer que bienes materiales o estatus? No es casualidad que los hombres sufran una mayor tasa de adicciones cuando la mayoría ha sido enseñado a no mostrar debilidad. Pero al calor de los tragos vienen el llanto, las caricias entre amigos y las palabras de afecto, que serán negadas o minimizadas en sobriedad. ¿Por qué se espera que un hombre que compitió por mujeres y declaró su hombría por medio de la promiscuidad permisiva de la masculinidad tóxica, de repente siente cabeza y se convierta en un padre monógamo y paciente que guíe positivamente a una próxima generación? ¿Por qué seguimos culpando a las madres de transmitir el machismo en un mundo en el que, para comenzar, muchas maternidades son impuestas, mucha educación es negada, la violencia económica es rampante, y muchas son abandonadas por los padres de sus hijos, lo cual está normalizado en nuestra sociedad? ¿Cómo pedirle a estas mujeres que tengan el tiempo, entre el trabajo laboral y el trabajo doméstico y crianza, de sentarse a pensar en los paradigmas que tiene que romper en la crianza de sus hijos? La ignorancia de muchas mujeres sobre sus derechos no quiere decir que no los anhelen, sobre todo en los estratos sociales donde es un verdadero sacrificio dar cualquier tipo de educación formal a los niños y las niñas, y muy difícil romper el círculo de la pobreza.

"Una muchacha africana que lucha contra la mutilación genital femenina es tan feminista como una latina doctorándose en Princeton en Women Studies"

¿Dónde estaría la humanidad si no se empeñara en desgastar energías en anular a la mitad de la población, en un mundo donde no fuese más importante el orgullo masculino que el progreso?

Es casi ofensiva por definición una opinión contra el feminismo basada en la no experiencia de la feminidad, sobre todo desde una persona con posición de privilegio. Honestamente, muchas como yo estamos claras que pedir que la mayoría de los hombres entienda o quiera entender la experiencia femenina es pedir demasiado. Hombres feministos son casi un oximorón por definición y la verdad, no es la manera en la que los hombres pueden alzarse a abrazar esta revolución, que podría ser la mayor revolución del siglo XXI. No les pedimos que vayan a nuestras marchas, o que lean toda la literatura que producimos, o nuestro arte, o que se feminicen. Lo que necesitamos de ustedes es que nos escuchen, nos crean, se cuestionen, y respeten nuestra humanidad y dejen de condicionarla.

Tal vez juntXs, algún día, con este mar deshilachado de deconstrucción humana lograremos tejer un nuevo y mejor tapiz.


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Gloria Ruiz Meléndez

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