18 de noviembre 2019
Los guerrilleros que encabezaron la revolución, se convirtieron en políticos, y nunca más se volvió a creer en ellos. No solo eso, llegaron a ser repudiados, con todos los reconocimientos ganados hechos añicos, y el respeto que se les tuvo, sepultado como Pompeya… Aquello de “la política es el arte del engaño”, ahora solo funciona débilmente. Efectivo para los tontos. Aquí, en el terruño, todas las máscaras han caído. Entre el proceso represivo que sufre la mayoría y el sometimiento humillante de quienes no aprecian la libertad, quizás por sentirse incapaces de abrirse paso hacia el futuro, sabemos quién es quién. No hay forma de esconderse cuando tu sombra y tu vergüenza, te persiguen implacablemente. Pueden preguntarle a Evo Morales deambulando entre las ruinas de un legado meritorio que su ambición política carcomió, al traicionar sus propios principios, como ocurrió aquí.
Acostumbrados a cabalgar en el potro del oportunismo, los políticos hacen su aparición en busca de instalarse en un movimiento que ha sido producto del impulso juvenil y del apoyo de la Iglesia, con el agregado de diferentes sectores de una sociedad aparentemente indiferente, despertada en abril. En esos momentos, ningún político fue visto en escena. Uno de los pocos empresarios visto fue Piero Coen hijo, y en actitud beligerante, tomando riesgos…Obviamente, hay otros, que son excepciones, que se entregan a una causa sin pretensiones, pero son muy pocos…Desde traer a los filibusteros y tratar de hacer a Walker Presidente, pasando por el tratado canalero que le facilitaba a Estados Unidos potestad por 99 años prorrogables, y tantas otras negociaciones funestas incluyendo el pacto Agüero-Somoza y el Alemán-Ortega, el curriculum de nuestros políticos es tenebroso.
El uso de la mentira por parte de los políticos, ha sido indiscriminado, sin medida y atropellador, aún a sabiendas de su inutilidad. Promesas de guerrilleros como “el amanecer dejará de ser una tentación”, “policías centinelas de la alegría del pueblo”, “vamos a hacer el hombre nuevo”, “no más dictaduras, no más torturas”, “usura cero, pobreza cero” y sobre todo “Patria libre o morir”, al convertirse en políticos, fueron archivadas en el monte del olvido, mientras el país regresaba a una oscuridad más espesa que la vivida antes, y se sentía más atado de pies y manos. Lo que los políticos siempre han buscado, es la vida fácil y acumulación de privilegios, algo que garantiza al sonar de claros clarines, un sistema como éste, experto en distorsiones. No busquen ninguna renuncia entre los que se encuentran colocados en las butacas de la desfachatez, sin importarles los gemidos de esta Nicaragüita.
La firme y heroica resistencia ofrecida durante año y medio, no es consecuencia de los políticos, aunque algunos sean parte como agregados. Es producto del esfuerzo, atrevimiento y sacrificio de esa juventud patriótica, entusiasta, indoblegable, graficada en su aporte, en cada uno de los pasos que podemos dar en el Museo del Sacrificio que se encuentra en la UCA. Una juventud que como diría Maquiavelo, sabe que nada grandioso es conseguido sin peligro. Esa es la inmensa fuerza del sector azul y blanco, que le dio forma a esas marchas cuyo recuerdo provoca pánico en las tambaleantes esferas del poder, y que por supuesto, no quieren volver a ver, porque les permiten calibrar el rechazo gigantesco de una sociedad en imparable ebullición… Que los políticos lo contaminan todo, no necesita de comprobante y es lo que hay que evitar. Son todos conocidos, y consecuentemente, nada confiables. De ellos, líbranos Señor.