24 de agosto 2021
Estos 20 años de invasión militar de Estados Unidos en Afganistán, violando todas las normas y principios internacionales sobre conflictos y guerras, se han cerrado, en palabras del propio presidente Joe Biden, con la más masiva retirada de la historia. Hay que corregirle: la más masiva derrota militar, pero principalmente política, de Estados Unidos. Una derrota masiva, sin sentido, que ha dado por finalizada una guerra sin sentido.
La conciencia ciudadana estadounidense sólo está criticando la forma caótica del cierre de esa guerra y no quiere referirse a la forma visceral con la que la iniciaron o la vinieron desarrollando. No es “mirate como corrés porque ya te querés ir”; es “como corriste cuando viniste a estropearlo todo“.
¿Responsables?
No hay culpa partidaria demócrata o republicana en este desastre humanitario en el que han transformado, de nuevo a Afganistán. Ni de Bush, Obama, Trump o Biden, la secuencia perfecta bipartidaria en Estados Unidos: Bush lanzó a Estados Unidos a esa guerra; Obama la siguió operando; Trump decidió y negoció retirarse; Biden realizó la retirada.
La responsabilidad es de toda la nación estadounidense, que, al contrario de lo sucedido en las guerras en Corea o Vietnam, insuflada de ese patriotismo de ámbito mundial, pocas veces resistió a esos discursos y a esas prácticas ligeras, luego de los golpes terroristas, aun no plenamente dilucidados, del 11-9 en el 2001. La permanencia de Guantánamo, la instalación de tortura y de secuestro internacional que aún mantiene Estados Unidos en territorio soberano usurpado a Cuba, en el extremo sur oriental de la isla, lo comprueba.
Cuestiones
¿Qué ganó el pueblo afgano en estos 20 años de invasión internacional de decenas de ejércitos del mundo? ¿Se fortaleció el desarrollo económico y material del pueblo? ¿Se estableció una relación de coexistencia pacífica entre el culto al islam y a Mahoma y los derechos humanos y políticos de los seglares? ¿Aumentó la conciencia, la juridicidad y la calidad de derechos de niñas y mujeres? ¿Se logró la separación de lo religioso y lo político, la supremacía del derecho civil sobre los edictos religiosos? ¿Hay menos pobres y más población educada que los que había en 2001 con el talibán? Los países de la coalición (Estados Unidos+ OTAN+ otros), ¿conformaron un fondo económico y humanitario para invertir en el desarrollo de los afganos, durante estas dos décadas pasadas? ¿Establecieron ese fondo para la recuperación del pueblo afgano para los próximos 20 años después de su retirada? ¿Negociaron líneas rojas en derechos humanos con el talibán, una vez retiradas las tropas invasoras? ¿Establecieron, para su retirada del país, una garantía y estatus de protección especial al personal y sus familias que colaboraron, creyendo que Estados Unidos los iba a llevar de la mano a la civilización y a la democracia?
Y aún más: ¿Estaba Osama bin Laden en Afganistán? ¿Los terroristas del 11-9 eran afganos? ¿O eran talibanes? ¿Los talibanes tenían estructuras terroristas internacionales? ¿Eran financiados por capital saudita, como lo era Al Q´eda? ¿Los afganos despidieron felices a las tropas de EEUU, agradecidos por su rescate, o corrieron tras ellos huyendo de las nuevas autoridades? ¿Quedó algo del ejército afgano formado y armado-durante ¡20 años! – por EEUU y la coalición de países invasores?
Las respuestas unánimes del “NO” a todas estas cuestiones, desdicen de cualquier justificación del inicio de la guerra y explican los hechos que está viviendo el pueblo afgano en su finalización. Y confirman el hecho que, una guerra injustificada termina en una retirada, justificada…y masiva.
Naciones Unidas deben actuar, unidas
Hay guerras de guerras y derrotas de derrotas. La derrota de EEUU y de la coalición (Reino Unido, Canadá, España, ¡Alemania !, la OTAN), no debería traducirse como el triunfo de una corriente tan retrógrada y anti humana, tan terrorista, como el talibán. Los errores del inicio y prolongación de esta guerra, deben ser corregidos antes que sea tarde. El peligro del talibán es un peligro contra todo concepto de humanidad y, por lo tanto, contra toda la humanidad. Las niñas y mujeres afganas, en especial, las víctimas especiales del talibán, son responsabilidad del resto del mundo.
Por esa razón, el tema de Afganistán y la neutralización integral inmediata del talibán, debe ser llevado, ¡por fin desde 2001!, al seno de Naciones Unidas, no solamente en el Consejo de Seguridad, sino a sus organismos de derechos humanos y resto de oficinas y programas que exijan una presencia de la comunidad internacional, en Afganistán.
Estados Unidos decidió en 2001 ignorar a Naciones Unidas; no lo debería seguir haciendo, mucho menos en esta su derrota, y mucho menos (Joe Biden lo ha mencionado), conociendo que queda presente en Afganistán una impredecible mezcla de Talibán+ Estado Islámico+ Al´qeda.
Claro que Naciones Unidas es la suma de Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, India, Canadá, Francia y demás. Pero esas acciones tendrían el cobijo de los acuerdos, tratados internacionales y disposiciones que comprometerían al resto del mundo. Y cerrarían el capítulo de las guerras unilaterales con las que esas potencias individuales van dejando pueblos y esperanzas, literalmente, hechos polvo.