19 de abril 2020
Desde que se descubrió el covid-19 como causa de los casos de neumonía que se comenzaron a presentar en China en diciembre de 2019, estamos tratando de aprender sobre la naturaleza del virus, su comportamiento, sus consecuencias y las formas de reducir el daño que provoca, para aplicar esos conocimientos en Nicaragua. Cabe mencionar que día a día se aprende. Algunos conocimientos nuevos son esperanzadores, como el inicio de las pruebas clínicas para determinar la eficacia de una vacuna, o el descubrimiento de fármacos que, al menos in vitro, muestran efectividad contra el virus. Otros son preocupantes, como la posibilidad de que la infección por covid-19 no induzca inmunidad, lo que explicaría la reinfección observada en Corea del Sur.
Aparte de predicciones teóricas, conviene analizar lo que ha ocurrido en algunos países donde la infección lleva más tiempo desarrollándose. Los analizaremos no en una fecha determinada, sino en los momentos en que en cada uno de esos países habían transcurrido dos meses desde la aparición del primer caso, para facilitar la comparación entre ellos. Tomaremos cuatro países: China, Corea del Sur, Estados Unidos, Alemania e Italia. No se toma ningún país latinoamericano, porque ninguno de estos países ha cumplido los dos meses desde el primer caso. Luego se puede tratar de suponer cómo las diferencias entre Nicaragua y los países mencionados podrían modificar la evolución de la enfermedad en nuestro país.
Las comparaciones se realizan en base a indicadores. Estaremos llamando tasa de ataque al número de casos confirmados de COVID 19 por cada millón de habitantes. Tasa de letalidad es las muertes por esta enfermedad, como porcentaje de todos los casos confirmados. Tasa de mortalidad son las muertes por covid-19, por millón de habitantes. Los datos de casos confirmados y de muertes por covid-19 son tomados de WHO covid-19 reports, y los datos de población son tomados de UNFPA, 2019. En el anexo se presentan los datos usados para el cálculo de los indicadores.
En el período de dos meses siguientes a la aparición del primer caso, la tasa de ataque más alta, y muy por encima de los otros tres países, le corresponde a Italia. La más baja, a China (gráfico 1)
Fuente: WHO, para número de casos. Número de habitantes según UNFPA 2019
La tasa de letalidad más alta le corresponde a Italia, y la más baja a Alemania (gráfico 2).
La tasa de mortalidad más alta por COVID 19 la tiene Italia, y Estados Unidos la más baja (gráfico 3).
De la información anterior, lo primero que se desprende es que el covid-19 no tiene un comportamiento uniforme. Varía mucho de un país a otro. La variación en cuanto a tasa de ataque depende principalmente de las medidas de control que se toman y de la oportunidad con que se toman.
La tasa de letalidad está en función de la calidad de atención médica a los enfermos y de la estructura por edad de la población; a mayor proporción de ancianos, mayor letalidad. Y la tasa de mortalidad depende de ambas: de la tasa de ataque y de la tasa de letalidad. En China, con una mediana tasa de letalidad, la tasa de mortalidad es baja, porque tiene una baja tasa de ataque. En países como Italia y España se han juntado altas tasas de ataque y altas tasas de letalidad, dando como consecuencia tasas de mortalidad muy altas.
Entre las medidas de control tomada en estos países, sobresale el distanciamiento social. En unos ha sido implementado con fuerza extrema, como en China, donde con auxilio de la fuerza pública, la ciudad de Wuhan, y otras ciudades de la misma provincia, fueron totalmente aisladas. Se interrumpió el transporte público, tanto aéreo como terrestre. Las carreteras fueron bloqueadas. Se impuso cuarentena en estas y otras ciudades, que sumaban unos 760 millones de habitantes, según The New York Times. La gente debía estar confinada en sus casas. Se cerraron todos los centros educativos, pero también todos los trabajos no indispensables; todo tipo de reuniones y eventos, fueran estos recreativos, deportivos, religiosos, o de cualquier índole. En ciudades chinas que suspendieron el transporte público, cerraron centros de entretenimiento y prohibieron reuniones antes de que ocurriera el primer caso de covid-19, tuvieron 37% menos casos que ciudades donde no implementaron estas medidas. En países como Italia y España, el distanciamiento social no se implementó oportunamente ni con suficiente fuerza, sufriendo una tasa de ataque muy elevada. Políticos de España minimizaron el riesgo de la enfermedad, aun cuando ya había decenas de casos. Alemania actuó con más prontitud y fuerza que estos dos países, y ha tenido mejores resultados.
La identificación temprana de personas infectadas con covid-19, y el consecuente aislamiento pareciera ser la medida que más éxito ha tenido para limitar la propagación de la infección, en Alemania, Singapur, Corea del Sur y la misma China. Con tal fin, algunos de estos países han procedido a la realización masiva, o al menos muy amplia de exámenes de laboratorio, incluso a personas asintomáticas. Estos exámenes masivos se realizan en redes de laboratorios, tanto estatales como privados.
En Corea del Sur, un sistema de información muy amplio y ágil, que incluso permite a la gente ver en sus celulares los lugares donde hay casos de covid-19, y así evitarlos, ha sido de ayuda.
Algunas ciudades de Italia donde han usado ampliamente mascarillas, han tenido una tasa de ataque inferior a otras en el norte, donde las usaron poco.
En general, todos estos países, pero en especial Alemania, tienen buenos recursos para la atención hospitalaria. Sin embargo, en Italia y España la capacidad hospitalaria ha sido sobrepasada por la demanda derivada de la pandemia.
En base a los datos originados en los países mencionados, se puede calcular el número de casos y de muertes por covid-19 que ocurrirían en Nicaragua en los dos meses siguientes a la aparición del primer caso en este país, en el supuesto de que las condiciones en nuestro país fueran iguales a cada uno de los países examinados. Siendo que en Nicaragua el primer caso fue reportado el 18 de marzo, los cálculos se refieren al 18 de mayo.
Es evidente que las condiciones de Nicaragua son diferentes de las observadas en los países aquí analizados. Podemos tratar de imaginar cómo estas diferencias podrían influir en el comportamiento del covid-19 en nuestro país. En este sentido, un artículo del Dr. Jorge Jenkins analizando las posibles causas del bajo número de casos que hasta este momento existen en el país, resulta de utilidad.
Se contempla como una posibilidad de que el clima caluroso juegue a nuestro favor. En general, los virus que afectan el sistema respiratorio atacan más en el frío, en invierno, y un estudio en China, sujeto a verificación, muestra que la tasa de ataque fue un poco menor en las provincias menos frías. Sin embargo, los serios daños que el covid-19 está causando en Guayaquil, que tiene clima cálido, nos induce a no basar mucho en el calor nuestras esperanzas.
Los menores contactos de los nicaragüenses con extranjeros, probablemente está ayudando a limitar los contagios. Estos menores contactos se derivan de que no son muchas las personas que viajan al exterior, y no lo hacen tan seguido, como en los países desarrollados. Esta sería la misma razón por la cual hay pocos casos en África. Además, la suspensión de vuelos de la mayoría de las líneas aéreas, ha disminuido grandemente la visita de extranjeros. Cabe señalar que esta suspensión de vuelos ha sido por decisión de esas compañías, debido al escaso número de pasajeros, y no una medida gubernamental.
Ciertamente que tener una proporción de personas relativamente alta viviendo en el área rural crea un distanciamiento natural, que nos favorece.
Una población que dista de tener la elevadísima proporción de ancianos que tienen Italia y España, tiende a reducir la letalidad de la enfermedad en Nicaragua.
Por supuesto que el número de casos confirmados en Nicaragua puede estar por debajo de la realidad, bajo dos circunstancias: a) Se realizan pocos exámenes para detectar infectados, y b) si se oculta la verdad. Esto último es una tendencia bien marcada en este Gobierno, observada en diferentes ámbitos de la vida en nuestro país.
Como en cualquier parte del mundo, la actuación de la población y del Gobierno, serán las principales determinantes del comportamiento del covid-19 en nuestro país. Buena parte de la población y organizaciones de la sociedad civil está tomando medidas preventivas: hay confinamiento voluntario en casa; evitan mandar sus hijos a clases; se han suspendido las misas y la mayoría de las procesiones; la asistencia a las playas y centros recreativos ha disminuido; hay personas usando mascarillas.
Por su parte, el Gobierno no ha promovido el distanciamiento social, con la excepción de la decisión reciente de prolongar por una semana las vacaciones de Semana Santa. Por el contrario, ha organizado actividades que implican reunión de personas, como marchas, eventos deportivos, asistencia a las playas y ferias. Más grave aún, obliga a empleados públicos a participar en estas actividades. Sus partidarios, mediante las redes sociales, hacen burla del uso de mascarillas. Limita a la población de hacerse exámenes para la detección del virus en laboratorios privados, actuando en sentido opuesto a países que han encontrado en la realización masiva de exámenes, una forma efectiva de reducir el contagio, al aislar oportunamente a las personas infectadas, y donde el trabajo conjunto de laboratorios públicos y privados ha sido muy importante.
También limitan la información a la población, sobre todo en relación a los exámenes realizados y sus resultados, al revés de lo que han hecho en Corea del Sur, de mantener muy bien informada a la población, que puede así protegerse mejor. El mensaje que transmiten los medios de comunicación del Gobierno es que todo está normal, minimizando los riesgos o ridiculizando las medidas que propone o toma la sociedad civil.
En cuanto a preparación de los hospitales para atender el exceso de demanda que podría derivarse de la pandemia, el problema es serio. Los recursos materiales son bastante menores que los disponibles en países desarrollados, como los aquí examinados, y que a pesar de ello, algunos han visto rebasadas sus capacidades. En cuanto a recursos humanos, el Ministerio de Salud ha perdido excelentes médicos y otros profesionales de la salud, por mero revanchismo político. Su reincorporación es necesaria de inmediato para estar mejor preparados para un posible notable incremento en la demanda de atención. La atención compleja de pacientes severamente afectados por el covid-19 necesita de médicos, pero no de cualquier tipo de médicos, sino de unos bien experimentados. Es responsabilidad del Gobierno ante la emergencia, corregir cuanto antes el error, y proceder a la reincorporación del personal de salud injustamente despedido.