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Cinco tendencias globales en América Latina

Seguimos sin responder -e incluso sin plantearnos- cómo alcanzar un desarrollo inclusivo con protección del medioambiente

Seguimos sin responder -e incluso sin plantearnos- cómo alcanzar un desarrollo inclusivo con protección del medioambiente

Armando Chaguaceda

19 de septiembre 2022

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En la compleja coyuntura que estamos viviendo es posible identificar algunas tendencias globales de carácter económico, político, social y cultural, así como las características que estas asumen al aterrizar en América Latina. Las cinco tendencias globales se corresponden con dimensiones de “lo social”, entendido esto en sentido amplio. Sin embargo, puesto que ningún proceso es lineal, debemos pensar que las cinco tendencias incluyen expresiones de resistencia a sus dinámicas principales.

La primera tendencia global, en términos políticos, es la autocratización contestada que vive América Latina. De manera inexplicable en los circuitos diplomáticos y académicos se sigue repitiendo que existe un pleno consenso democrático latinoamericano. En la práctica, si bien existe una mayoría de gobiernos republicanos, hay una incapacidad para detener el ascenso de regímenes abiertamente autoritarios y establecer cordones sanitarios o revertir la autocratización en curso. Este consenso democrático interamericano alguna vez se aproximó a ser una realidad, pero nunca fue pleno, pues siempre subsistieron autocracias -como la cubana- unidas a democracias de baja calidad con enclaves territoriales y sociales autoritarios.

Debemos reconocer que en el continente hoy existe un ecosistema autocrático -con gobiernos de izquierda como Cuba, Nicaragua y Venezuela- pero parece asentarse también la posibilidad de gobiernos iliberales de derecha con personajes como Nayib Bukele. Dichos procesos encuentran la desigual, pero sostenida resistencia de diversos actores sociales y políticos, que pugnan por preservar o conquistar su derecho a tener derechos. En ese sentido, fortalecer la gobernabilidad y ciudadanía democráticas implica voltear a mirar, en lo analítico y en lo práctico, a aquellos actores que resisten estos procesos en el ámbito latinoamericano.

La segunda tendencia, desde el punto de vista económico, es el afianzamiento del capitalismo en tanto modo de producción o sistema económico. Aunque el capitalismo aparece como una realidad incontestable, ello no quiere decir que no pueda acompañar el fin de la especie humana por el agotamiento del planeta. Sin embargo, hoy no hay modos de producción, distribución y consumo alternativos al capitalismo. En América Latina esto nos lleva a discutir sobre qué variantes de capitalismo o, más en concreto, que modos de regulación del capitalismo utilizamos dentro de nuestros países. Y nos lleva a revisar críticamente aquellos referentes a ratos imprecisos -el neoliberalismo y el progresismo- que se expresan en tanto conjuntos de políticas económicas, políticas públicas y también debates ideológicos.


La tercera tendencia es un proceso acelerado de des-globalización geopolítica, con potencias que disputan la hegemonía global y regional, que configuran bloques de poder en torno suyo y contra otras alianzas. Para América Latina esto supone desafiar la idea de la región como una zona de paz, vendida desde instancias como la CELAC. Es cierto que en el continente no hemos tenido hace décadas grandes disputas interestatales -salvo conflictos como el de Perú-Ecuador en 1997, en los 80 en Las Malvinas y los choques en Centroamérica- y que no tenemos una dislocación de armas nucleares. Pero la competencia de grandes potencias y sus modelos de desarrollo, así como la influencia de regímenes políticos extracontinentales -ante todo China y en menor medida Rusia- y de actores no estatales -mafias, redes terroristas, etc- con capacidad de incidir en las dinámicas nacionales, desafía la noción de paz en un sentido fuerte, amplio, multidimensional.

En ese sentido, ha que recordar que Latinoamérica es una región que se ha constituido históricamente como un continente de repúblicas. Siempre hemos combinado rasgos democráticos y oligárquicos, populares y elitistas; pero debemos también reconocer que fuimos la primera región del orbe compuesta por Estados Nación donde la forma republicana de gobierno -con sus Constituciones y elecciones- fue predominante. Con excepciones como la monarquía brasileña y antes que en Europa desaparecieran los Imperios al final de la Primera Guerra Mundial. De manera que hay una serie de elementos identitarios de nuestra historia y organización políticas en tanto comunidades nacionales que se diferencian con otros estados y sociedades como, por ejemplo, la china, la rusa o la iraní.

Una cuarta tendencia es la globalización sociocultural. Si bien la globalización ha tenido revisiones en el plano de los bloques políticos y económicos, parece inevitable entender que hay una globalización de identidades, valores y consumos que hace, por ejemplo, que los jóvenes latinoamericanos se parezcan mucho más a los jóvenes asiáticos que a sus propios padres. Esa globalización representa un desafío para América Latina, pues hay una diversidad social que pugna por ser reconocida. Esto ocurre apelando a una profusión del ejercicio de derechos -lo cual está ocurriendo hoy con juventudes en el Medio Oriente, África y Asia- que impacta la capacidad de las instituciones establecidas para incluir y responder a esas crecientes demandas de la diversidad social. Con Estados con capacidades limitadas, economías estancadas y sociedades más heterogéneas y vocales, hay tensiones para responder a esas demandas sociales en clave de políticas públicas y de reconocimiento y construcción de ciudadanía.

La última tendencia -pero no la menos importante, sino incluso la decisiva- es el deterioro ambiental que nos anuncia un cambio climático con posible no retorno. En una Latinoamérica megadiversa, con países destacados como Brasil y Colombia, seguimos sin responder -e incluso sin plantearnos- cómo alcanzar un desarrollo inclusivo con protección del medioambiente. En este rubro y en los anteriores, los grandes desafíos -epistémicos, científicos y políticos- combinan tanto en la complejidad intrínseca del problema como en la limitada capacidad de los Estados latinoamericanos para enfrentarlos hoy de modo eficaz.


*Versión resumida de la intervención realizada en el Seminario internacional “Colombia y América Latina en un mundo cambiante: Relaciones Internacionales, Ética y Democracia”.

** Texto original publicado en Latinoamérica21

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Armando Chaguaceda

Armando Chaguaceda

Politólogo, historiador y profesor de El Colegio de Veracruz, México. Doctor en historia y estudios regionales. Investigador de Gobierno y Análisis Político. Es autor de "La otra hegemonía: Autoritarismo y resistencias en Nicaragua y Venezuela"

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