Maryorit Guevara | Mariana Rivas
11 de marzo 2016
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Me van a disculpar, pero si volviera a parir un hijo no le daría el pecho. Les explico por qué
“La leche materna es el mejor alimento para el bebé”, dicen los anuncios. .
Dar el pecho es esclavizante y doloroso. Tenía esa imagen de Rachel en Friends y quería matarla, porque cuando ella parió se puso a la beba en la teta y ni le dolió, eso es mentira. Con un día de nacido Dante yo no podía darle el pecho, porque aunque mis ‘cántaros’ eran enormes, no tenía el ‘pezón paradito’.
La enfermera me regañó; el padre de mi hijo dijo: “que no servía como madre”; y la familia asumía que era el mayor acto de amor. Y claro, no quería ser la anormal mala madre que no quiere tener un mono pegado a la teta todo el día. Me dejé influenciar por todo y por todos.
Dar el pecho fue doloroso, incluso más allá de estar inmovilizada con esa horrorosa herida de la cesárea. Era un dolor intenso, desgarrador que sentía que me bajaba desde la espalda hasta la punta de mis pezones. Y eso era cada media hora, porque la pediatra recomendó dar pecho ‘a libre demanda’.
Durante la primera semana, la más dolorosa, tenía a mi madre y al padre del bebé, inquisidores viéndome que no me lo despegara. “Así te quería ver”, decía en risas el padre de mi hijo, mientras yo ‘lloraba a cántaros por mis cántaros’. Muchas veces quise tirar la toalla, lo pensaba, me lo apartaba de la teta, pero Dante era ‘harturito’ y la pedía, y me sentía culpable por no dársela. A fin de cuentas, “es el mejor alimento para el lactante”.
Recuerdo una noche que se despertó y mi mamá me dijo me lo pegara a la teta. No quise. No quise y se lo di, y le dije: “no quiero, téngalo usted”. Y me tiré a dormir como boa. Cuando me desperté eran como las nueve de la mañana. Mi mamá estaba triste porque sentía que lo había rechazado.
También me sentía mal porque pensaba que él no tenía culpa de cómo me sentía, pero quería dormir y dar la teta tenía que ser despierta por el miedo a aplastarlo; sumado al maldito dolor del demonio que me provocaba sacarme la teta con pezones sangrantes y dársela.
No sé si fue la leche materna o qué, pero Dante se enferma poco. Si sirvió para algo, qué bueno. Sin embargo, conozco de otros niños que no les han dado pecho y ahí están sanos y salvos. Así que si por casualidades de la vida tengo otro bebé, salado pescado, pero para ese no habrá teta. No vuelvo a dar pecho. Mis tetas son mías.
*Texto de Maryórit Guevara (Madre Insurrecta)
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Maryorit Guevara y Mariana Rivas son dos comunicadores y mamás insurrectas que cansadas del cliché de la madre abnegada decidieron revelarle al mundo los vaivenes de la maternidad.
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