Maryorit Guevara | Mariana Rivas
18 de marzo 2016
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Tal vez alguna de las mamás que nos lee esté pasando por lo que yo pasé y le ayude conocer mi testimonio
Mary Lock | Flickr.com | Creative Commons
Ojalá aún tuviera una de esas fotos espeluznantes que me tomé la primera semana de ser mamá, de esas que te ponen la piel de gallina y te ponen a pensar ¿Puta, qué le pasó a esa maje?
La depresión posparto y yo nos conocimos un día después de convertirme en mamá, la primera mañana que Joaquín amaneció en la casa conmigo. El recuerdo es muy claro. A la hora del desayuno la desgraciada se metió en mi vida y me costó mucho echarla de mi cabeza o de donde sea que se haya metido. Cuando iba a comer un pedazo de pan tostado, empecé a llorar sin poderme controlar. Lo único que tenía en mi cabeza era el horrible temor de que mi bebé se iba a morir, que estaba condenado y que yo no podía hacer nada al respecto.
Así pasé aproximadamente una semana, con el corazón en la mano y con esa sensación horrorosa en mi estómago de miedo combinada con ansiedad y quien sabe qué más. Cada vez que el bebé estornudaba o hacía algún ruido raro, a mí se me suspendía el alma y me entraban los nervios. Después llego la segunda etapa.
La primera vez que dejé al bebé fue cuando me tocó ir donde la doctora a que me retirara los puntos de la cesárea. Mi hermana me hizo el favor de cuidarlo. Llegué al consultorio y no aguanté las ganas de llorar. La doctora me consoló hasta que me calmé, creo que muchas de las mujeres que estaban en la sala de espera me deben haber odiado por retrasarlas tanto. La doctora me dijo que fuera a ver a un psicólogo o psiquiatra, y me recetó Rivotril para ayudarme a equilibrar mis emociones. No las tomé. Me dio miedo quedar más loca de lo que ya estaba.
Cuando subí al carro para regresar a mi casa, empecé a maquinar mi plan maestro de huída. Estaba tan segura de no querer volver con mi hijo que decidí huir a Costa Rica. Tengo doble nacionalidad entonces no iba a ser problema, solo tenía que ir a la casa a recoger mi pasaporte, pero no podía dejar que nadie me viera. Ropa no me iba a hacer falta, solo quería desaparecer. Le escribí una carta a mi hermana y otra al papá de Joaquín, diciéndoles que no podía con la responsabilidad, que era una mala madre, que era una anormal, que me iba y que no me buscaran. Nunca se las entregué.
Cuando llegué al residencial donde vivía, a la cuadra empecé a sentir esa fuerza magnética que solo una madre conoce, ese hilo invisible que te une a tu bebé y que es más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo. Hasta ahí llegaron mis planes de huída.
Entré y le conté a mi hermana mi plan. Le dije que me quería ir, que no quería cuidarlo, que no podía, que me sofocaba cuando estaba con él y que vivía con una ansiedad y un miedo espantoso, prácticamente le regalé a Joaquín. Hay días que por fregar me lo recuerda y me dice que es suyo 😛
Estar con el bebé me daba miedo, pero estar lejos de él me asustaba más. Gracias a la insistencia y tenacidad de mi hermana empecé a ir a terapia con una psicóloga que es una maravilla. Se llama Alicia Persico. Si alguien necesita su contacto con gusto se lo doy. Estuve más o menos 3 meses en terapia con ella por depresión posparto y no necesité tomar ningún medicamento. Ni Rivotril, ni Tafil ni nada que termine el IL. No sé en qué momento se me pasó porque hasta hace algunos meses todavía tenía la idea de que estar sola en la casa con Joaquín me causaba pánico.
Me acuerdo que una de las cosas que más me ayudó a entender que no era culpa mía y que la depresión posparto no es invento moderno, como me dijo una persona muy cercana cuando le conté por lo que estaba pasando, fue leer el blog de una mujer que había pasado por lo mismo que yo. Ella describía su experiencia justo como yo me estaba sintiendo. En ese momento compré un cuaderno para escribir mi experiencia solo para mí. Todavía anda por ahí en mi casa, solo que ahora Joaquín lo usa para pintar.
Me sentí muy sola en esa etapa y leer y escuchar a otras mujeres que me entendían me trajo alivio. Por eso sabía que este tenía que ser un tema para El Blog de tu madre. Tal vez alguna de las mamás que nos lea esté pasando por lo que yo pasé.
Texto de Mariana Rivas. Madre anormal.
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Consulte el blog de las autoras.
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Maryorit Guevara y Mariana Rivas son dos comunicadores y mamás insurrectas que cansadas del cliché de la madre abnegada decidieron revelarle al mundo los vaivenes de la maternidad.
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