13 de abril 2016
Hasta que nos quedamos sin bosques y sin agua, la mayoría de la ciudadanía al fin se alarmó y emprendió acciones para detener la catástrofe ambiental. La indignación agrupada en el grupo de Facebook “VEDA VERDE” fue transformada en acciones concretas como la de plantar árboles.
Uno se pregunta, ¿dónde estuvo la voluntad de estos ciudadanos durante todos estos años cuando científicos como Jaime Incer Barquero, Víctor Campos y Salvador Montenegro advertían sobre la deriva fatal de nuestros bosques y aguas? ¿Dónde estuvieron cuando indígenas y campesinos denunciaron la depredación de los recursos naturales (que a ellos les ha costado persecución y muerte)? ¿Dónde estuvieron cuando los medios de comunicación publicaron sobre el despale indiscriminado? Muchos de estos ciudadanos guardaron silencio o fueron indiferentes.
Al menos en Confidencial, en los últimos años tres reportajes de profundidad y rigor han demostrado cómo las mafias madereras acaban y trafican con nuestros bosques. Pueden leer el Ocaso de Bosawás, La Mafia del Granadillo y Despale en Cordillera Dipilto-Jalapa para darse cuenta cómo funcionarios del partido de gobierno (FSLN) se coluden con los madereros para saquear eso que, a los ciudadanos tanto les gusta llamar, el oro verde.
En estos reportajes hay las pruebas que evidencian la corrupción y la ineficiencia del gobierno del comandante Daniel Ortega, cuyos ministerios encargados de la materia están ciegos, sordos y mudos. Vemos a secretarios políticos sandinistas emitiendo avales a favor de las mafias madereras y a alcaldesas sandinistas invadiendo propiedades indígenas. Todo un engranaje al margen de la ley que no deja de rotar, triturando los bosques y secando las fuentes de agua.
Por eso me vuelvo a preguntar si basta solo con plantar árboles, como proponen los ciudadanos de VEDA VERDE. Es una acción loable crear conciencia sobre la reforestación y que tomemos el asunto en nuestras manos, pero no resuelve el problema de fondo: las mafias madereras con la complicidad del gobierno que depredan los bosques. Porque digamos que si en medio de esta indignación nacional aparece una campaña para reforestar parte de un bosque, en unos cuantos años más esos árboles, cuando hayan crecido, serán otra vez talados a gran escala por estos mismos sujetos que operan sin regulaciones.
Para acabar con el ruido de la motosierra criminal y con la agonía del medio ambiente, los ciudadanos debemos —y estamos— en la obligación de exigir cuentas a las autoridades nacionales lideradas por el gobierno de Daniel Ortega, porque al fin y al cabo son ellos los principales responsables del daño más grave a los bosques y la falta de agua dada su ineptitud y complicidad con las mafias y algunos empresarios.
Las iniciativas ciudadanas deben romper lo insulso y exigir cambios de fondo. En VEDA VERDE hubo alegría porque la Asamblea Nacional los invitó a presentar un proyecto de ley. ¿Pero de qué sirve? Ya existen suficientes leyes muy buenas que de cumplirse al pie de la letra no estaríamos hoy en esta crisis. Lo evidente es una clara falta de voluntad política para ejercerlas, y eso no es todo culpa suya por no reclamar, ciudadano. Es culpa del gobierno y allí radica el problema de fondo, como otras crisis de Nicaragua.
Hay que superar la ingenuidad y el miedo. Dice el dicho: agarrar el toro por los cuernos. Sembremos árboles pero increpemos a las autoridades. ¿Qué ha dicho la ministra del Ministerio de Recursos Naturales (MARENA), Juana Argeñal de la crisis? ¿Qué hace para contrarrestarla? Creo que ni siquiera la conocemos. Aunque la funcionaria guarde silencio, allí está la primera dama Rosario Murillo, dueña y señora de la información pública de este país. Dirijámonos a ella, exijamos acciones concretas para fiscalizar Alba Forestal. ¿Cuántas toneladas de madera saca de los bosques?
Muchos han expresado en VEDA VERDE que el movimiento no es político. Pues que errado están. Lo de ustedes es un movimiento ciudadano, y como muchas veces he repetido en este blog, nada más político que la ciudadanía. Cuando la gente se empodera y pide cuentas a los funcionarios que pagamos con nuestros impuestos, se logran cambios sustanciales en las sociedades. Que no los pase lo mismo con el proyecto del Canal Interoceánico en cuyo plan se esconde el réquiem al gran lago Cocibolca y la biodiversidad del país.
Estamos a tiempo de recuperar parte de lo perdido: el verde y lo cristalino que nos da vida, que es nuestro, no de las mafias y la corrupción institucionalizada.