28 de septiembre 2015
Desde la Revolución Industrial, la Humanidad no había participado en un momento tan importante y transformador como la Era Digital. Le llaman la Revolución de la Comunicación y la Información, que ciertamente ha afectado todos los aspectos del diario vivir de nuestras sociedades, incluyendo el habla. Ahora “googleamos”.
En pleno desarrollo de herramientas digitales nuestra realidad está cambiando: aparecen nuevos comportamientos culturales, como la interconexión, y nuevas economías, como la economía digital, y nuevos modelos de la información: la información global. Se trata de un hito para la sociedad contemporánea. En este nuevo contexto digital, es común encontrar espacios igualitarios para expresar ideas, compartir información, divulgar y hasta compartir emociones al mejor estilo del estado “me siento hambriento de Facebook”.
Nuestra generación está marcada por tendencias como la movilidad, la hiperconectividad y las redes sociales. Estos elementos les ha dado como “grupo social” un inmenso poder para decidir cuáles temas se convierten en tendencia, quiénes son los líderes más influyentes, los productos con más ventas, entre otros. Pero lo más importante es que ha dado una voz a nuestra generación.
Hoy día, el ecosistema digital está definiendo áreas tan diversas como la digitalización de procesos productivos, lo que da paso a mejoras significativas en el mundo de los negocios y a cuestiones tan particulares como la protección de la privacidad y datos de los usuarios. Sumado a esto, la aparición de un nuevo modelo para la comercialización de bienes o servicios es otro beneficio tangible de la Digitalización. Ahora es posible realizar compras o ventas a través de plataformas totalmente digitales desde cualquier punto geográfico. Esto genera un mercado a escala global mucho más competitivo.
Bajo esta lógica, se puede suponer que el ecosistema digital - a través de los elementos que lo componen como la conectividad y acceso al Internet, innovación, especialización o la movilidad - están brindando pautas para la configuración de un nuevo entorno social, económico y político. La interrogante que cabe plantearnos es cómo nuestro país y la región está situándose en este escenario.
Por ahora, el punto focal de interés del sector privado y público ha sido la infraestructura física que da paso a la conectividad, pero aún queda mucho camino por recorrer en temas como la brecha digital, el desarrollo de aplicaciones, negocios electrónicos y la integración de los actores económicos y sociales en este proceso. Mientras no desarrollemos el potencial de la generación de contenidos y soluciones propias estaremos a expensas de los avances que otras regiones vayan alcanzando y la brecha seguirá siendo parte de nuestra sociedad, tanto en términos de una cultura de innovación como en su uso y aplicación.
Además de lo antes planteado, otro factor esencial que implica el proceso de digitalización es el beneficio económico que representa su adopción. Y es que variables como el PIB, el empleo y los procesos productivos son drásticamente afectadas cuando las economías adoptan las Tics y forman parte del ecosistema digital.