Logo de Confidencial Digital

PUBLICIDAD 1M

PUBLICIDAD 4D

PUBLICIDAD 5D

Chontales, Pablo Antonio Cuadra y Camilo Zapata

Pablo Antonio Cuadra y Camilo Zapata

Tanto el poeta Pablo Antonio Cuadra, como el maestro Camilo Zapata, comenzaron sus andares culturales en las hermosas tierras chontaleñas.

AA
Share

Chontales como punto de partida

Dos grandes acontecimientos socioculturales tuvieron su origen en Chontales de manera simultánea. El origen de la poesía nicaragüense y la creación del “Son Nica”. Dos grandes creadores nacionales esculpieron a la vez y en distintas proporciones, el verdadero rostro chontaleño. Pablo Antonio Cuadra (PAC), y Camilo Zapata fijaron su mirada sobre Chontales para convertirlo en centro fundacional de su poesía y canto. A los dieciocho años PAC recorrería la vasta geografía chontaleña. Comenzó a escribir Poemas nicaragüenses en 1930 y los terminó de pergeñar en 1934. A sus catorce, Camilo Zapata compuso su emblemático Caballito chontaleño (1931), nuestro himno. Los dos inician su peregrinar por el mundo del arte y la literatura en tierra chontaleña. Algo excepcional.

Vinculado afectivamente a Chontales, PAC desanduvo a lomo de caballo todo nuestro territorio. Sus poemas sirven para recordarnos que Boaco y Rio San Juan todavía formaban parte de Chontales. No debe sorprendernos que al pie de página de su poema “Iglesia de Chontales”, lo firmara en Pueblo Viejo, municipio cuyo nombre ha sido cambiado en cinco ocasiones, hasta llamarse ahora Villa Sandino. A eso se debe también que el concilio de los monos se haya realizado en las márgenes del rio Tepenaguasapa. La “Quema”, poema de largo aliento, retrata viejas costumbres, e incubara en las llanerías de Boaco. Tampoco debe alarmarnos que “Horqueteando”, anticipatorio del universo fantasmal del mexicano Juan Rulfo, lo suscribiera en “Quizaltepe”.

Camilo Zapata obtendrá de las narraciones de su hermano, el dramaturgo Benjamín Zapata, los elementos con los que dará vida al Caballito chontaleño. Prueba irrefutable de una imaginación capaz de absorber a su pequeña edad, la trascendencia del caballo en la provincia ganadera. El adolescente que todavía era Camilo, apreció con perspicacia la forma que tenían campistos y campesinos de conquistar a su amada. Montados a caballo recorrían largos trechos con la intención de mantener vivo su amor. A quienes aún reclaman la mención que hace de Camoapa, debo recordarles que ese lugar pertenecía a Chontales. No fue sino hasta 1935 que Boaco fue separado de nosotros. Por eso Lolo Barquero Brockman, con mucho ingenio, jamás se cansó llamarlo Chontales del Norte.

  1. Chontales, tierra pródiga

Chontales ha sido tierra pródiga, no solo como departamento estrictamente ganadero. PAC tendrá fija su mirada en Chontales durante sus años juveniles, punto de partida de su poesía. Volcará sus recuerdos infantiles montado sobre potrillos nerviosos. Mantendrá intacto los recuerdos esparcidos alrededor de una vaca vieja con los que llenó sus biberones de infancia, y una yegua anciana donde realizó sus primeros jineteos. Todo lo que sus ojos ven lo regresará transfigurado en poesía. Se encargará de mostrarnos viejas prácticas y costumbres desterradas por el tiempo. Su inventario abarca desde la evocación de “El tío invierno”, hasta las medidas predominantes. Entonces se contaba en leguas, no en kilómetros. Tuvo la dicha de perennizar en sus poemas nuestro pasado.


Arriero en noches oscuras, nos devuelve el momento donde realidad y creencias campesinas caminaban a la par. Una mezcla de verdad y superstición. No por eso menos verdaderas. Las pesadillas son tan reales como el puente de “La Tonga” sobre el rio Mayales. Mientras caminaba montado en su caballo, el hombre detuvo su marcha “por compañerismo campestre”. “Hacia un lado del camino detuvo el trote ligero de su cabalgadura”, esperando aparearse “con el advenedizo camarada”. Sus tres o cuatro preguntas no encontraron respuesta. No percibía sus facciones. “Un hombre muerto cabalgaba/ unos ojos solitariamente fijos/ Como si todos los caminos y las sendas se unieran para siempre en un último camino/… ¡Oh golpe de miedo!”. Horror petrificado.

Ignoraba que en las viejas haciendas los muertos eran horqueteados. “Con estacas terminadas en ganchos” sostenían “sus tiesas quijadas/ Y sobre los potros conocedores de las sendas”, los muertos viajan hacia “donde son sepultados entre borracheras y llantos”. ¿Pregúnteles a los campesinos, indaguen entre los arrieros si por las noches estos caminos no son transitados por estas criaturas? La superstición se apodera de sus sueños. No quieren exponerse a ser víctimas durante la noche. Uno de los mejores poemas de PAC está dedicado a la “Albarda”. Piel errante con su eterna obligación de partir en distintos momentos. La nombra “Toro en mi torso”. “Novillo en mi piel”. “Buey en mi cuero”. “Con su prodigioso linaje jamás deja de caminar”. Las metáforas resumen su suerte.

PAC supo captar en toda su esencia la argamasa de la que estamos hechos los chontaleños. En “Adormidera”, vuelve a anticiparse a lo mejor de Pedro Páramo (1955). Las noches provocan miedo. Tienen “un ojo blanco de buey muerto/ y diez mil zeguas (así en el poema) en todos los caminos/ Hemos visto aparecer sobre los árboles/ el potro del silencio/ donde cabalga el patrón de ‘Los Enredos’/ macheteado en el camino de Morrito”. Así cabalga Miguel Páramo en la Media Luna. Las ánimas penan por los caminos. Vagan por su mala conciencia o por deudas pendientes obligadas a pagar. Nos regresa de golpe al primitivo arreo chontaleño. “To, to, tooo…/ cantando va el vaquero / To, to, tooo…/ arriando va su pena/ To, to, tooo… pensando en su morena”.

  1. Camilo, adolescente prodigio

Antes de fundar el “Son Nica” Camilo lo llamó en un primer momento “Son nicaraguano”. Como aclara su estudioso Wilmor López, la mudanza vendrá después. Su amigo y compositor Erwin Krüger, director del Trío Monimbó, le sugirió que le cambiara el nombre y lo bautizara como “Son Nica”. Víctor M. Leiva se había anticipado llamando a sus composiciones de esta manera. Esto no quiere decir que Leiva haya tomado a Camilo la delantera, en la creación de lo que hasta hoy conocemos como “Son Nica”. Camilo irrumpió a los catorce años en el pentagrama nacional con su Caballito chontaleño. Modificó varias veces su música y letra, y el mozalbete la cantó por vez primera en 1932 en la emisora “Rubén Darío”. Primer paso hacia su apoteosis definitiva.

El compositor de Caballito chontaleño logró su consagración como cantautor en el despertar de su carrera. Volcado hacia la música compuso seiscientas canciones. Una proeza. Entre su profusa producción musical únicamente compuso cuarenticinco sones. Entre sus canciones sobresale “Solar de Monimbó”, en poco tiempo alcanzaría las mismas alturas que su canto a Chontales. “Minga Rosa Pineda” adquiriría iguales resonancias. Una demostración de versatilidad. A pesar que los radioescuchas conocían los sones del Güegüense, sones de toros, de pascua y marimba, “notaron en don Camilo un tipo de música que jamás se había hecho en Nicaragua”, acredita López. No tardó en encaramarse en el pináculo de la fama, sin perder jamás su condición humilde.

En su estudio Biografías de Compositores Nicaragüenses Tomo I (Managua, septiembre, 2019), Wilmor López transcribe la canción respetando la letra con que fue escrita. “Caballito chontaleño de mi tierra tropical/ corre corre que a la guelta ves aquel cañaveral/”. Algunos ganaderos tenían en sus fincas o haciendas manchas de caña de azúcar para elaborar atajos de dulce y alfeñiques, con la intención de endulzar el pinol y el pinolillo. En los versos, Camilo alude a nuestra tierra pinolera. Con pasión encendida nos confiesa que a su negra quisiera llevársela a Comalapa, para agregar a renglón seguido: “Y si ahí se desespera me la llevo pa’ Camoapa”; hasta entonces tierra de nuestros mayores. Mi abuela materna, Berta Suárez Osorno, era originaria de Camoapa.

Ante las constantes críticas señalando que el Son Nica era únicamente una repetición del compás 6x8, López entrevistó al celebrado musicólogo Raúl Martínez, quien puso las cosas en su lugar. Con la autoridad que le acredita, Martínez expresa que “no debemos confundir el compás llamado 6x8 (seis por ocho o seis octavos)”. Luego agrega: “No debemos confundir el concepto de compás con el concepto de ritmo. Aunque están relacionados, se trata de dos cosas distintas y no hay que confundirlo con otros compases que existen en América del Sur, como la chacarera y el chamané argentinos, la cueca chilena, el huapango y el jarabe mexicanos, el malambo del Uruguay. Estos están en diferente compás 6x8”. ¿Será que con esta explicación se disipan las suspicacias?

  1. Chontales a la cabeza

Además de estos logros estupendos, Chontales se ubica a la cabeza en otros ámbitos de la vida sociocultural nicaragüense. En nuestra tierra nació Carlos A. Bravo, en San Miguelito (1882) y Jaime Incer Barquero, en Boaco (1934). Si esto no fuese suficiente, la primera obra científica nicaragüense, Un Naturalista en Nicaragua y la primera novela social nicaragüense, Cuidado te jode el cerro, nacieron en Chontales. Mi padre escribe En cinco pioneros y una provincia (Managua, Dic, 1976), “Thomas Belt es la fuerte mina que trepida. Y Agustín Sequeira el minero débil que tiembla”. “Thomas Belt habla de cristales y fisuras. Y Agustín Sequeira de bronquitis y rupturas pulmonares”. “Brillante sol sobre la cabeza de don Thomas Belt. Apestosa llama de carburo sobre la frente de Agustín”. Los chontaleños tenemos sobradas razones para sentirnos orgullosos de nuestra tierra.

PUBLICIDAD 3M


Tu aporte es anónimo y seguro.

Apóyanos para que podamos seguir haciendo periodismo independiente en el exilio. Tu contribución económica garantiza que todas las personas tengan acceso gratuito a nuestras publicaciones.



Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

PUBLICIDAD 3D