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Del recién fundado Banco Nacional

De dónde obtendrá recursos el banco de un Gobierno con un déficit millonario, alta deuda fiscal y las puertas de financiamiento multilateral cerradas

Aumento en depósito de Bancorp se aceleró después que EE.UU. advirtiera a la banca del riesgo que representaba el seguir manejando los ‘activos tóxicos’ de Albanisa

José Vélez Morgan

11 de marzo 2019

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Después de una crisis política se produjo el debacle económico y sobre todo del sistema financiero argentino en 1890 y a las puestas de la bancarrota bancaria, le surgió la idea al recién nombrado presidente de crear un banco nacional. Carlos Pellegrini, al asumir la silla del poder después de revolución del parque, lo primero que hizo fue fundar el Banco de la Nación. Esta institución absorbió en pocos meses casi a la totalidad de los enclenques bancos privados.

El gobierno de Nicaragua busca, a como es su responsabilidad, salidas a la crisis económica derivada del drama sociopolítico. Sus opciones se reducen, en parte por los efectos de la fuga de capital, la crisis bancaria, el creciente desempleo, cierre de empresas, pérdida de valor de bienes inmuebles, la reducción de ingresos tributarios y los efectos de las sanciones económicas. Las calificadoras de riesgos ya giran graves advertencias.

Los analistas de Moodys, Standard  & Poor y Fitch Ratings colocaban a Nicaragua antes de abril del 2018 en el grupo de riesgo de países con bellas playas como Grecia, Costa Rica y Jamaica entre otros. Para Noviembre estas empresas ubicaron a este país con las notas “B2” y “B-“ junto a naciones desérticas y en conflicto como Irak, Líbano y Pakistán. Esa calificación ahuyentó a los inversionistas dedicados a la compra de bonos soberanos. El Banco Central de Nicaragua con esa terrible nota experimentó la cruel indiferencia del mercado financiero, su emisión de 105 millones de EUROS con una atractiva tasa del 8,25% no despertó interés alguno. En cuanto a la calificación de riesgo país Nicaragua ya pasó lo malo, ahora viene lo peor.

El NicaAct, la más fuerte de las sanciones hasta ahora impuestas en el contexto de la crisis de abril prohíbe al Fondo Monetario Internacional otorgar créditos a Nicaragua, es decir no hay ninguna posibilidad de rescate financiero. Esta restricción aún no está considerada en las valoraciones de las calificadoras. En el momento que los analistas del rating incluyan esta sanción la calificación de Nicaragua será de “C” en la escala de Moodys y “D” para Standard y Fitch Rating. Esto envía a Nicaragua a la par de Mozambique y Venezuela. Los inversionistas interpretan esta funesta nota como de imposible recuperar lo invertido. En este romántico contexto el gobierno decreta la repentina aparición de un banco estatal.


El 7 de Marzo del 2019 nace el Banco Nacional con una ley de carácter de urgencia y con la expresa tarea de resolver algo. Las autoridades pueden tener la intención de suplir de créditos al sector productivo que ha sido desatendido por el resto de los bancos privados. Pero de dónde obtendrá recursos el banco de un gobierno con un déficit de más de $300 millones de dólares, una deuda fiscal de US$5,966 millones de dólares, fácilmente el 50% de lo que será el raquítico PIB del 2019  y con todas las puertas de financiamiento multilateral cerradas.

El Banco Nacional se comienza a financiar absorbiendo amigablemente al pequeño BanCorp, que trae consigo según auditorías de Grant Thornton fideicomisos por más de US$2,400 millones de dólares. A estos fondos se les vinculan con la cooperación venezolana, ese monto supera las reservas del Banco Central de Nicaragua. Otra adquisición amistosa será muy seguramente la del Banco de Fomento a la Producción, un banquito que prefiere ocultar al público sus malas noticias financieras. Este banco estatal solicitó a Fitch Rating el 27 de Febrero de este año ser retirado del proceso de calificación y no emitir resultados del último informe, que según la calificadora eran negativos.

Para los debilitados bancos comerciales la aparición de un competidor con poder estatal no es la mejor noticia que podían esperar. Los riesgos de colapsar por la falta de liquidez a los que ya han sido expuestos por la fuga del 30% de los depósitos y la reducida capacidad de pago de sus deudores se agravan con la competencia del banco gubernamental. Sálvese quien pueda que las adquisidores serán el fuerte del Banco Nacional y estas no siempre serán amistosas.

La suerte que tuvo el Banco de la Nación argentino hace más de un siglo no acompañará al Banco Nacional creado por un decreto de urgencia en Managua. Al banco estatal nicaragüense tres factores lo convierten desde sus primeras horas de fundado en un banco oveja negra. Las calificadoras están a pocas semanas de degradar nuevamente a Nicaragua, el factor sanción NicaAct pasará a este país centroamericano a la categoría de impago. El factor “contaminación” con el que cargan los fondos venezolanos resguardados por el absorbido BanCorp y ahora en su fuero impedirá al Banco Nacional encontrar socios corresponsales en el exterior. Finalmente el rating inicial del mismo banco estatal terminará ahuyentando a potenciales depositantes.

Nuestras autoridades gubernamentales debían hacer una sana pausa del laboratorio económico desde donde emiten con carácter de urgencia bonos, leyes, reformas y ahora hasta un banco y resolver la verdadera causa de toda esta crisis. Hasta la macabra ley NicaAct en su primer párrafo deja clara la opción de suspender todo su efecto en caso de que el gobierno de Nicaragua hable de forma efectiva y actúe acorde con demandas relacionadas a libertades, elecciones transparentes y el resto de propósitos planteados. Suerte en el Incae y feliz semana santa!

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José Vélez Morgan

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