14 de octubre 2015
Casi a diario vemos en los medios escritos y televisivos, noticias relacionadas con la participación de Nicaragua en cuanto concurso de belleza femenino o masculino se convoque, no importa en qué confín del mundo. Nuestra presencia está asegurada e importantes medios económicos y apoyos de todo tipo, tanto públicos como privados, se prodigan para que nuestros representantes puedan cumplir con su papel, buscando que Nicaragua figure en los anales de la belleza internacional.
Sorprende a veces la cantidad de concursos y la justificación de los mismos, aunque al final, los criterios de selección son los mismos en prácticamente todos los casos. Yo me pregunto cuál es el beneficio directo que como país nos aportan estas participaciones, qué valores enriquecen a nuestros candidatos, cual es la promoción real de nuestra cultura e identidad cultural. A mi modo de ver, muy poco es el beneficio en cuanto a dsarrollo, educación, cultura y valores. Es más, sorprende leer recientes declaraciones de una de nuestras reinas de belleza en las que aconseja que para para ser una buena reina, las candidatas deben ser “dóciles y obedientes”.
¿Es esto lo que queremos transmitir e inculcar a nuestra juventud?
¿Significa que para ser bueno en algo hay que renunciar a la creatividad, a la rebeldía natural, a la iniciativa y limitarse a obedecer lo que otros decidan?
¡Menuda enseñanza!
Traigo a colación estos comentarios porque creo que nuestros objetivos en educación y cultura, y por ende en desarrollo como país, carecen de un Norte claro. No podemos avanzar hacia un futuro sostenible, de respeto a nuestra identidad cultural, de valorización de nuestros recursos naturales y culturales, de reforzamiento de nuestra idea de nación, de reconocimiento de nuestra pluralidad si no nos sacudimos de una vez toda la marejada de superficialidad en que nos ahogamos y que hipoteca el futuro de nuestro país.
El apoyo de las instituciones oficiales o de la empresa privada en materia de educación y cultura es escasa y ocasional, en particular cuando de participar en encuentros internacionales se trata. Una gran diferencia si lo comparamos con el que se brinda a los concursos de belleza, que demandan muchos más recursos.
En el campo cultural, acaba de clausurarse un importante encuentro internacional sobre “Paisaje Urbano Histórico como herramienta de Desarrollo Sostenible”, celebrado en Quito, ciudad Patrimonio de la Humanidad, a principios de septiembre. Dicho encuentro, auspiciado por UNESCO, “aspira a incrementar la sostenibilidad de las intervenciones de planificación y diseño urbano, tomando en consideración el medio urbano existente, el patrimonio inmaterial, la diversidad cultural y los factores socio-económicos y medio-ambientales, junto con los valores de las comunidades locales”.
“La participación de instituciones especializadas como UNESCO ratifican su voluntad para acompañar a los gobiernos en sus crecientes retos en materia de diseño y evaluación de políticas públicas y respaldar a las comunidades en su interés de desarrollo y adaptación, sin que esto signifique resignar los significativos rasgos y valores vinculados a la historia, la memoria colectiva y al entorno”.
Nuevos criterios, nuevas visiones, mayor amplitud y alcance en los objetivos, la sostenibilidad como eje central del desarrollo, deberían incorporarse a nuestro quehacer y nuestro léxico práctico, dejando atrás conceptos caducos que lastran nuestro futuro.
Deberíamos poder discutir y reflexionar sobre estos importantes temas; participar en debates locales que permitan avanzar en el establecimiento de políticas nacionales enmarcadas en esos nuevos criterios de desarrollo; poder proponer acciones prácticas que tengan receptividad en las instituciones responsables sin que se malinterpreten las mismas y se les dé un carácter sectario o de color político.
Este tipo de foros deberían estar en la agenda de nuestras instituciones y sus especialistas deberían poder participar en los mismos para actualizar sus conocimientos y conceptos e intercambiar ideas y criterios; incorporar las experiencias adquiridas al desarrollo de políticas acordes al sino de los tiempos; ser verdaderos factores de cambio en la sociedad y no estar limitados a repetir “dócilmente” la misma canción.
Managua, octubre 5, 2015