15 de septiembre 2020
Con la marcha de los ejércitos aliados desde León hacia Granada, el territorio bajo control y radio de acción de Walker comenzó a reducirse a los departamentos de oriente del país (Masaya, Granada y Rivas).
Las dos batallas de Masaya
El general Belloso se enteró de la victoria en San Jacinto al llegar a Managua, y continuó rumbo a Masaya, donde Walker se había atrincherado. Evitando un combate desventajoso, Walker se replegó temporalmente a Granada para fortalecer sus defensas al mismo tiempo que planificó una contraofensiva.
El 2 de octubre, Belloso ocupó pacíficamente Masaya, pero Walker atacó la ciudad el día 12. Mientras se producían los combates, las tropas de Zavala, apoyadas por nicaragüenses al mando del coronel Estrada, desde Diriomo decidieron atacar Granada por el lado de Xalteva. Este ataque obligó a Walker a abandonar Masaya por segunda ocasión y retornar a Granada. Recuperó la ciudad el 13 de octubre y obligó a las tropas de Zavala a replegarse nuevamente a Diriomo.
El 15 de noviembre de 1856, Walker volvió a atacar Masaya, controlando una parte de la ciudad. Después de tres días de combate, incendió la parte sur, incluidas las iglesias de San Sebastian y Santiago. El día 19 de noviembre, las tropas de Walker fueron forzadas a retirarse otra vez a Granada, sufriendo más de 150 bajas
Incendio y batalla de Granada
Ese mismo día, debido a la superioridad numérica de los aliados, Walker comprendió que la defensa de Granada podía ser la tumba de su ejército, ordenó la retirada de la mayoría de sus tropas en los vapores para defender la vital ruta del tránsito, que era su fuente de abastecimiento y retaguardia. El 22 de noviembre, Walker ordenó a Charles Frederick Henningsen incendiar Granada, el peor castigo para los legitimistas. Todos los objetos de plata de las Iglesias fueron saqueados. Se dirige a Rivas, que acababa de ser ocupada por las tropas del general Jose Maria Cañas, apoyado por tropas de Máximo Jerez.
El 24 de noviembre los ejércitos aliados entraron a Granada, pero Henningsen presentó una resistencia formidable en los alrededores de las iglesias de San Francisco y Guadalupe, teniendo lista una ruta de escape por el lago. En dos ocasiones, los ejércitos aliados le ofrecieron respetarle la vida a cambio de la rendición, pero Henningsen las rechazó. Walker observó impaciente el desarrollo de la batalla desde los vapores en el lago. Al final, después de 22 días de sangrientos enfrentamientos, desembarcó para socorrer al sitiado Henningsen, quien tuvo que replegarse con sus tropas en el vapor La Virgen.
Costa Rica entra nuevamente en la guerra
Superando algunas divisiones, el 10 de Octubre el Congreso de Costa Rica autoriza al presidente Mora reanudar “la guerra contra los invasores extranjeros en unión de los Estados de Centro-América, aliados de Costa-Rica, en defensa de la independencia y la integridad del territorio Centro Americano”
Mora envió tropas al mando del general José María Cañas a Rivas. La primera avanzada costarricense fue derrotada por los filibusteros en San Juan del Sur, un punto clave de la ruta del transido.
Sin embargo, en diciembre de 1856, tropas costarricenses propinaron un golpe espectacular: se apoderaron del puerto lacustre de San Carlos, capturaron varios vapores (con la venia de Vanderbilt, quien se oponía a Walker) y tomaron posiciones a lo largo del rio san juan, ejerciendo un control estratégico sobre la ruta de tránsito y una gran parte del lago, cortando las rutas de abastecimiento de Walker. Este episodio decidió prácticamente el futuro de la guerra.
Debilidades y contradicciones del alto mando aliado
En el transcurso de la guerra, el ejercito aliado mostró muchas debilidades. A pesar del acuerdo tripartito, nunca hubo un mando militar unificado entre los ejércitos centroamericanos, que definiera la estrategia global para ganar la guerra. Esta ausencia de un mando capaz quedó evidenciada en los combates de Masaya y Granada. En la batalla de Granada, a pesar de la superioridad numérica, los aliados sufrieron cuantiosas bajas y Henningsen logró escapar
Al finalizar la batalla de Granada, el general Belloso, muy molesto se retiró a Masaya, León y después a El Salvador, dejando al mando de las escasas tropas salvadoreñas al general Indalecio Cordero. Belloso acusó de insubordinación a los generales Zavala y Martinez. Los pleitos internos en el alto mando pusieron en peligro el futuro de la guerra.
El 16 de enero de 1857 el general Jose Joaquín Mora viajó a Granada, y sin bajarse del vapor, se reunió con los generales legitimistas Fernando Chamorro y Tomas Martínez, el guatemalteco Joaquin Zavala y el costarricense Jose María Cañas, para elaboran un plan para tomar por asalto san Jorge y La Virgen. Estos le ofrecieron que asumiera el alto mando aliado, pero Mora se negó.
En medio del caos y la desconfianza, el general hondureño, Florencio Xatruch, asumió el mando como Comandante en Jefe del ejército aliado compuesto en ese momento por unos 2500 hombres (1300 guatemaltecos, 200 hondureños, 500 costarricenses y leoneses, y 500 legitimistas).
La tercera batalla de Rivas
El primer combate contra los filibusteros se produjo en El Obraje, pero estos retrocedieron y Walker concentró sus tropas en lo que seria la tercera batalla de Rivas. Henningsen atacó las posiciones enemigas en San Jorge, pero no logró avanzar. Walker marchó hacia San Juan del Sur esperando refuerzos que no llegaron en las cantidades esperadas, inició un asalto contra San Jorge, pero también tuvo que retroceder.
Todo el mes de febrero de 1857 los aliados están prácticamente a la defensiva, defendiendo posiciones conquistadas, pero sin avanzar ni buscar al enemigo. En la hacienda El Jocote, el general Fernando Chamorro asestó una primera derrota (la segunda victoria de soldados nicaragüenses en el transcurso de la guerra) al coronel William H. Caycee. Walker envió al general Eduard Sanders con 160 rifleros para contraatacar, pero también fueron derrotados. El general Xatruch atacó Rivas para distraer a Walker y evitar el envío de más tropas filibusteras que aplastaran a los patriotas en la hacienda El Jocote.
Walker se mantenía siempre a la ofensiva y en constante movilidad. El 16 de marzo atacó nuevamente San Jorge, buscando como tener acceso al lago, pero tuvo que retroceder. En el camino enfrentó a las tropas de Máximo Jerez, pero logró ingresar a Rivas. Dos días después, el general Jose Joaquin Mora desembarcó en San Jorge con cerca de 600 soldados costarricenses, sustituyó al general Xatruch y tomó el mando como General en Jefe de los ejércitos aliados.
Las tropas aliadas atacaron Rivas, pero Walker repelió la embestida. La artillería de Henningsen logró contener la infantería aliada. Nuevamente Henningsen se destacó como el mas brillante estratega militar filibustero.
La cuarta batalla de Rivas y la mediación de Charles Davis
El 11 de abril de 1857, se produjo la cuarta y última batalla de Rivas que terminó nuevamente con una derrota aliada, quienes no pudieron desalojar ni aniquilar a los filibusteros, aunque Walker estaba resistiendo bajo un cerco cada vez más estrecho, sin mayores perspectivas de triunfo. En realidad, luchaba solo para crear condiciones favorables para su salida.
Desde el 6 de febrero de 1857, la corbeta norteamericana St. Marys estaba anclada en la bahía de San Juan del Sur, al mando del comandante Charles Henry Davis, quien tenía instrucciones precisas de proteger a los ciudadanos norteamericanos y, obviamente, entre ellos estaban Walker y su pequeño ejército.
El comandante Davis se entrevistó con Walker el 18 de febrero, también conversó por separado con los generales aliados, quienes los recibieron amistosamente. Estas incipientes negociaciones incidieron en la falta de voluntad del mando aliado para aplastar a Walker. Todos querían una rápida conclusión de la guerra.
El 15 de abril los aliados tomaron San Juan del Sur, cortando definitivamente cualquier abastecimiento para Walker, entonces Davis intervino como mediador, tomando el control militar de la zona. A finales de abril, Davis consideró que la posición de Walker era insostenible.
El 29 de abril, tras reunirse con el general Mora, por un lado, y con Henningsen y el general William Waters, por el otro, logró la firma de un acuerdo para poner fin a la guerra. El 1 de mayo de 1857, William Walker y su diezmado ejército filibustero no se rindieron ante los ejércitos centroamericanos, sino ante un militar del gobierno de Estados Unidos, quien lo protegió hasta embarcarse, con todas sus tropas, caballos y pertrechos militares. rumbo a Panamá y después hacia Estados Unidos, donde fue recibido como un héroe.
El fusilamiento de Walker
Al dejarlo con vida, Walker reorganizó sus fuerzas en el extranjero e intentó apoderarse de Nicaragua en tres ocasiones más, hasta que fue capturado cerca de la isla Roatán, en el caribe hondureño, por el capitán de la marina inglesa, Northwen Salmon, el 3 de septiembre de 1860, quien lo entregó a las autoridades de Honduras. Sin vacilar un instante, su presidente, general Jose Santos Guardiola, acérrimo enemigo de Walker, ordenó un juicio sumario y este fue fusilado el 12 de septiembre de 1860, en el puerto Trujillo, cuatro años exactos después de la firma del pacto providencial.
La Guerra Nacional (Ultima parte)
Lea la Primera Parte: El ascenso de William Walker
Lea la Segunda Parte: La guerra centroamericana contra los filibusteros
Lea la Tercera Parte: La batalla de San Jacinto