3 de noviembre 2015
Cuando atiendo personas muy lastimadas, en relaciones conflictivas, incluso violentas que logran sentirse profundamente insatisfechas con la relación que tienen, la pregunta que me resulta lógica es ¿Y ud. porqué sigue en esa relación? Y todas responden “Es que yo lo amo”, a pesar de todo reportan seguir “amando” a la otra persona y que además, tienen este “amor” como la razón última por la que continuar en la relación.
La creencia popular, lo que nos enseñan las películas y la novela de las siete es que si uno se ama, va a ser feliz para siempre. Esto, eventualmente, después de muchas vicisitudes. No obstante, al hacer el ejercicio de contrastar esta idea con lo que vivimos nos damos cuenta que hay mucha distancia entre la idea que tenemos del amor y las experiencias amorosas que vivimos. Si el amor no es como en las telenovelas, entonces, ¿cómo es el amor?
Lo primero es que el amor, a pesar de ser necesario en una relación, no es suficiente. Se puede amar a muchas personas sin necesariamente poder convivir con ellas. El problema con la mayoría de las persona es que confunden el amor que puede ser base para una relación duradera con otros sentimiento que no lo son. Algunos de los sentimientos que la gente más comúnmente llama “amor” sin que lo sean son:
- Enamoramiento: es ese sentimiento de euforia que tenemos al inicio de las relaciones. Es totalmente impulsado por el bombardeo hormonal que sufre nuestro cerebro cuando conocemos alguien que nos atrae. Este estado subsiste unos 4 años.Muchas personas, especialmente las que consideran que uno tiene que estar locamente enamorado o sentir una pasión intensa por la otra persona para poder estar en una relación, terminan separándose una vez dejan de sentirse así. Infelizmente, el enamoramiento SIEMPRE se acaba y es cuando las personas se quejan de “ya no es como antes” y pasan a la siguiente relación.
Una de las principales características del enamoramiento es la incapacidad de ver los defectos de la otra persona. Ya lo dice la sabiduría popular, “el amor es ciego”. Aunque lo técnicamente correcto sería decir “El enamoramiento es ciego”. Claro, una vez el enamoramiento se acaba es que logramos ver a la persona realmente como es: lleno de virtudes, defectos y debilidades. Un ser humano más igual que nosotros. Hasta que este momento de realidad llega es que el amor verdadero puede suceder, antes NO.
- Apego: es una idea, estado, situación o estatus que no queremos dejar, por diferentes razones (generalmente egoístas). Se identifican fácilmente porque las personas expresan sus sentimientos con respecto al otro en base a necesidad, “yo lo necesito para vivir”, “sin él, me muero”.
Algunos de los apegos más comunes en las relaciones de pareja son: - El sexo: especialmente la creencia de que tenemos una “química” que no voy a poder tener con otra persona.
La compañía: sustentado en la creencia de que “nadie más va a quererme”, “no voy a encontrar a nadie más” y “si no estoy con ésta persona, voy a estar sola por siempre”. Este tipo de apego genera miedo a la soledad. - El matrimonio: identificado fácilmente porque la persona reporta “yo no quiero ser una divorciada”, por lo que me mantengo casada a pesar de todo o por las personas que ven las separaciones o el divorcio como un fracaso y no están dispuestas a “fracasar”. La buena reputación: es decir, el estar preocupada excesivamente por el “qué dirán” o pensarán las otras personas de mí.
- Fantasía del descontrol: ésta es más común en mujeres y es la creencia de que si no están casadas, de pronto se volverán promiscuas e irán “saltando de uno a otro”, entonces mejor quedarse con el que tienen, aunque sea invivible.El amor verdadero, por su parte es una decisión consciente. Esto implica:
Decisión = deseo +esfuerzo: el deseo es lo que” yo quiero” y el esfuerzo es lo que yo estoy dispuesta a hacer por alcanzar eso que deseo. Cuando yo solo deseo las cosas, nada sucede, pero cuando yo realmente tengo la determinación de esforzarme por conseguir lo que deseo, entonces se dice que “estoy decidida”. Consciente implica que yo pueda ver claramente la persona con la que estoy, sin excusas, negaciones, ilusiones ni esperanzas. Verla, tal y como es, con lo que me gusta y lo que no me gusta, con sus virtudes, defectos y debilidades. Un ciudadano imperfecto igual que yo. Una vez viéndolo como es, yo puedo decidir con plena consciencia de las consecuencias de mis actos, quedarme con él o no quedarme con él.
Ahora viene la parte del “vivir felices por siempre”. ¿Cómo se hace para poder sostener esta relación de forma duradera, saludable y feliz?
Si yo quiero tener una relación duradera, tengo que revisar que tan válidos están siendo los vínculos que me están uniendo a mi pareja en este momento. Ni el enamoramiento ni el apego de ninguna clase son base para una relación. Estos nos juntan (la primera) y nos mantienen juntos (la segunda). Sin embargo, ambas surgen sin esfuerzo alguno y generalmente y/o eventualmente, causan sufrimiento.
El amor verdadero puede ser base de una relación, pero incluso este muere fácilmente sino existen otros ingredientes que son indispensables para mantenerlo vivo: respeto mutuo, comunicación activa, escucha atenta, compasión, cariño, aceptación, cumplimiento de acuerdos y promesas y honorabilidad (es decir, que lo que digo, hago y pienso están en armonía).
Como podemos observar, estos otros ingredientes implican que las dos personas van a hacer cosas que las lleven a honrar la decisión consciente que tomaron de hacer los esfuerzos necesarios para poder estar juntos bien.
Todo esto es fácil de decir, pero requiere trabajo constante, responsabilidad sobre los propios actos y compromiso con la relación. Esta es la parte que, de nuevo, choca con las creencias populares sobre el amor. Se piensa que si dos personas de aman la convivencia armoniosa va a ser instintiva, natural, como que fueran una sola persona. Es por eso que en el momento en que empiezan a enfrentarse con las vicisitudes propias de la vida cotidiana compartida, empiezan a pensar que “no estamos hechos el uno para el otro”. El problema con este ideal, es que se trata de algo basado en una fantasía inalcanzable y por lo tanto lleva, eventualmente a la frustración, la desilusión y el desánimo.
Como vemos, el amor verdadero no idealiza, no nos deja sin aliento ni necesita del otro. El amor verdadero sucede cuando yo no te necesito para nada, logro verte tal cual sos y aun así, decido estar con vos, asumiendo todas las responsabilidades y compromisos que esto requiere, sin que esto me genere sufrimiento. De esta manera el amor no es una pasión ardiente, ni se vuelve una relación fría y distante, sino un lugar cálido, donde el amor existe, pero nos deja vivir. Sólo así puede ser duradero.
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