18 de enero 2016
Son notables los avances que ha tenido la mujer en materia sexual en los últimos tiempos.
Al principio eran sólo hombres. El Dr. Ernst Grafemberg, “descubrió” el punto G, y el Dr. Alfred Kinsey que hizo sus famosos informes sobre el comportamiento sexual del hombre y la mujer, Hugh Hefner fundó Playboy. Todo esto antes de los 50´s. Después llegaron las mujeres. William Masters tuvo a Virginia Johnson, Hugh Hefner tuvo a su hija, Christie.
Más recientemente, desde los 70´s las mujeres somos las que más hablamos, educamos, escribimos e investigamos sobre sexo. Para muestra un botón: De 40 personas que estudiaron conmigo la maestría en terapia sexual y de parejas, 35 eran mujeres.
Cuando pienso en expertas en sexo, sólo puedo pensar en mujeres. En Nicaragua, la pionera fue la Lic. Auxiliadora Marenco, “La Chilo” que empezó a hablar de sexo en los 80´s. incluso la terapueta sexual que más tiempo tiene atendiendo pacientes (más de 50 años) es mujer, Shirley Zussman.
En cuanto a escritoras, la primera en la que pienso es Valerie Tasso con su Diario de una Ninfómana. La han seguido varias, la más reciente Erika Leonard James que ha alborotado con sus 50 sombras de Grey.
Desde las que lo estudian y nos educan al respecto, sobresalen Betty Dawson, que lleva 60 años enseñando a las mujeres a tener orgasmos y Helen Fisher, con sus investigaciones sobre el cerebro enamorado, excitado y comprometido.
Incluso en el plano personal, las mujeres parecen estar experimentando mucho más. Lo vemos en los avances gigantescos que ha dado la industria de los juguetes sexuales para mujeres. No es coincidencia. Sólo el 20% de los hombres reportan hacer usado un juguete sexual comparado con el 44% de las mujeres.
Pero, ¿por qué pasa esto? Por una parte creo que porque la sexualidad femenina se ha silenciado, culpabilizado y mantenido en el oscurantismo por demasiado tiempo y parece que nos hemos propuesto, como género, ponernos al día.
Por otra parte, la evolución social ha sido para y por las mujeres. Nos ha tocado luchar por nuestros derechos porque no sentimos que los tengamos dados de hecho y eso nos obliga a estar pendientes y conscientes de los mismos, en el plano público y privado.
El tema con los hombres heterosexuales es que parecen darles el mensaje de “¿qué más querés?” y esto los condena a estereotipos desfasados y a la dificultad de evolucionar. Ya va siendo hora.