28 de octubre 2024
Es una verdad indiscutible que por el hecho de protestar masiva pero pacíficamente, los Ortega Murillo mandaron a asesinar a centenares de nicaragüenses desarmados, resultando además, miles de heridos. Nadie en Nicaragua había mandado a asesinar, con disparos de francotiradores, a tantos jóvenes y niños ni había encarcelado y ordenado torturar a tantos jóvenes, ni tenido tanto desprecio e indolencia por las madres y familiares de los asesinados, como ellos.
Los presos políticos son juzgados y condenados en secreto sin que medie el derecho a la defensa ni proceso judicial alguno, y numerosos ancianos han sido impedidos de ingresar a Nicaragua, su país, sin conocer las razones y condenándoles a morir en el exilio, lejos de sus familias y su patria.
Nunca nadie en tan corto período en nuestra historia había obligado al exilio forzoso a casi ochocientos mil nicaragüenses, que abandonaron el país y sus familias. Nunca tantos periodistas independientes habían sido obligados a cerrar sus espacios noticiosos, abandonar sus familias y emigrar, para salvarse de la cárcel y continuar su labor informativa. Hoy ocupamos el último lugar en el índice de libertad de prensa en América Latina.
Nunca nadie había robado descaradamente tantas elecciones nacionales y municipales. A la par de ellos, Maduro es apenas un aficionado. Tampoco nunca habían sido regalados tantos territorios y riquezas nacionales como ahora, cuando se documenta que el 37% ha sido concesionado a empresas extranjeras; ni había sido vendido por siete monedas de plata nuestro Gran Lago, nuestra tierra y nuestra soberanía, como lo han hecho ellos.
Miles de universitarios abandonaron sus estudios y vieron borrados sus expedientes académicos; a centenares de profesionales se les cancelaron sus títulos y negado el derecho a ejercer su profesión.
Nunca los nicaragüenses habían tenido tanto miedo de la represión y del vecino. Miedo de hablar, pensar, reunirse y comunicarse libremente. Jamás había ocurrido que por el hecho de ser familiar de un opositor te habían confiscado todos tus bienes, despojado de tu pasaporte e impedido ingresar a tu país. Tampoco había ocurrido que, por pensar diferente al Gobierno, centenares habían sido desnacionalizados, confiscados sus bienes y hasta robadas sus pensiones de jubilación.
Nunca un partido político en el poder había sido descaradamente privatizado. El FSLN, como partido, con órganos partidarios, no existe más. Todos los partidos de verdadera oposición fueron declarados ilegales y han sido motivo de alarma internacional tantas violaciones, maltratos, crueles aislamientos y privaciones a los prisioneros políticos.
Nunca habíamos vivido un Estado de Sitio de facto tan prolongado e injustificado como ahora. Llevamos seis años continuos en que se han negado todas las garantías constitucionales y otros derechos, manu militari. Nunca habíamos tenido un aparato policial y parapolicial tan monstruoso, represivo, impune, corrupto, servil, plegado al orteguismo y de control total de la ciudadanía, como ahora.
Hoy tenemos niveles de nepotismo y corrupción como jamás en nuestra historia. Nunca había habido tan poca riqueza pública y tanta riqueza particular acumulada en manos de los gobernantes, ni habían sido dueños de la casi totalidad de los medios radiales y televisivos, como ahora cuando todos los canales de televisión están bajo su control y no queda ningún medio escrito; ni habían sido clausurados todos los organismos de Derechos Humanos nacionales ni impedido que los internacionales ingresaran al país; ni cancelados y confiscados los bienes de más de 4000 organismos no gubernamentales.
Nunca habían sido desterrados tantos ciudadanos nicaragüenses. Las cifras oficiales indican que son más de 500, pero de facto son miles los impedidos de regresar a su país. Nunca habían encarcelado y torturado a obispos y sacerdotes, ni prohibidas todas las procesiones religiosas, cerradas las escuelas parroquiales y congelados sus fondos. Más de 260 religiosos han sido desterrados y la iglesia católica y las de otras denominaciones son perseguidas abiertamente.
Nunca como ahora la autonomía universitaria ha sido pisoteada, hasta la negación absoluta. Nunca habían sido ilegalizados y tomados todos los bienes, bibliotecas, laboratorios y archivos, de todas las universidades privadas del país y su cuerpo docente despedido y perseguido. Además, la educación primaria y media ha sido vaciada de conocimientos y formación, para convertirlos en centros de propaganda del régimen. El futuro del país está comprometido.
Nunca habíamos tenido tantos presos políticos por pensar diferente. Desde 2018, centenares de presos han sufrido torturas de diferente naturaleza y violaciones de sus derechos. Ahora, ser familiar de un opositor al régimen se convierte en un delito y ser sandinista no orteguista es un crimen y traición a la patria. Nunca había existido persecución directa al movimiento feminista, sus dirigentes, sus bienes confiscados, y criminalizado el aborto terapéutico.
Desde que existe el Ejército Nacional nunca se había violado y vilipendiado su escalafón militar y el periodo de mando en su comandancia, solo para asegurar la sumisión y lealtad personal del alto mando a la pareja presidencial. Nunca había ocurrido la humillante mutación de un Ejército nacido de una revolución popular y que su alto mando haya terminado de sumisa y servil guardia pretoriana de los dictadores. Nunca, los gobernantes nicaragüenses y altos oficiales con nombres y apellidos, habían sido denunciados por la ONU como responsables directos de crímenes de lesa humanidad.
Nunca habían sido tan pisoteados los derechos económicos y sociales de los nicaragüenses. Todas las organizaciones gremiales y de defensa de los trabajadores son perseguidas y canceladas, y solo quedan sindicatos subordinados a la dictadura. Además, el movimiento campesino y sus líderes son perseguidos, desterrados, y sus tierras y bienes confiscadas y ocupadas de facto.
Han violado todos los acuerdos y tratados internacionales suscritos por el país en materia de Derechos Humanos y Democracia, y como los esclavistas del pasado, hacen negocios inescrupulosos con la miseria de los migrantes de muchos países.
Nunca nuestros bosques habían sido arrasados y explotados sin piedad como ahora. Ríos y lagunas se secan por el despale desmedido y la fauna sufre inclemente explotación irracional de bosques y montañas. Igual mala suerte han tenido los defensores del medio ambiente. Más de 70 indígenas han sido asesinados en los últimos diez años. Han cometido innumerables violaciones a los derechos humanos y a la propiedad de los pueblos indígenas y afrodescendientes de la Costa Caribe. Los dirigentes indígenas son perseguidos, asesinados, desaparecidos, y tomadas sus tierras por colonos protegidos por el Gobierno.
Alcaldes y alcaldesas son despojados de sus cargos como si fueran peones de hacienda del régimen. La dictadura “no admite parcelación del poder”. Solo la pareja dictatorial tiene vocería autorizada. El resto de ministros, alcaldes, y magistrados de otros poderes solo hablan “por orientaciones de arriba”.
La persecución de artistas, músicos, escritores, poetas y pintores no tiene precedentes. Aplaudir los méritos literarios de Sergio y Gioconda, que tanto nos honran, te convierte en enemigo del Gobierno y sus obras están prohibidas. Acosada y perseguida, la cooperación descentralizada, que tanta ayuda brindó a las comunidades nicaragüenses, se ha visto obligada a salir de Nicaragua.
Vivimos en una economía dependiente de remesas; pagamos a la dictadura las tarifas eléctricas más caras de Centroamérica, mientras sus banqueros obtienen las tasas más altas de ganancias de la región. A la par, el 74% de la población económicamente activa sigue en la informalidad laboral, sin tener asegurado el bocado de cada día; más del 50% de esa población está en el subempleo y miles de mujeres y jóvenes sin protección de sus derechos, son explotados en las zonas francas promovidas y aplaudidas por el régimen.
Agigantaron el aparato estatal con fines clientelares hasta su insolvencia e insostenibilidad actual. Igual fue engordado el aparato de la seguridad social, hasta su crisis actual, que pone en riesgo su existencia. Hoy Nicaragua carga el desprestigio de tener la tasa más alta de América Latina en embarazos de niñas adolescentes y de nuevo ha sido conducida a la condición de país pobre altamente endeudado, con una deuda pública que crece de forma alarmante y que el pueblo tendrá que pagar con grandes privaciones.
La dictadura abandona la comunidad de países de Latinoamérica, compromete nuestra soberanía y riquezas con empréstitos leoninos con empresas privadas, ahora con China; se asocia servilmente con Putin e Irán, y especula con el narcotráfico internacional.
Los Ortega Murillo han desvirtuado y pervertido la herencia de Sandino y de quienes se inmolaron por una Nicaragua democrática libre de dictaduras, y son la causa principal del antisandinismo. Ellos han construido la más cruel y odiosa dictadura de América Latina y son autócratas absolutos y criminales de la Patria de Darío, Sandino y Pedro Joaquín Chamorro. Por todo esto rendirán cuentas.
¡Basta ya de dictadura!