24 de octubre 2019
JOHANESBURGO – Según los verificadores de datos del Washington Post, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha hecho más de 13 000 declaraciones falsas o engañosas desde que asumió el cargo. No sorprende que algunos duden de que la verificación de datos de las declaraciones de los políticos sea una respuesta a los problemas de esta era de la desinformación.
Cuando políticos y periodistas de Europa, Estados Unidos, África y Asia se reunieron en la Conferencia Global sobre Libertad de Prensa en Londres en julio, reconocieron que el aumento de la desinformación ha contribuido a la caída en la confianza pública en los políticos y en los medios. Pero no se plantearon soluciones efectivas. Cuando la elite política y empresarial de Europa se reunió el mismo mes en la conferencia Les Rencontres Économiques de Aix-en-Provence 2019, ellos también vieron pocas opciones para una confianza renovada.
Pero eso no significa que no haya ninguna. En nuestra calidad de líderes o fundadores de organizaciones de verificación de datos en África, América Latina y Europa, sabemos que nuestro trabajo puede desempeñar un papel importante a la hora de contrarrestar los efectos de la desinformación y recuperar la fe en las fuentes confiables.
Cumplir con esta obligación exige, primero y principal, una comprensión integral de los desafíos que enfrentamos. La mayoría de las casi 200 organizaciones de verificación de datos del mundo operan sobre la presunción de que brindarle a la población información correcta suele convencerla de corregir una visión falsa.
Como cabe esperar, la mayor parte del trabajo académico sobre verificación de datos ha apuntado a poner a prueba esta presunción. Los resultados son alentadores. Si bien nadie puede decir que brindarle a la gente información correcta sea una garantía de que vaya a modificar sus opiniones, repetidos estudios han demostrado que la verificación de los datos ayuda a la población a revisar la manera en que entiende las declaraciones, inclusive cuando el resultado contradiga una creencia muy sólida.
Pero no basta con publicar las verificaciones de datos. Por empezar, hasta con los mayores recursos no sería posible rastrear a todos los que han comprobado que se corrige la desinformación y poner nuestra verificación de datos frente a sus ojos. Y decididamente hay demasiada desinformación circulando online y en el debate público como para verificar los datos en torno a cada comentario falso que se hace.
Es por eso que, más allá de identificar y corregir la desinformación importante, los verificadores de datos deben involucrarse con los políticos, los medios tradicionales, las plataformas de redes sociales y otras instituciones relevantes para reducir la oferta. Esto implica solicitar a figuras públicas correcciones oficiales, presentar quejas ante organismos normativos y ofrecer capacitación a las organizaciones periodísticas. También significa trabajar con compañías tecnológicas para encontrar maneras de prevenir la circulación más generalizada de desinformación, inclusive entre fronteras internacionales.
Al mismo tiempo, las organizaciones de verificación de datos no deberían centrarse exclusivamente en combatir la información falsa, sino también en identificar fuentes de información confiable y dirigir a sus lectores y seguidores hacia ellas. Y deberíamos trabajar con las escuelas y otras plataformas educativas para ayudar a enseñarle a la gente a identificar comentarios falsos o engañosos. Esta es la estrategia que han adoptado nuestras organizaciones, y por más pequeñas y carentes de recursos que sean, el impacto ya es aparente.
Por ejemplo, en enero, Ibrahima Diouf, la economista a cargo de redactar la plataforma de uno de los principales partidos políticos de Senegal, Parti de l’Unité et du Rassemblement, le dijo a un investigador de la Universidad de Dakar que, gracias al trabajo del equipo de Africa Check, los escritores de plataformas de partidos políticos prestaban más atención a la precisión de sus cifras.
De la misma manera, en Sudáfrica, Febe Potgieter-Gqubule, el gerente general del gobernante Partido Nacional Africano, declaró en una reunión pública que Africa Check “desempeña un papel importante” a la hora de hacer responsables a los partidos políticos y a sus líderes. Unos pocos meses antes, el Servicio Policial Sudafricano oficialmente revisó las estadísticas de delitos nacionales, luego de una intervención de Africa Check, admitiendo que los datos eran peores de los que habían informado inicialmente. Reducir la oferta de desinformación involucrando a quienes están en el poder funciona.
Al mismo tiempo, en Argentina, la organización de verificación de datos Chequeado ha creado el primer programa del país para enseñar pensamiento crítico y habilidades de alfabetización periodística a los jóvenes. Los resultados de este esfuerzo para inocular a los jóvenes contra el daño causado por la desinformación reflejaron los de un estudio de 2016, que demostraba un gran salto en la capacidad de los niños en edad escolar en Uganda para distinguir entre buena y mala información sobre la salud después de habérseles enseñado habilidades similares.
Finalmente, una verificación de datos efectiva requiere esfuerzos destinados a mejorar el acceso público a información confiable. En el Reino Unido, por ejemplo, Full Fact ha trabajado con la Oficina de Estadísticas Nacionales no sólo para abrir sus datos a una audiencia más amplia, sino también para garantizar que se los entregue en una forma que la población pueda entender.
Si bien no deberíamos subestimar la magnitud de la amenaza planteada por la desinformación y la pérdida de confianza, o la complejidad de sus causas, el problema no es tan irresoluble como algunos parecen creer. Al abordar no sólo los síntomas de la desinformación y la falta de confianza, sino también los problemas sistémicos que los sustentan, las organizaciones de verificación de datos, los medios, el gobierno y las empresas pueden hacer frente a estas tendencias preocupantes.
Peter Cunliffe-Jones es el fundador de Africa Check. Laura Zommer es directora ejecutiva de Chequeado. Noko Makgato es director ejecutivo de Africa Check. Will Moy es máximo ejecutivo de Full Fact. Copyright: Project Syndicate, 2019.