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De la división… al neocolonialismo ideológico

Las consecuencias de la incomprensión de los problemas reales, más los prejuicios ideológicos, las están sufriendo las presas y los presos políticos

Onofre Guevara López

28 de junio 2022

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Es harto conocido que en nuestro país la diversidad política ideológica y la multiplicidad clasista caracteriza a la oposición al régimen Ortega Murillo. Pudo haberse entendido –pero no se entendió— que esta diversidad planteaba la necesidad de trabajar hábilmente y sin prejuicios en la forja de la unidad en la acción y así emprender con éxito las tareas de la liberación primero, y luego las labores de la reconstrucción nacional.

En algunos de sus integrantes no prevalecía en su conciencia política el sentido unitario ni la tolerancia hacia la diversidad ideológica, lo cual abrió una ruta a la desunión que –desde luego— resultó conveniente para los intereses de la dictadura y un revés para los intereses de los nicaragüenses.

Tal desprecio a la importancia de la unidad en la acción, fue suficiente para debilitar la fortaleza de la oposición, mientras que el interés patriótico sucumbió ante la prevalencia de arraigados y rezagados prejuicios ideológicos practicados en especial contra el entonces Movimiento Renovador Sandinista, ahora llamado Unamos. Fue un encono gratuito, porque el MRS nunca fue comunista, sino un partido con una visión progresista desde sandinismo, pero sucedió que, por el atrasado esquema político nacional, ese partido no pudo ser considerado lo que realmente era: un partido de izquierda democrática.

Toda esa campaña transcurrió bajo la influencia ideológica libero conservadora, muy vigente todavía entre algunos sectores de los partidos tradicionales, cuyo prestigio ya andaba volando bajo entre las nuevas generaciones políticas.


Sin embargo, los viejos esquemas y narrativas políticas, herencias del colonialismo cultural que aún sobrevive y orienta la práctica política de los viejos partidos se impusieron por sobre la conciencia de algunos sectores de la nueva generación, incluido el estudiantil, sector que en abril-2018 emergió como uno de los más activos frente a la dictadura. Al mismo tiempo, fue el sector más sacrificado por la represión armada de la dictadura. Un alto porcentaje de los más de 300 asesinados eran jóvenes estudiantes.

Hubo cierto desenlace entre conciencia y práctica en la oposición, y eso fue posible también, porque los partidos relativamente nuevos, como algunos no tan nuevos, cooptaron a varios dirigentes estudiantiles para atraerse a la juventud y les dieron cargos en su dirección política. Es posible que esto haya sido con el interés de fortalecer a sus partidos, pero el resultado fue que los muchachos asumieran esos cargos sin estar plenamente claros de cómo lograr la forja de la unidad en la acción libre del sectarismo que en su mochila ideológica cargaban esos partidos.

II

Aquella fue una contradicción, de las muchas que se producen en todo movimiento político, y la juventud sigue siendo considerada la dueña del futuro y, por lo tanto, dueña no solo de una herencia biológica, sino, además, de las herencias históricas, sociales, políticas y culturales. Esto significa, que su liderazgo político es legítimo e indiscutible y hoy, precisamente, son jóvenes mujeres y varones quienes, en su mayoría, están dirigiendo sus respectivas organizaciones opositoras en el exilio. La juventud, pues ya está en su Futuro enfrentando al pasado.

Esa novedad de los jóvenes en las nuevas estructuras orgánicas de la aposición, los hace vivir, lógicamente, un proceso de aprendizaje en el terreno de la lucha diaria, con las dificultades del exilio y la persecución dictatorial interna. Eso requiere de los políticos más adultos, en primer lugar, su aceptación como nueva fuerza política y después tratar al máximo de transmitirles las mejores experiencias que pudieran tener, sin interferir su proceso de desarrollo evitando darles orientaciones políticas que tengan parentesco con el neo-colonialismo ideológico adscrito y orientado actualmente en la geopolítica estadounidense.

Es inolvidable el hecho de que la victoria de los prejuicios ideológicos contra la unidad en la acción fue también una victoria para la dictadura sobre las aspiraciones de libertad, justicia y democracia, lo que le ha servido para la prolongación de su sistema opresor. Los partidos que cayeron en la trampa de los prejuicios ideológicos, están pagando el error con la pérdida de la personaría jurídica, con el exilio y el encarcelamiento.

Aunque perder la personería jurídica para aun partido de verdad combativo, con fuertes convicciones políticas y con alguna fuerza orgánica, no es una causa para desaparecer, sino un incentivo más para continuar la lucha contra la dictadura, esos partidos que tuvieron protagonismo en la etapa anterior no lo pudieron asimilar de esa manera. No entendieron que, al fin y el cabo, los partidos de se organizan para luchar, conscientes de que las dictaduras les interpondrán toda clase de obstáculos, incluidas las represiones mortales, como ya sucedió en nuestro país.

Cuando un Gobierno reprime las luchas por las libertades y la justicia con todas las armas, y los partidos se le enfrentan unidos en la acción, es cuando adquieren su legitimidad, sin necesitar el permiso de los dictadores. Pero aquí sucedió lo contrario: los partidos insistieron en sus errores sectarios, lo que les resultó como el toque de retirada ante el embate dictatorial.

No obstante, nadie tiene que llorar por la leche derramada, sino lo contrario, erguirse de nuevo. Y este el momento en el que a la juventud corresponde hacerlo, y se ha erguido. Solo tiene ante sí una sola condición: que su liderazgo no lo tome como una simple herencia, sino que se sienta legítima propietaria de las luchas actuales y de las que vendrán, alejada de los prejuicios ideológicos y los sectarismos políticos de cualquier tendencia que exista o pueda existir.

III

Esas cuestiones elementales de toda lucha la desconocieron algunos dirigentes partidarios, lo que ha sido –y fue en su momento— uno de los obstáculos para continuar luchando mejor en las condiciones más duras de las persecuciones, los exilios y los encarcelamientos de dirigentes y miembros de base de los partidos.

Las consecuencias de la incomprensión de los problemas reales, más los prejuicios ideológicos, las están sufriendo las presas y los presos políticos, torturados física y moralmente igual que sus familias; y otros que, obligados a refugiarse en Costa Rica y demás países para preservar su libertad y su vida, los menos que sufren son las añoranzas por la familia y por la patria.

Naturalmente que los principales responsables de estos dramas humanos siguen siendo los dictadores Ortega y Murillo, pero no menos responsabilidades tienen quienes enarbolaron más alto las banderas de sus prejuicios ideológicos que las banderas de lucha contra la dictadura. Con sus prejuicios y sus errores tácticos sabotearon la unidad en la acción y, ahora, por la falta de una actividad política más activa a causa de la multiplicidad de los medios represivos de la dictadura, la lucha está aún más cuesta arriba, lo que demanda mayores sacrificios.

IV

Hoy, cuando culpables e inocentes de la desunión lo están pagando de cualquier manera, aunque no de la misma forma por las conocidas desigualdades sociales, aunque humanamente, en los sufrimientos todos son iguales.

Por otra parte, se conoce de personas que, desde el exilio, o bajo la persecución dentro del país, se muestran conscientes de sus responsabilidades en la ruptura del proceso unitario opositor, y también demuestran disposición a cambiar de actitud. Esto es positivo, pero queda esperar que esa rectificación sea real, lo que, en la práctica política no tiene connotación de promesa religiosa, sino exigencia de una demostración ética y cívica en sus actos políticos.

Es natural que no todos hayan adquirido conciencia de que los prejuicios ideológicos tuvieron que ver con los fracasos unitarios, porque tampoco todo el mundo tuvo una destacada posición dentro de las tareas políticas de forjar la unidad en la acción cuando era necesario hacerlo.

Ahora han aparecido nuevos mensajeros de la división, utilizando medios electrónicos y plataformas digitales para emitir “noticias” de la actividad antidictatorial, al mismo tiempo que “analizan” situaciones políticas un poco o mucho… “fuera del huacal”.

Eso pudiera tener explicación en que no abandonaron sus prejuicios ideológicos, o los acaban de adquirir, y los han reforzado en razón de que adoptaron la narrativa y la visión geopolítica del discurso de los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, en donde algunos se hayan exiliados. Lo están haciendo notar respecto a las nuevas situaciones políticas que se están creando dentro del proceso de cambios populares progresistas en varios países en el Sur del continente americano.

Ni siquiera se molestan en ser originales en el lenguaje cuando quieren descalificar a los políticos de izquierda que están protagonizando esos cambios y sus movimientos populares amplios, no clasistas, sino con diversidad social y política en contra de las viejas estructuras sociales y económicas con características del sistema de violencia pre capitalista, como es el caso de Colombia. En este país, donde ha nacido la esperanza con el triunfo de Gustavo Petro, después de dos siglos de dominio libero conservador oligárquico de criollo tipo feudal.

V

Pues bien, ahora tenemos en acción a los colonizados ideológicos molestos con la victoria popular de Gustavo Petro, a quien han situado en el centro del blanco, disparándoles frases e ideas fuera de tono, muy parecidas a las del discurso oficial estadounidense. También han comenzado a descargarle odio sin más ni más, por el hecho de haber derrotado a las fuerzas sociales y políticas conservadoras colombianas, muy ligadas a los intereses geopolíticos de Washington.

Ese tipo de comentarios ya es normal en el periodismo “occidental y cristiano”. Pero hay un hecho que denuncia al neo-colonialismo ideológico que emana ideas que pretenden desprestigiar no solo las luchas de pueblos hermanos, sino también buscan influenciar con sus prejuicios a los opositores nicaragüenses, y esto sí que da motivo para inquietarse.

Hasta se han adelantado al gobierno de Biden, pues este, aunque fuera por un elemental gesto diplomático, ha felicitado a Petro. Pero, en el colmo de colonizado ideológico, un periodista nica en Miami está utilizando el discurso “americano” que siempre se ha utilizado contra otros países, y él lo utiliza contra Petro… ¡cuando ni siquiera ha tomado posesión de la presidencia!

Tremendo modelo de pre-juicio ideológico. En verdad, ese tipo de seguidismo político no tendría el mérito de ser tomado en cuenta, si no fue porque ese periodista nica, después de ofender gratuitamente al presidente electo de Colombia, criticó a los organismos del exilio nicaragüense por haber saludado su triunfo electoral.

Ese crítico no quiso tomar en cuenta que, además, a Petro le agradecieron sus declaraciones contra la represión y la reelección fraudulenta de Ortega, a cuyo régimen calificó de “dictadura bananera”, y le reclamó la libertad de las presas y los presos políticos nicaragüenses. También le pidieron a Petro continuar con su denuncia contra el régimen Ortega Murillo, y lo sigue haciendo.

Además de omitir todos eso, absurda y torpemente, para el periodista el haber saludado el triunfo de Petro es algo así como una traición a la “democracia”. ¿Por qué tan pobre entendimiento de las realidades políticas latinoamericanas? ¿A nombre de qué justa causa se atreve ofender a los jóvenes exiliados? ¿Será porque no asumen como él los hace, los puntos de vista del gobierno estadounidense sobre los cambios políticos en su área de influencia?

Quienes lean esta columna podría sorprenderles cuán fanático y atrasado es el criterio de ese periodista, cuando vean la siguiente oración con la cual concluyó su amargado comentario crítico contra los jóvenes de los organismos opositores del exilio. Aclaro que no es transcripción textual, pero no es necesario, pues su vulgaridad me resulta inolvidable:

Quién apoya a Petro, apoya a Maduro y quien apoya a Maduro, apoya a Díaz-Canel, y quien apoya a Díaz-Canel, es Castro-chavista y quien es Castro-Chavista… ¡es un asesino!

Y concluyó altanero, como quien ha dado una lección sobre verdades absolutas ante un alumnado idiota: Eso es así, es mi criterio… ¡y punto!

Esa ya no es solo una vulgar receta anti comunista. Es una muestra del odio enfermizo de quien, con su plataforma digital, vive su exilio dorado en Miami.

Algo más…

Al margen de estas cuartillas

*Al señor de Miami le escuché decir, demostrando ignorancia sobre la realidad colombiana, que “el pueblo se equivocó” por haber votado por Gustavo Petro…

*Eso me hizo recordar a Carmito Guadamuz, un buen ciudadano que emigró desde su tierra de las naranjas Chinandega (cuando las había) hacia Nandaime, donde se quedó hasta su muerte…

*El caso es que Carmito poseía un carrito Ford-T de principios del Siglo XX, que de viejo a veces renunciaba a su trabajo de llevar y traer pasajeros de Granada…

*Carmito, era también dueño de una sastrería, pero un ignorante de la mecánica automotriz que se imaginaba ser conocedor de la enfermedad de su cacharrito…

*Carmito levantaba la capota del Ford-T, se paraba pensativo viendo el motor con los brazos cruzados y el mentón entre sus dedos gordo e índice…

*Después de un largo rato de meditación, Carmito concluía magistralmente, meneando a un lado y otro la cabeza: “¡Con este carro se equivocó Ford!”

¿Será que nuestro “Carmito” de Miami dice esas cosas no por ignorancia, sino por compromiso… con “alguien”?


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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