Guillermo Rothschuh Villanueva
26 de febrero 2017
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Solo una minoría de periodistas cuestionan en voz alta el estado actual de la libertad de expresión.
Ante tantas amenazas de índole política
I
Los Somoza jamás supieron lidiar con la prensa, tal vez se debió a la terquedad y constancia de uno de sus más férreos opositores,el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. No fue el único en enfrentar sus injusticias,sino el más persistente. Su peregrinar empezó desde que asumió la codirección del diario La Prensa en 1948, hasta que balas asesinas segaron su vida el 10 de enero de 1978. Consciente que las luchas por una Nicaragua digna, demandaban una libertad de expresión plena y verdadera, consagró su vida por liberar al país del somocismo. Para encorsetar la prensa, el presidente Luis A. Somoza Debayle, aprobó en agosto de 1960, el Código de Radio y Televisión. Dictó la medida un año después que Chamorro Cardenal participara en la invasión de Olama y Mollejones y de las acciones guerrilleras en El Chaparral. Somoza Debayle creyó que para perpetuar la dinastía, no podía dar respiro a medios y periodistas.
Con una visión distinta, diez meses después de relevar a Luis A. Somoza Debayle, el presidente René Schick, consagró el 1 de marzo como Día Nacional del Periodista. Emitió el Decreto No 904, el 28 de febrero de 1964 y escogió para homenajearlos una fecha emblemática:el 1 de marzo de 1884, inauguración del diarismo. El primero en aparecer fue bautizado como Diario de Nicaragua ysus creadores fueron, el joven liberal Rigoberto Cabezas y el conservador Anselmo H. Rivas. La llegada de Schick al gobierno produjo un relajamiento en sus relaciones con los periodistas. Así lo reconoció el director de La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, no obstante de haber polemizado en varias ocasiones con Schick. El fallecimiento repentino del presidente —3 de agosto de 1966— dejó en el aire su promesa de ofrecer elecciones libres en 1967. ¿Sería capaz? Los periodistas Nacho Briones Torres y Chuno Blandón, sostienen que esa era su intención.
A partir de entonces —con más bajas que altas— los periodistas nicaragüenses celebran todos los años el 1 de marzo. Desde todas las orillas —y con idéntico propósito— son invitados a festejos por políticos, militares, empresarios, religiosos y similares. Cada uno de estos sectores piensa que es momento propicio para manifestarles afecto. Se muestran condescendientes y obsequiosos. Por un rato olvidan las contradicciones, el silencio, su falta de apertura, las recriminaciones e intentos por cooptarles. Son muy pocos los periodistas que además de asistir a estos eventos, plantean públicamente su visión acerca de la situación en qué se encuentra el gremio, la necesidad de replantear su trabajo, los padecimientos que los afligen, la urgencia de mejorar sus salarios y condiciones de vida, sin que esto signifique dádiva o regalía. Solo una minoría cuestiona en voz alta el estado actual de la libertad de expresión. Una limitante en su labor informativa.
Cada 1 de marzo los periodistas tienen oportunidad de manifestarse sobre qué enfatizar y hacia dónde orientar su mirada, qué otras aristas requieren ser analizadas o criticadas,en qué dirección redirigir sus pasos. ¿Los críticos de la sociedad contemporánea son incapaces de autocriticarse? ¿Los orientadores de la opinión pública no sienten acaso la obligación de saber dónde están parados? ¿Carecen de suficiente motivación para revisar las condiciones en que se encuentra su propia casa? ¿Qué hacer para saltar las barreras que impiden el acceso a la información pública? ¿Cómo evitar las intromisiones del sector empresarial en sus intentos por condicionar sus políticas informativas?¿Están contentos con la distribución de la publicidad estatal? ¿Poseen libertad suficiente para incidir en la agenda de los medios en que trabajan?Este día constituye para mí la mejor ocasión para reflexionar acerca del futuro del periodismo en Nicaragua.
Visualizo cinco líneas de trabajo; cinco nada más, podrían ser más,como en ocasiones anteriores, mis propuestas tienen como fin invitar a su consideración y discusión. Abarcan un amplio espectro. Las priorizo por la manera que condicionan la labor periodística. Nadie mejor que los mismos periodistas saben de su importancia. No quise sujetarme únicamente a aspectos puramente gremiales. El estado de salud del periodismo está en relación inversa con la forma que estallan bajo sus pies medidas que restringen su campo de acción profesional. Toda muralla o impedimento en el ejercicio del periodismo tiene repercusiones adversas para la sociedad nicaragüense. La existencia de una prensa libre se traduce de manera positiva para la bienandanza del país. Una prensa imposibilitada de informar con largueza y sin temores sobre el acontecer nacional, restringe el campo visual de los nicaragüenses. Empobrece su mirada.
II
1. Uno de los problemas más graves para el desarrollo de una prensa independiente del acecho del poder público, continúa siendo el acaparamiento televisivo. Mientras el duopolio televisivo persista, los periodistas seguirán atados a las directrices de quienes acaparan el dispositivo mediático más importante de la sociedad. Los periodistas son impelidos a enfrentar muros que parecieran insalvables. La concentración televisiva permite solo entrevistar a personas identificadas con las políticas gubernamentales. No dejan espacio a la crítica. Se instala la monocromía mediática. Los márgenes para informar —de acuerdo a la importancia de los hechos— pasan a un segundo plano o son obviados como ha venido sucediendo hasta ahora. ¿Qué hacer para sobreponerse a estos condicionantes? Deben actuar con firmeza y reiterar la necesidad de su trabajo. Una labor de primerísima importancia, injustamente valorada.
2. La falta de transparencia y rendición de cuentas gravitan de manera desfavorable. Mientras el gobierno persista con esta política —creo que no habrá cambios— el ámbito informativo de los periodistas seguirá achicándose. Especialmente por su obcecación de continuar girando alrededor de la política informativa gubernamental. Sus agendas se tornan previsibles debido a su carácter institucional. ¿Qué les impide elaborar una agenda alternativa. ¿Qué importancia tiene para Nicaragua dar espacio a Byron Jerez o Alfredo César? Las informaciones provenientes de las esferas estatales son importantes, como significativos son sus olvidos y negligencias. La autonomía relativa que gozan permite estructurar una agenda con nuevos actores y temas. Los centros de investigación y pensamiento;así como las instituciones educativas de nivel superior, deberían ser organizaciones de interés informativo preferente.
3. Las omisiones recurrentes de las organizaciones gremiales —Colegio de Periodistas de Nicaragua (CPN), Unión de Periodistas de Nicaragua (UPN) y Asociación de Periodistas de Nicaragua (APN)— son alarmantes. Es como que si no existieran. Cuando más se requiere su intervención ante la falta de transparencia del gobierno y la decisión de convertir la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) en letra muerta, sus omisiones persisten. Se precisa de su beligerancia. Su nulidad ofende. ¿Cooptadas y silenciadas por el gobierno, sus agremiados no pueden esperar que salgan en su defensa? El cierre de medios —sobre todo televisivos— ha seguido su curso sin que las organizaciones gremiales reprueben decisiones que afectan la libertad de expresión. Su acomodo es vergonzoso. Viven una parálisis crónica. ¿Quién desea ser miembro de instituciones que dan la espalda a sus miembros cuando más urge su intervención?
4. El silencio sepulcral de las escuelas y ⁄ o carreras de periodismo y ⁄ o comunicación resulta ofensivo. La mayoría tienen más de diez años de permanecer mudas. El ejercicio del periodismo debería formar parte de agenda académica. Sigo preguntándome, ¿qué tipo de profesionales están formando? Todas tienen dentro de sus planes de estudio la asignatura de Ética de la Comunicación. ¿No es un contrasentido enseñar a sus alumnos esta materia, cuando ellas se enconchan ante los padecimientos del periodismo nacional? ¿Será que cortan de raíz el cordón umbilical que los une con sus egresados, una vez que estos se incorporan al campo profesional? No existe otra manera de explicar su pasividad y silencio. ¿No les importan los condicionamientos que penden sobre la libertad de expresión? ¿El reencuentro de la academia con la situación del periodismo ocurrirá más por presión de sus estudiantes que por su propia decisión?
5. En los tiempos que corren hay urgencia que los periodistas reinventen el periodismo y se pongan al día en el manejo de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Los mastodontes mediáticos —Google específicamente— inventaron su propio sistema de edición; han tratado de suplantar su labor. Facebook estableció algoritmos que se encargan de guiar nuestras preferencias informativas. Muchos insisten en certificar la muerte del periodismo —es decir— del periodista. Algunos avalan esta premisa partiendo que el 80% de lo que circula en el ciberespacio, es generado por personas ajenas al gremio. Una verdad a medias. Los periodistas no pueden obviar el contexto en que se desarrolla la profesión. Esta exigencia vuelve indispensable su existencia. La reinvención de la profesión pasa por la reinvención de la noticia. Las máquinas no pueden competir por ahora con esta realidad. Imposible suplantar su labor.
Ante tantas amenazas de índole política, económica y tecnológica, los periodistas tienen que bregar a contracorriente. No existe profesión que no esté siendo sacudida desde sus cimientos. Los desafíos de los periodistas son mayores. Persiste la creencia que cualquier persona puede ejercer su labor. El caso nicaragüense es más grave. La profesión siempre ha sido vista de menos.Tanto por empresarios como políticos. Incluso de parte de los dueños de medios. El presente convoca al análisis y reflexión. El periodismo no puede seguir un viaje que lo precipita al vacío. El 1 de marzo constituye una fecha especial. Invita a periodistas, dueños de medios y académicos, a repensar el contexto en que se ejerce la profesión. No pueden continuar autocensurándose. A la sumatoria de males que acechan al periodismo, deben añadirse los retos provenientes de la esfera tecnológica. No hay tiempo que perder. Ojalá empiecen a debatir. Mañana podría ser tarde.
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Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
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