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Saber de Leopoldo en Guatemala

El régimen chavista jamás demostró pruebas contundentes de la culpabilidad de López y al contrario violó el Debido Proceso

Un grupo de seguidores muestra su apoyo al dirigente opositor Leopoldo López, durante una concentración en la plaza José Martí de Chacaoen Caracas. EFE

Wilfredo Miranda Aburto

12 de septiembre 2015

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Me resulta astronómicamente irónico enterarme en Guatemala de la condena a 13 años y 9 meses que el régimen de Nicolás Maduro impuso al líder opositor Leopoldo López. Mientras en Guatemala la ciudadanía sonríe por su logro, haber obligado al presidente Otto Pérez Molina renunciar, al estar harto de la corrupción que solo propicia la desigualdad, el chavismo utilizó la justicia para castigar sin pruebas a un hombre que apeló a la ciudadanía para reclamar un cambio del modelo político y social. Un sistema iniciado por Hugo Chávez que hizo trizas a un país prometedor, donde la riqueza del petróleo fue usada carnavalescamente sin prever nada más.

Y el resultado en Venezuela es decadente: desabastecimiento, falta de divisas, la salud en emergencia, inseguridad apabullante, mediocridad en el Estado, populismo que ha destrozado la democracia… en fin, hartazgo. Ante eso, más de la mitad de venezolanos se alzaron junto a López, quien fue confinado hace más de un año en una cárcel militar, tras entregarse ante las acusaciones de Maduro. El régimen chavista jamás demostró pruebas contundentes de la culpabilidad de López y al contrario violó el Debido Proceso en un caso cuya condena está al margen del derecho internacional.

La farsa contra Leopoldo López evidencia la incapacidad de un mandatario de devolver argumentos, no solo por la poca destreza mental que ha demostrado, sino porque la herencia envenenada de Chávez se volvió una ruina imposible de remendar. Maduro, como planteó el expresidente boliviano Tuto Quiroga, se convirtió en preso de López y por eso recurrió a la justicia sometida para condenarlo.

Es el mismo tratamiento que vemos en Nicaragua para los que se oponen al régimen de Daniel Ortega. Si sos su detractor, la justicia (que no es justicia al estar supeditada al caudillo) te caerá con todo su peso. Sin embargo, si sos adicto al orteguismo la impunidad te cubrirá con todo su manto. El caso del pistolero Samir Matamoros lo ilustra cabalmente. Asociado a las fuerzas del choque del partido de gobierno, el mismo Ortega justificó su ataque. “No mató a nadie (…) disparó al aire, ¿cuál es el escándalo?”, argumentó. “Pobre muchacho”, agregó con compasión el mandatario, en clara apología del delito. Lo mismo sucede en Venezuela donde hay motorizados y fuerzas de choque. El gobernador chavista de Carabobo alentó desde su tuiter, durante las protestas de 2014, a las bases del PSUV a “prepararse contra el ataque fulminante”. Y agregó: “Diosdado (Cabello) dará la orden”. Terminó en ataques y la muerte de varios universitarios venezolanos. Pero allí la justicia no carburó.


Ahora el gobierno de Ortega informa sobre la condena del "ultraderechista" López. La misma administración que pidió el cumplimiento del Debido Proceso en el caso de Bernando Tercero, el nica condenado a muerte en Estados Unidos, pero que no lo hará con López. Igual reacción esperemos del club del Socialismo del Siglo XXI. La izquierda que todavía conserva alguna decencia en Latinoamérica, Brasil, Uruguay (Pepe Mujica), no pueden ser cómplices de esa sentencia. No deben sumarse a esa lógica hipócrita. El Debido Proceso y los derechos humanos no admiten dobles raseros. Se defienden por igual, de lo contrario no podes predicarlos. No son para quienes te caen bien y no para quienes te caen mal. Es la hora que esa izquierda con credibilidad deje su indecisión, que Venezuela los divida. Lo mismo aplica a todos los líderes de la región que han guardado silencio cómplice ante esa aberración contra López, purgado por ser opositor.

Guatemala se hartó y fue firme. Con una historia lastrada por la dictadura militar y el genocidio indígena, la violencia y la corrupción, dijo basta. Pareciera mentira, pero es cierto. ¡Sucedió en Centroamérica! La ciudadanía, como debe de ser, tomó las riendas. Por eso me resulta astronómicamente irónico saber de Leopoldo en Guatemala.


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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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