6 de mayo 2020
Desde la primera comunicación sobre la nueva enfermedad por coronavirus, Covid-19, la comunidad científica mundial se puso al frente del problema, proporcionando un abordaje científico de este. Preocupados por el impacto de la nueva enfermedad, los Gobiernos de todas partes recurrieron inmediatamente al criterio experto de sus hombres y mujeres de ciencia, echando a andar las plataformas nacionales que vinculan a científicos y autoridades del Ejecutivo.
Dichas plataformas, que suelen existir en un sinnúmero de modalidades (comités, foros, consejos nacionales, sociedades científicas, entre otras), brindan asesoramiento a formuladores de políticas en la toma de decisiones sobre asuntos que requieren conocimientos técnico-científicos.
Desafortunadamente, en Nicaragua el abordaje empleado para confrontar el Covid-19 se ha distanciado de lo realizado por la mayoría de los países, ignorándose las recomendaciones de los principales epidemiólogos y otros expertos nacionales. El Gobierno ha venido haciendo todo lo contrario de la práctica global, dejando abiertas las fronteras, negándose a rastrear los casos por medio de un muestreo generalizado y afirmando —como si se tratara de una declaración de principios— que “Nicaragua no ha establecido ni establecerá cuarentena”. En vez de evitar las aglomeraciones de personas para evitar el contagio, el Gobierno se ha negado a cerrar escuelas y universidades, y ha promovido, además, eventos multitudinarios en los que podría desatarse fácilmente un contagio masivo.
Como si eso fuera poco, no se puede confiar en las informaciones que presenta el Gobierno sobre la enfermedad, porque según todas las proyecciones epidemiológicas realizadas por diversos expertos, a falta de una estrategia de supresión de la enfermedad, y después de cinco semanas del primer caso confirmado, resulta estadísticamente imposible que Nicaragua registre apenas trece casos (al 28 de abril de 2020) de Covid-19 y solamente tres fallecimientos.
En realidad, Nicaragua podría estar experimentando una epidemia silenciosa que, aún ocultada por el Gobierno, podría estallar en cualquier momento. Se anticipa que el coronavirus podría causar daños incalculables a una población ya fatalmente afectada por otras enfermedades infecciosas como el dengue. Ante esa situación y considerando el débil sistema de salud, científicos y expertos nacionales han expresado su temor de que la táctica del Gobierno de ignorar o minimizar la pandemia podría llevar al país a la ruina total.
Los retos que impone la pandemia de Covid-19, como todo problema de índole global, obligan a utilizar los mejores conocimientos, tecnologías y herramientas científicas para su entendimiento y solución. Por una parte, como problema de salud global, el Covid-19 ha demandado conocimientos de epidemiología, virología, salud pública, biología molecular, medicina, por mencionar algunas ciencias que parecen evidentes.
La Academia de Ciencias de Nicaragua (ACN), junto con varias asociaciones médicas y organizaciones de la sociedad civil, ha expresado su preocupación por el abordaje equivocado de la pandemia por parte del Gobierno, mediante comunicados dirigidos a la sociedad nicaragüense.
El conjunto de ensayos reunidos en este libro se inspira en el Mensaje a la Nación de la ACN, publicado el 30 de marzo de 2020, que llama a los científicos a desempeñar un rol activo en la identificación de los problemas que plantea la pandemia y la formulación de propuestas para la toma de decisiones basada en evidencias científicas. Atendiendo el llamado de la Academia y por iniciativa de algunos miembros, aquí se reúnen las primeras reflexiones con el ánimo de fomentar un debate público informado que ayude a la población a confrontar efectivamente la crisis que presenta la pandemia.
Especialistas en educación alertan sobre la problemática que representa para países como Nicaragua la inasistencia de niños, adolescentes y jóvenes a sus escuelas y universidades. Principalmente, se discute que se podría acentuar la brecha de desigualdad entre ricos y pobres, porque los más pobres enfrentan mayores obstáculos, como el acceso a recursos en línea. Eso fue evidente durante la disrupción de clases en 2018. Mientras los centros privados pudieron preparar sus plataformas de educación en línea, los centros públicos no contaban con las herramientas tecnológicas necesarias.
En relación a los temas económicos y financieros, los expertos aseguran que, como impacto directo de la pandemia sobre la economía de los países, aumentarán el desempleo y la pobreza, disminuirán las inversiones extranjera y nacional, lo cual producirá un incremento de la migración. A nivel mundial, en el informe de la Red mundial contra las crisis alimentarias, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otros organismos de las Naciones Unidas alertan de que, frente a los desafíos de la pandemia, los países más pobres corren el riesgo de caer en situaciones de hambruna. En esa línea, en Centroamérica debería preocuparnos la región del corredor seco y demás comunidades vulnerables, como la Costa Caribe de Nicaragua.
Los pueblos indígenas y afrodescendientes de Nicaragua son inmensamente vulnerables ante el COVID-19, debido a la extrema pobreza y la marginación, y porque presentan peores índices sanitarios y carecen de acceso a los servicios de salud. A esto, se suma la situación de despojo de sus tierras por mafias despiadadas que invaden sus territorios ancestrales, lo cual les dificulta el acceso a los alimentos y propicia la destrucción los bosques y las reservas naturales.
La negligencia ante los problemas ambientales y la conservación de la naturaleza es de larga data en Nicaragua, pero empeoró durante este último régimen, como quedó demostrado durante el incendio de la Reserva Biológica Indio Maíz en 2018. Es sabido que durante cualquier crisis social o económica siempre resulta negativamente afectada la naturaleza y seguramente ocurrirá lo mismo durante la crisis que viene provocando la pandemia de Covid-19.
En este libro, los expertos argumentan que la despiadada destrucción de los bosques causará serias consecuencias sobre el calentamiento local y de la región, impactando negativamente sobre la disponibilidad de agua. El deterioro de las cuencas hídricas y la pérdida del agua, en cantidad y calidad, que es un problema estructural, ha sido burdamente desatendido y la crisis del Covid-19 aumenta el número de tensores y factores determinantes, por lo que se debería tomar en cuenta en una estrategia global de país para enfrentar la epidemia.
Al mismo tiempo, el Gobierno ha admitido que no establecerá medidas de contención del virus, porque no se quiere afectar la economía, suponiendo una elección absurda entre el dinero o la vida, como si hubiera una contraposición obligatoria. Esa obsesión del régimen de anteponer los intereses políticos y económicos de los grupos de poder por encima de los intereses de la ciudadanía terminará agravando aún más la crisis sociopolítica y económica que viene destruyendo el país desde 2018.
A pesar de todas las dificultades discutidas en este libro, los expertos también señalan un sinnúmero de acciones y estrategias para confrontar los retos que plantea la epidemia, lo que debería difundir algún optimismo que motive a la acción de la gente, en solidaridad con los más vulnerables. Este esfuerzo tiene también la virtud de ofrecer una excelente introducción a una variedad de temas que se debaten a nivel mundial acerca de la pandemia, a la vez que examina a fondo la emergencia en el contexto del país. Esperamos que promueva el debate ciudadano sobre esta nueva realidad, acaso uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo.
Presentación del libro Covid-19, el caso de Nicaragua. El libro está disponible al público, para descarga gratuita en el enlace: bit.ly/3d8bdZr