16 de diciembre 2021
Hace muchos años, el hoy presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, representó para muchos la fuerza de la libertad de un pueblo que derribó una dictadura y se ganó, para muchos, la admiración, y pasó a ser la imagen de cómo un pueblo puede conseguir librarse de un tirano, Anastasio Somoza, y su afán por convertir a Nicaragua en un país libre, próspero y justo. Y también obtuvo nuestra simpatía, la de mi generación, cuando tuvo que luchar contra la llamada ‘Contra’, que representaba, por cierto, una clara injerencia de los Estados Unidos de entonces, para derribar al régimen democrático que había surgido de la lucha contra Somoza. No solo tuvo que luchar contra Somoza, tuvo después que luchar contra los llamados ‘Contras’, armados y organizados —digamos las cosas como son— en buena medida por Estados Unidos.
Pero de eso hace ya mucho tiempo. Ahora Daniel Ortega se ha convertido en la caricatura del dictador caribeño. Se ha convertido en el espejo del dictador contra el que él luchó entonces. Y lo digo dejando de lado la contención que se supone que tiene que formar parte de la actividad diplomática, porque Daniel Ortega se ha expresado contra la Unión Europea y, personalmente, contra su alto representante en los términos más violentos que uno pueda imaginar.
Cada vez que le hemos criticado, señalando objetivamente de qué forma se comportaba él y su Gobierno, hemos recibido una respuesta tan absolutamente contraria a las normas internacionales de buena conducta que creo que puedo decir, sin ninguna clase de límite, que ha desatado una violencia y una represión contra su pueblo. Tanto él como la vicepresidenta [de Nicaragua, Rosario] Murillo —que ocurre que es su esposa— han acaparado ilegítimamente el poder en Nicaragua para promover sus intereses personales y los de una estrecha nomenclatura. ¡Qué tristeza! Qué tristeza ver cómo ha acabado el que una vez luchó por la libertad de su pueblo y se ha convertido hoy en un dictador como el que era Anastasio Somoza.
En la Nicaragua actual todos los ámbitos del poder se han armado contra el pueblo. El Poder Ejecutivo emplea las fuerzas armadas, la Policía y la parapolicía para propagar una muy violenta represión. Siendo yo todavía ministro de Asuntos Exteriores de España, en 2019, esa violenta represión causó más de 200 muertos. Más de 200 civiles asesinados en las calles, 200. El Poder Legislativo aprueba leyes draconianas para eliminar a la disidencia. El Poder Judicial ha encerrado como presos a aquellos que el régimen considera como opositores, con un total desprecio de las garantías procesales.
El pasado 7 de noviembre se celebraron elecciones en las que, claro, Ortega obtuvo la victoria después de haber, previamente, detenido y encerrado en la cárcel a cualquier opositor creíble. La respuesta de los nicaragüenses fue simplemente no acudir a votar, a pesar de la intensa presión ejercida por el régimen para que lo hicieran. Y, tras las elecciones, Ortega arremetió contra la Unión Europea y contra algunos países en particular, muy involucrados en el problema de Nicaragua, como es el país que conozco mejor, el mío, España, con referencias a Hitler y al nazismo, cruzó una línea de decencia que nunca debería atravesarse. Y utilizó términos profundamente insultantes para describir a los presos políticos, deshumanizándolos completamente.
¿Qué hemos hecho ante la situación de Nicaragua?
En la Unión Europea hemos impuesto sanciones dirigidas contra 14 personas implicadas en esos abusos, continuamos trabajando con nuestros socios internacionales para mantener la presión necesaria sobre el régimen nicaragüense. Lo continuaremos haciendo, llamando a la liberación de los presos políticos, el retorno al país de los organismos internacionales de derechos humanos, la convocatoria de un diálogo genuino y reformas que permitan salir de la oscura noche en la que está encerrado el pueblo de Nicaragua.
Seguiremos apoyándolos y, para ello, sin embargo, tenemos que mantener abiertos canales de comunicación. Seguimos teniendo una delegación de la Unión Europea en Nicaragua, como sigue habiendo embajadas de los Estados miembros, porque eso nos ayuda a trabajar en beneficio de los nicaragüenses, especialmente de los grupos más vulnerables, que han soportado tremendas dificultades.
¿Por qué no suspendemos el Acuerdo de Asociación?
Algunas de las preguntas que se han formulado merecen respuesta.
¿Por qué no suspendemos las preferencias comerciales previstas en el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y América Central? Porque suspender estas preferencias comerciales no significa más que tratar a las exportaciones de Nicaragua como si fuese cualquier otro país miembro de la Organización Mundial del Comercio que no tenga ningún trato especial con nosotros. Y la mitad de las exportaciones de Nicaragua son materias primas que están entrando hoy, actualmente, a tarifa cero en la Unión Europea.
Pero nosotros representamos solo el 9% de las exportaciones de Nicaragua. Es decir, el año pasado fueron 300 millones de euros, vamos a poner las cosas en sus justos términos cuantitativos. Estamos hablando de un problema de 300 millones de euros. El principal socio comercial de Nicaragua son los Estados Unidos. A nosotros nos exporta un número muy limitado de sectores, básicamente cafés y plátanos. Si queremos suspender las preferencias comerciales tenemos que ser muy cuidadosos con las posibles consecuencias que esto tendría perjudicando la situación social de muchos nicaragüenses que trabajan en estos sectores y que se verían negativamente afectados.
No creo que el régimen de Nicaragua se inmutara por 300 millones de euros de exportación, pero muchos nicaragüenses que trabajan en esos sectores sí se verían negativamente afectados.
¿Por qué no utilizamos las cláusulas políticas de este Acuerdo? Porque este Acuerdo no está todavía ratificado, porque hay un Estado miembro, uno, que todavía no ha completado el proceso de ratificación. Como mis servicios me informan, si ese Acuerdo estuviera ratificado, entonces sí podríamos utilizar las cláusulas políticas del mismo en materia de derechos humanos. Estos son los inconvenientes de tener que pasar por procesos largos y sometidos a la regla de la unanimidad para ratificar nuestros acuerdos.
¿Por qué no suspendemos la cooperación con Nicaragua?
Creo que la estamos canalizando a través de procedimientos no gubernamentales, que estamos seleccionando las actividades de manera que no puedan ser instrumentalizadas para beneficiar al Gobierno, pero sí a la población, en particular a la parte más vulnerable de la misma. Nuestras prioridades en el Programa Indicativo Multianual son básicamente medidas para prever o mitigar las consecuencias del cambio climático y promover un desarrollo sostenible y están focalizadas para afectar directamente a la población sin —insisto— que puedan ser instrumentalizadas por el Gobierno.
Más de la mitad de nuestros fondos van dedicados a mitigar los efectos del cambio climático, a proteger la biodiversidad y a apoyar a la sociedad civil. La otra mitad va dedicada a promover un crecimiento económico sostenible, a hacer frente a las crisis alimenticias y a las consecuencias ya inevitables del cambio climático. Un 10% va a educación. ¿Qué ganaría el pueblo de Nicaragua con que suspendiéramos eso? ¿En qué debilitaríamos la posición del Gobierno? Ciertamente no lo creo. Creo que nuestros recursos, limitados, prestan especial atención a las mujeres, a los jóvenes, a los pueblos indígenas, a los afrodescendientes que viven todavía en comunidades étnicas, y que contribuyen a paliar las circunstancias en las que viven y a combatir la desigualdad.
¿Qué hacemos para ayudar a los presos políticos?
Porque sí señor [Manu] Pineda, son presos políticos y, por favor, no me compare usted la situación en Nicaragua con la de Chile o con la de Perú. Usted ha hablado de Chile y de Perú, usted ha hablado de los candidatos que se presentan a las elecciones o los que ya las han ganado. Yo he estado en Perú recientemente para manifestar todo mi apoyo al señor [Pedro] Castillo, presidente de Perú, que ha ganado unas elecciones limpias. Es un señor de izquierdas y eso para mí no importa. [Daniel] Ortega no es un señor de izquierdas, no es una dictadura de izquierdas, es simplemente una dictadura. No tiene ninguna clase de ideología. Lo único que le mueve es mantenerse en el poder. Llamemos a las cosas por su nombre, no llamemos dictadura de izquierdas como si por el hecho de ser de izquierdas tuviese que ser más reprobable. Las dictaduras son dictaduras, y algunas no tienen ninguna connotación ideológica. Ese señor [Daniel Ortega] no tiene ninguna. No es una dictadura de izquierdas, es pura y simplemente una dictadura. Por favor, no dejen que su conformación ideológica les enmascare la realidad.
Podemos decir que la situación en Nicaragua mejoró hace unos cuantos años desde el punto de vista… sí, es verdad, sin duda. Ha habido una mejora en los últimos años, pero sigue siendo uno de los países más terriblemente pobres de América Latina. Y en los últimos años, la vulnerabilidad y la deterioración de la democracia y de los derechos humanos se han agudizado. El 47% de la población vive en pobreza y el 18% en extrema pobreza. Estos son los mejores datos que se han conseguido.
No, lo siento, señor Pineda, usted sabe que le aprecio, me encanta discutir con usted, pero en este caso lamento que pueda decir que nos va a preocupar mucho que gane el candidato de izquierdas en Chile. A mí, personalmente, no me va a preocupar nada. Como no me preocupa nada que haya ganado el señor Castillo. Porque tanto en Chile como en Perú lo han hecho a través de elecciones perfectamente homologables, han competido en buena ley democrática y tienen y ejercen un poder legítimo. Y por eso tienen absolutamente mi respeto y mi voluntad de cooperar con ellos como le expresé al presidente Castillo y como se lo expresaré a cualquiera que gane las elecciones en Chile a finales de este mes. Por favor, por favor señor Pineda, esa comparación está completamente fuera de lugar.
La situación que tenemos en Nicaragua, yo no sé cómo el señor [Mick] Wallace la puede describir como la ha descrito. Todo el mundo que tiene un mínimo de objetividad conoce cuál es la situación allí. Desgraciadamente no tenemos más instrumentos que los que tenemos para combatirles. Para combatirles sí, para combatirles democráticamente, apoyando a la sociedad civil en lo que podemos, ayudando al pueblo de Nicaragua en lo que podemos, tratando de conseguir la liberación de los prisioneros políticos en lo que podemos, y lo seguiremos haciendo.
*Este texto se editó a partir del discurso del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell y sus respuestas durante una intervención ante el Parlamento Europeo, este 14 de diciembre de 2021. Puede ver aquí el texto original.