5 de marzo 2018
El país de los libros blancos
Dicen que hay un país cuyos habitantes aunque sean blancos son considerados negros, y si son negros, son blanco del escarnio gubernamental. Y no es que todo dependa del cristal con que se mire, sino del cristal que use quien manda. La ventaja, dicen quienes detentan un poder omnímodo, es que este país de nuestra historia es el país de la igualdad, pues mestizos, mulatos criollos, negros, cobrizos y blancos, son iguales ante la muerte, sobre todo cuando es el dictador quien tira al blanco. Como referencia final diré que en este país abundan los libros blancos que tienen un lado oscuro impenetrable. Eso sí, cuando alguien logra abrirlos, chorrean sangre.
¿Una gran nación de mierda?
Estoy pensando en una gran nación a cuya altura no está su presidente. Eso suele suceder, pero en este caso la diferencia es abismal. Donald Trump, ese presidente, el mismo del muro de mierda contra emigrantes, dijo que vivimos en un hoyo de mierda, es decir, en una cloaca, y que somos todos los países de más allá del ancho río, países de mierda, es decir, a su imagen y semejanza. Aunque su opinión ciertamente apeste, y apestará por los siglos de los siglos, nosotros, como latinoamericanos y caribeños, y descendientes de heroicas razas indígenas, sí estamos limpios y orgullosos de ser lo que somos. Según la vara con que Donald Trump mide razas y nacionalidades, tendríamos que concluir que los Estados Unidos de Norteamérica, es una gran nación de mierda. Pero eso no es así, ni nosotros somos Donald Trump.
Lo más grave es que este presidente, probablemente extraterrestre de nacimiento y racista de vocación, ignora las oleadas de migraciones que fueron poblando a los E.E.U.U., a costa de la sobrevivencia de originales americanos como los sioux, apaches, pies negros o navajos, quienes ya casi al final de su épica historia, como no pudieron poner muro alguno, fueron reducidos a reservaciones.
Nada tengo yo, el día de hoy, contra aquellos pioneros que, por ejemplo, llegaron desde Italia e Irlanda, huyendo de pobreza y hambre. Sí estoy en contra de quienes esclavizaron a los negros, y que como el Ku Klux Klan (KKK), los ahorcaron o quemaron vivos. Afroamericanos, que eran y son ciudadanos norteamericanos. Como lo es el ex presidente Barack Obama. ¿Algún día lo quemará Donald Trump?
Fábula de El Otro
Hay un país del que sólo se sabe que cuando el mismo quiso regresar disfrazado de otro, todos descubrieron que era el mismo.
Alternabilidad de la democracia
Desde que el 22 de enero de 1967 la dictadura somocista masacró al pueblo de Nicaragua, cuando se manifestó contra la reelección en la principal avenida de la desaparecida Managua, tal fecha ha sido considerada como Día Nacional de la No Reelección. Eso fue en un ayer involutivo y al parecer progresivo. Según pasa el tiempo, ese nombre, de musitarse ha pasado a agazaparse en la indignación patriótica, porque de las reelecciones siempre han brotado ríos de sangre en nuestra historia. En fin, la reelección es incubación de dictaduras y dinastías, es decir, formas farisaicas y autocráticas de gobierno que devienen en estirpes sangrientas.
Hoy, doña Elea Valle, madre de dos niños masacrados impunemente en octubre de 2017, en La Cruz de Río Grande, clama porque le devuelvan sus cuerpecitos. ¿Será antidemocrático el clamor de una esposa y madre, que reclama los cuerpos de su marido y sus niños? ¿Clamar por justicia es ofender a quienes detentan el poder? La fosa que conoce dónde están esos cuerpos es tan hermética como quienes perpetraron el crimen y por quienes usufructúan este tipo de democracia. Entonces, aprendamos algo de esta historia desgarradora: el que una dictadura haya derrocado a la anterior, con la participación decisiva de un pueblo estafado cada vez, y la suceda en el poder, en Nicaragua se llama alternabilidad de la democracia.
La reelección de lo mismo
Hay un país en donde la Historia se detuvo y comenzó a repetirse. Por ejemplo, hace tiempo en ese país existió una dictadura que fue derrocada, y hoy se repite en la que la derrocó. Esto es como las manecillas de un reloj que van hacia atrás. Hacia lo mismo.
De los pies descalzos a los pies amputados de Nicaragua
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en sus crónicas de viajes, se reveló como uno de los grandes cronistas viajeros nicaragüenses de nuestro tiempo, lo que equivale a ser un acucioso testigo de cuanto ve y rinde testimonio de ello. Ahí están sus escritos: Los pies descalzos de Nicaragua y Nuestra frontera recortada. A ellos me he referido recientemente en mi texto Las dos plumas. En el primero, Los pies descalzos de Nicaragua, el cronista resume al final de qué se trata: “Yo me concreto a enseñar los pies de Nicaragua, hoy descalzos; a hacer ver que la base de sustentación geográfica, histórica y aun socio-política de nuestra nación están allí, en la planta desnuda de un lago cuyos ríos, como dedos ramificados en todas direcciones, esperan el calzado necesario, para integrar una estructura firme, que sirva para la marcha hacia destinos mejores.”
Esa marcha hacia la justicia social y política que tanto interesó a Pedro, hasta el punto de dar su vida por ella, no se produjo. No hubo tiempos mejores desde los Somoza hasta hoy. Al contrario, hay tiempos peores y los pies descalzos, hoy están amputados: El 29 de diciembre de 2017, Juan Lanzas fue arrestado en su casa y acusado de robo, y golpeado brutalmente hasta el punto de engangrenársele los pies, por haber sido obligado a permanecer en condiciones insalubres mientras estuvo detenido. Cuando fue llevado a un hospital, le amputaron los pies. Nicaragüenses: ¿No sienten un indescriptible dolor en la inexistencia de nuestros pies amputados?
La indignación popular por semejante acción, es unánime. En la iglesia católica sobre todo dos obispos han interpretado esa indignación, y expresado claramente el rechazo que produce esta barbarie. Monseñor Silvio José Báez : “¡Qué vergüenza para Nicaragua! Somos noticia internacional por el autoritarismo y la brutal violencia policial que irrespeta continuamente los derechos humanos. No es el único caso que se ha denunciado. Ya son muchos casos. No podemos quedarnos indiferentes y callados ante estos atropellos. ¡No más violencia policial!” Y monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Matagalpa de donde es oriundo Juan Lanzas, se pronunció de esta manera: “En el caso de Juan no está solamente el irrespeto a la dignidad de la persona y de su integridad, no está en juego solamente la arbitrariedad con que fue tratado, el salvajismo, el acto brutal que se cometió contra él, sino que aquí está en juego la dignidad y la integridad de todo un pueblo. Por ello el pueblo no puede quedarse a la expectativa y tiene que alzar su voz.”
Pedro, como voz del pueblo, alzaba su voz contra toda injusticia, y trataba de que los pies de Nicaragua fueran calzados. Calzados con el respeto que se merecen los pueblos. Calzados con libertad y progreso. Calzados con democracia verdadera y participativa. Pero Nicaragua siempre tuvo que andar descalza por culpa de la ambición y la corrupción. Sin embargo desde Somoza hasta hoy, algo ha cambiado: ya los pies de Nicaragua no necesitan calzado. Hoy los pies de Nicaragua dejaron de existir.
Lavatorio de pies
Y fue Marta, hermana de Lázaro, con su aromático cabello suelto para secarlos, dispuesta a lavar los pies de Jesús, y al levantar su túnica, no los encontró.