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Lo que hice por amor (propio)

Si estás tratando de amarte a vos mismo, talvez estos aspectos que reconocí te puedan ayudar en cuanto a la alimentación

Anastasia R | Flickr.com | Creative Commons

María Portillo

1 de febrero 2016

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Por estas fechas nos da por hablar y pensar en el amor. ¡Y es totalmente válido! No obstante, muchas veces carecemos de conversaciones sobre el amor que, creo, es el más importante de todos: el amor propio. Ése que cuesta y que duele tanto que nos acomodamos a la idea de que es más sencillo encontrarlo afuera: en el trabajo, en los amigos, en la pareja…

Y, mirá, no. Está adentro. Se ubica justo detrás de todo lo que aprendimos de pequeños, de nuestros malos hábitos, de los juicios que emitimos contra nosotros mismos. Sí, me consta que ahí está y que hay que tratarlo como al amor de pareja el cual, dicen las abuelas, hay que mantenerlo como una plantita, regándolo, quitándole las malas hierbas y cambiándole la tierra.

Durante los años que he tenido este blog he tratado de reconectarme con el amor propio, a través de una mejor alimentación y de la mano de un guía profesional. ¿Ese amor es siempre constante? No. ¿Me impide que me coma una pizza de vez en cuando? No. Pero, definitivamente, lo encontré y es exactamente como una planta cualquiera. De vez en cuando hay que podarla completamente para que renazca con mejores hojas y frutos.

Si estás tratando de amarte a vos mismo, talvez estos aspectos que reconocí te puedan ayudar, en cuanto a la alimentación. En un siguiente artículo, les hablo del otro componente: el ejercicio.


COMO SIEMPRE: Tomá en cuenta que este es un artículo de opinión y, como tal, no pretende reemplazar la ayuda que un profesional te puede brindar.

1. Reconocer que tenía un problema: no solo era un tema de imagen sino de salud. Enfrentar los problemas no es sencillo y duele mucho, pero tuve que hacerlo.

2. Reconocer que necesitaba ayuda profesional: no tenía ni los conocimientos ni la fuerza para aprender sola a comer mejor.

3. Reconocer que no es rápido: perder peso o alimentarme mejor, por amor propio, no fue rápido ni milagroso. Nada me preparó para encontrarme en todas mis facetas -buenas y malas- en el camino.

4. Reconocer que no es perfecto: como cualquier otro amor, el propio tiene sus altos y bajos. Sigo aprendiendo sobre esto y cómo recibir cada situación de la vida sin juzgarla y sin que afecte mucho mi alimentación. Esto, a veces, me devuelve al punto 2: con nutricionista, psicólogo o todas las anteriores.

5. Reconocer que es para siempre: amarme a través de una mejor alimentación no es algo que aprendí, alcancé y ya. Es un proceso que dura para siempre, en ciclos infinitos de “reconoceres” que se pulen con el tiempo.

Una receta amorosa:

1/4 de taza de quinoa blanca cocida

1 pepino pequeño en daditos

1 tomate mediano en daditos

Hojas de perejil fresco

Sal

Pimienta

Jugo de limón

Revolver y listo.

Te dejo con una de las citas favoritas que tengo en el arsenal, del libro Los Lugares que te Asustan de Pema Chöndrön.

Si seguimos practicando así durante meses y años, sentiremos que nuestro corazón y nuestra mente se van agrandando más. Cuando la gente me pregunta cuánto tiempo le llevará aprender esta práctica, contesto: “Por lo menos hasta que te mueras”.

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Consulte el blog de la autora. 

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María Portillo

María Portillo

Periodista venezolano-costarricense. Asesora en comunicación y prensa para la industria de alimentos y bebidas; colaboradora de diversos medios de comunicación.

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