12 de enero 2016
A este año que apenas comienza, desde hace rato los políticos le vienen apodando “año electoral”, sin más fundamento que la ambición de ganarse una curul, y en interés de crearles ilusiones a la población en lo que no pasará de ser un carnaval demagógico que carece de todo incentivo para justificar la participación popular. Este “año electoral” carece de todas las características de un evento cívico transparente, pero tiene todas las condiciones que Daniel Ortega ha creado para prolongar su estadía en el poder.
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La oposición, peor que desunida, está desarmada de programa político atrayente, y ese no es un fenómeno de reciente data, sino un problema arrastrado durante varios años hasta llegar a su actual estancamiento. La única movilidad la tiene en cada año electorero, y mantiene su alejamiento – hasta su negación— de las luchas de contenido social, debido a su liderazgo mayoritariamente burgués; además, sus líderes tienen un conservadurismo ideológico y una visión anquilosada sobre los conflictos sociales del país y del mundo. Y, para mayor desventura, tienen una inveterada dependencia de los puntos de vista de los gobiernos norteamericanos.
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Esa situación se ha visto acompañada últimamente de un fenómeno político: la oposición tradicionalista, que ha marginado históricamente a las fuerzas de izquierda, la está tolerando condicionalmente, aunque esas condiciones no estén escritas. Esa fuerza organizada de izquierda, por su consecuencia política ha logrado ser aceptada, pero a veces ha puesto en riesgo su calidad de izquierda, porque algunos de sus líderes han adoptado puntos de vistas de la oposición sobre política internacional, en especial hacia América Latina. Incluso, concurren a eventos “sociales” de la embajada USA, como ha sido habitual en políticos de derechas.
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Todo el mundo lo sabe, la oposición nunca ha tenido puntos de vista propios sobre política internacional, sino copias de los norteamericanos. Y eso, en vez de fortalecer a la oposición la debilita, porque la vuelve inconsistente en política e ideológicamente floja. Veamos si no, este hecho muy actual y básico: la derecha nica tiene ratos de andar afanada por parecerse a la oposición venezolana, siempre de acuerdo con la política estadounidense, y buscando su ayuda tal como la obtiene la MUD.
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Pero ha olvidado estas diferencias: 1) que Nicaragua no tiene los recursos naturales de Venezuela (petróleo, en especial) por los cuales Estados Unidos deba echarlas todas a su favor, como lo hace con la MUD; 2) la oposición nica no tiene la experiencia de la oposición venezolana, ganada durante cuarenta años con sus gobiernos al servicio de las transnacionales petroleras; 3) Si Daniel Ortega, no capta abiertamente el cariño gringo, tampoco los gringos miran mal su política de alianza con el Cosep y obediente al FMI, por lo tanto, no les disgusta su permanencia en el poder.
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No han faltado oportunidades para que la oposición intentara revertir esta situación, pero, por las causas indicadas, no las ha querido aprovechar. Si la ubicamos en el período post fraude del 2008, y en el pre electoral del 2011, veríamos su manifiesta incapacidad para movilizar a la ciudadanía contra las violaciones constitucionales (como al Artículo 147); y si la ubicamos en el período post fraude electoral del 2011, la seguimos viendo igual de incapaz para promover la movilización ciudadana.
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Al perder estas oportunidades, su función en la Asamblea Nacional es nula, porque nunca convocó al pueblo a luchar en la calle contra leyes y reformas inconstitucionales, y sus diputados se dedicaron a disfrutar de sus curules con puros discursos. Una tercera oportunidad perdida, fue durante el consenso logrado el 2013, por disímiles corrientes políticas e ideológicas patrióticas en contra de la concesión canalera que, emulando con crecida desventaja al tratado Chamorro-Bryan, Daniel Ortega le hizo al chino Wang Jing.
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Si esa conducta opositora no ha variado, y continúa con sus prácticas tradicionales de dimes y diretes entre sus políticos, y mientras los campesinos les han dado una lección de combatividad que no toman en cuenta, ¿en qué podría culminar esa politiquería medrosa, si no en una nueva participación borrega en otro carnaval electorero? Lo importante para la oposición parece ser quién sí y quién no tiene un idóneo perfil presidenciable, y eso, además de innecesario, es tonto frente a la maquinaria electoral orteguista, y solo sirve para despertar ambiciones personales, alejándose más de la unidad, y consolidando el régimen de Ortega.
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Puede seguir con la movilización ciudadana en contra de la maquinaria de los fraudes llamada “consejo supremo electoral”, pero para hacerla efectiva se requiere hacer suficiente presión popular en las calles y por todos los medios, incluyendo la desobediencia civil, la cual sería absolutamente legítima, porque estaría luchando contra todo el andamiaje ilegal montado por Daniel Ortega. Pero, eso nunca se logrará, si la oposición continúa aferrada a sus viejos esquemas de lucha.
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Se dice que la movilización de los miércoles frente al consejo electoral del supremo Daniel no ha logrado vencer la apatía de la gente, y es cierto, pero podría no ser culpa de “la gente”, porque: 1) la han convocado de manera tradicional, burocrática, sin una previa organización en los barrios; 2) los líderes no han renunciado a su atracción fatal por las cámaras de televisión; 3) por falta de organización, no han podido evitar la infiltración de provocadores ni hacerles frente con firmeza; 4) no dejan en casa sus queridas banderitas partidarias; y 5) la no asociación del discurso contra la violación de la institucionalidad, con el enfoque de los problemas sociales y contra las violaciones de los derechos humanos, por ejemplo.
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Si Ortega y sus aliados como Alemán y otros oportunistas ya tienen el cuadro rayado para jugar al fraude, y los líderes opositores –como si ignoran eso— fingen ingenuidad pidiendo a Roberto Rivas que “ponga las reglas del juego”, solo queda preguntarse: ¿cuáles elecciones?
Cronología imperial (*)
1925.- 1) Entre e119 y el 21 de abril, ocurrió lo ya habitual: marines yanquis desembarcaron de nuevo en el puerto La Ceiba, Honduras. 2) Entre el 12 y 23 de octubre, hubo cruentos episodios en Panamá con motivo de la huelga de inquilinos, y para “preservar el orden”, desembarcaron 600 marines gringos a solicitud del presidente Chiari; la reacción de los panameños fue de luchar, con el resultado de gran cantidad de muertos y heridos.
1926.- 1) El 25 de enero, el viejo rufián conservador Emiliano Chamorro (el mismo del pacto canalero con Bryan), desalojó del poder al presidente Carlos José Solórzano (conservador), e impidió que asumiera el cargo su vicepresidente (liberal) Juan Bautista Sacasa.
2) Las luchas intestinas provocadas por ese golpe de Estado, permitió el retorno de marines yanquis a Nicaragua el 7 de mayo, cuando apenas se habían retirado los interventores que llegaron en 1912, y se fueron el 5 de junio, muy próximos a reanudar su intervención armada.
3) El 27 de agosto, obligado por sus compromisos internacionales, Estados Unidos no pudo reconocer como gobernante de Nicaragua a Emiliano Chamorro, y ordenó la “elección” del viejo servil Adolfo Díaz, y reforzó su decisión con otro desembarco de marines.
4) El 26 de noviembre, desembarcó en Prinzapolka, cerca de Bluefields, en el Caribe, el general José María Moncada, en apoyo de Sacasa, como presidente constitucional de Nicaragua. Estados Unidos ya había reconocido a su títere Díaz, y resolvió mantenerlo como “presidente” de Nicaragua.
5) Cuando el 26 de diciembre, la lucha en Bluefields se decidió a favor de Moncada, el almirante Julián Latimer desembarcó en la zona, declaró su “neutralidad” y emplazó el desarme de las fuerzas rebeldes, las cuales cedieron gran parte de su armamento, pero se retiran en dirección a Managua, la capital. La acción de Latimer salvó al títere Adolfo Díaz.
6) El 27 de diciembre, uno de los jefes que participó en la acción de Moncada, ayudado por prostitutas de Puerto Cabezas, logró posesionarse de 29 rifles y municiones que de otro modo debían ser arrojadas al mar, y con una pequeña fuerza logró burlar el cerco y refugiarse en los montes selváticos de la región. Se llamaba Augusto C. Sandino y con esa acción inició su lucha contra las tropas extranjeras.
(Continuará)
(*) Resumida de Guía del Tercer Mundo-86.
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