18 de febrero 2020
En el contexto de la crisis sociopolítica actual, el rumbo de la economía es un dilema de prioridad para nuestra población. Por un lado, están los actores y sectores económicos y políticos quienes creen que el estado debe generar confianza política dando señales de respeto a los derechos humanos y condiciones democráticas, para reactivar y sentar bases de una nueva economía. Y del otro lado, un régimen reprimiendo los liderazgos y movimientos sociales de oposición, desconectando al país del mundo democrático, del cual depende nuestra economía, y queriendo lograr apoyo de actores económicos importantes para una estrategia de sobrevivencia. Según el proyecto de nación que prevalezca, será el tipo de economía de los próximos años.
Se destruyó rápidamente lo que no estaba construido sobre base firme. Más allá de las narrativas, el notable crecimiento económico de una década desapareció de la noche a la mañana por carecer de cimientos sólidos. En realidad, el gobierno, al desatar una inusitada violencia contra la sociedad civil desarmada e irrespetando totalmente los derechos humanos, dinamitó el llamado estado de bienestar, desmintiendo su narrativa de respeto a las libertades.
Este explotó porque era una especie de burbuja estructural, sin sostenibilidad política ni económica. Políticamente, el modelo de alianza pública-privada colapsó, porque en la práctica se trataba de un modelo neoliberal mixto (de derecha y de izquierda); es decir, empujando ambos lados un crecimiento desigual sin estrategia de desarrollo, y destinado a fallar por las ansias gubernamentales de monopolizar la economía con una visión estatista.
Económicamente hizo falta: a) consenso amplio de diversos actores con participación orgánica; b) estrategia de transformación y diversificación productiva; y c) rutas de formación en competencias y valores humanos a los agentes económicos. En la insostenibilidad del modelo de bienestar hay responsabilidad compartida entre gobierno y sector privado; pero el gobierno se lleva la palma de oro por explotar la burbuja estructural que sostenía la imagen de bienestar general.
Las protestas latinoamericanas indican que modelos y estrategias similares explican las inequidades y los descontentos poblacionales; agregándose en nuestro país violaciones de mayor magnitud a los derechos humanos. Es necesario transitar hacia una nueva economía sobre nuevas bases socio-políticas enmarcadas en acuerdos políticos para superar la crisis.
Condiciones para una sobrevivencia. Con los despojos del naufragio económico a que el régimen sometió al país, este parece empecinado en una estrategia de sobrevivencia política, buscando una fórmula de sobrevivencia económica; para ello cuenta fundamentalmente con sus bases partidarias. Esta estrategia no tiene sentido económico ni político.
Económicamente el gobierno implementa medidas que profundizan la recesión; el manejo de las reservas financieras internacionales es sólo paliativo frente a la enorme caída del 10 por ciento del PIB en menos de dos años, un desempleo galopante y crecimiento de la pobreza. Resultados de medidas como la reforma fiscal y al seguro social, confiscaciones de propiedades, y manejo secreto de la información y registro público de propiedades. Agregándose la caída de las fuentes financieras legales e ilegítimas del gobierno por presiones y sanciones internacionales. En síntesis, un cierre de las condiciones meramente económicas para reactivar la economía para todos.
Políticamente el gobierno apunta a la desconexión del mundo democrático, pretendiendo hacerse respetar mediante represión contra los verdaderos liderazgos y movimientos sociales de oposición, y eventualmente contar con apoyo de actores económicos importantes. Internacionalmente aislado casi totalmente; con los aliados del ALBA de capa caída, y ni los rusos ni los chinos muestran interés en apoyar un país geopolíticamente distante; improductivo para los chinos y con incompatibilidades tecnológicas para los rusos.
¿Habrá actores económicos internos importantes que se dobleguen ante esa propuesta, dando las espaldas a la resistencia ciudadana? La sobrevivencia que propone el gobierno no es viable ni económicamente ni para valores de ética política; entonces, ¿de cuál economía y para cual patria estamos hablando?
La economía y la patria a las cuales apostar. Se superará el dilema económico superando la crisis socio-política. Para ello se imponen valores éticos y decisiones políticas que los actores económicos deben adoptar, ya que no habrá economía digna sin libertad de las y los presos políticos, sin respeto a los derechos humanos y todas las libertades ciudadanas.
Si el sector privado quiere que nuestra sociedad lo respete en el futuro, deberá pasar de pronunciamientos a acciones concretas de solidaridad con quiénes demandan justicia y claman por sus derechos; empleando su profesionalismo y sus recursos para presionar por una salida negociada, y poder así transitar hacia una patria libre y democrática, en donde la economía también se democratice con equidad y sentido humano para todos.