18 de marzo 2016
Existen cuatro tipos de personas según el “club del gallopinto” al que pertenecen. Yo conozco este alimento desde hace quince años. No nací en Centroamérica y, por ende, no crecí con él.
Ahora lo amo. Y estudiándolo, desarrollé los “clubes”. Ellos no dependen de una nacionalidad o del origen del platillo sino, más bien, de la receta.
¿A cuál pertenecés vos?
¿Tenés otro fuera de esta lista?
¡Contáme a marivi@comidologia.com!
Aquí van:
1. Club del gallopinto tostado: es crujiente, agradablemente seco y tiene un dejo a esa comida que, recalentada, sabe mejor. Es mi club, el del gallo pinto tostado. A él pertenecemos a los que nos gusta el arroz apenas cocido y que le echen al gallo pinto “la costra” (lo que se pega en el fondo de la olla); y, obviamente, los frijoles sin caldo.
2. Club del gallopinto húmedo o aguado: arroz esponjoso, como algodón. Frijoles suavecitos. Ambos se mezclan en la olla y, al final, se les agrega algo del caldo de los frijoles y se deja secar. El gallo pinto queda húmedo y suave, sin más textura que la que, eventualmente, le dan los vegetales.
3. Club del gallopinto pinto fresco: a este club pertenecen los que se arman un gallo pinto con el arroz y los frijoles recién hechos. Es mi club archienemigo. Mejor no hablo de ellos para no pelear. No los entiendo.
4. Club del gallopinto con aderezos: ellos podrían pertenecer a cualquier club anterior, siempre y cuando tengan aderezos a la par. Entre otros, este club gusta de salsa de tomate, salsa tipo inglesa (muy popular en Costa Rica), natilla o nata, queso salado rallado o chile picante.
Independientemente de tu escogencia, si hablamos de nutrición, el gallo pinto no parece ser tan malévolo (obvio, si lo comes con medida). Te dejo un enlace, de los archivos de Confidencial, para que leas más al respecto.
Y mi receta aquí.
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