21 de noviembre 2017
El desarrollo tecnológico en la transmisión cotidiana de la información mundial, ha vuelto imposible para los medios poder registrarla toda. Esto significa que la mayor parte de las noticias pasan inadvertidas por el público, aunque no para los archivos, vale decir, para la historia. Hay una selección manipulada de la información que se ejerce día por día, privilegiando las noticias que tienen mucha importancia y actualidad y, de modo especial, las relacionadas con el tema y los países que la política exterior norteamericana tiene en el centro de sus ataques.
Aun en la información publicada, se eliminan aristas no convenientes a la orientación política de cada agencia noticiosa internacional –igual que en los medios locales—, y pasan al congelador. Por no hablar de censura, aunque lo es en realidad. Para salir de esa veda ideológica, los lectores y televidentes, además de ser de criterios libres, tienen que ser desconfiados e interesados y en profundizar sobre las noticias congeladas, parcial o totalmente, y buscar otras fuentes de información internacionales para poderlas sacar las verdades escondidas.
Es lo que siempre he tratado de hacer. Si lo puedo lograr o no, es otra historia, porque también el espacio y el tiempo cuentan. Aquí va algo de lo último sacado del freezer:
McCarthy redivivo
Trump ha aplicado un decreto a la agencia de la Televisión RT-América (Rusia Today), que la obligó a registrarse como una entidad “al servicio de una potencia extranjera”. Que eso ocurra en “el país de la libertad”, no es extraño, pero es tonto –pese a su factura fascista— que no pensara en que agencias yanquis de noticias operan en Rusia, las que ya recibieron su medio vuelto en reciprocidad, de parte de la Duma rusa (parlamento) aprobando un decreto similar, el que espera su aprobación de parte del gobierno.
El antecedente del decreto de Trump, es una ley de 1938 contra la infiltración nazi en Estados Unidos, en los albores de la II Guerra Mundial. Esa ley fue desenterrada por el senador Joseph McCarthy, con la que desató el carácter fascista en la política norteamericana de postguerra (1946-1954): guerra contra Corea, derrocamiento de Jacobo Árbenz, persecución de sus políticos, escritores y artistas progresistas, en especial contra los comunistas –o los que “parecían” serlo— obligándolos bajo amenaza de arresto si no se inscribían, como “agentes de una potencia extranjera”. Esta noticia está congelada. Quizás para no reflejar el proceso de la fascistización del imperio norteamericano.
Los “faoles” para el default
El programa, publicitado y deseado default para Venezuela, tiene varias semanas de estar en el “hit parade” de los ataques contra ese blanco de moda de la política exterior del gobierno estadounidense y, por supuesto, en nuestros medios locales. En realidad, es parte de la conspiración anti venezolana previa a la medida última para la cual trabajan la derecha y el imperio (la agresión armada), pero no cesan otras medidas tras el objetivo original, destruir el proceso bolivariano para restituir el coloniaje sobre el petróleo y demás riquezas naturales de Venezuela.
También se queda al otro lado de la luna mediática, el hecho de que esta fase de la conspiración la comenzó Barak Obama, declarando a Venezuela como peligro inusual y extraordinarios para la seguridad nacional de su país, lo que en adelante lo acompañaron con los fracasados actos terroristas callejeros, hasta el relevo de Trump, amenazando con invadir a Venezuela. Y llegó el turno para unas agencias privadas, declarando a Venezuela “país de alto riesgo” para darles señales a los prestamistas, y lo hacían cada vez que Venezuela abonaba a su deuda externa.
Así fueron ignorados pagos de más de 73 mil millones de dólares en los tres últimos años. Las sanciones de Trump a funcionarios de las instituciones del Estado venezolano, tiene el objetivo de anular sus gestiones ante los organismos financieros internacionales, en busca de producir el default. Algo así como detener la mano del deudor al mismo tiempo que cierran las puestas de los acreedores. Gritar ¡default! esperan ansiosos los militantes del ejército mediático.
Están tan entusiasmados buscando justificar el default, que a las viejas campañas de las agencias transnacionales le sumaron la fuga “espectacular” de un reo que por estar “enfermo” reposaban en su casa. Ya comenzaron a elaborarle un perfil de héroe desde su exilio dorado en la “madre patria”, cuyo gobierno fascista está complicado en la conspiración anti venezolana, y también busca distraer sobre su corrupción e incapacidad para resolver la “cuestión” catalana. Tampoco faltan las burdas acusaciones, como los “ocho mil crímenes” inventados para una señora que pasó muchos años al frente de la Fiscalía venezolana, lo que indicaría que si fuera cierto lo que la pusieron a decir, ella sería la primera cómplice.
Incluso, comenzaron a vender la carne del venado sin haberlo cazado, esperando ni más ni menos que lo que han buscado con todos sus fouls:
a) Que el país tenga mayores dificultades para importar bienes básicos; b) crear respiro –a la derecha— para las elecciones presidenciales de 2018; c) dificultar el financiamiento en el mercado de capitales; d) profundizar la crisis económica creada con sus sabotajes anteriores; e) agudizar el litigio con los acreedores; f) embargar los activos de Pdvsa en el exterior; g) provocar el descontento social. ¿Qué viene después? Ya lo sabremos por medio de los medios.
Foul contra relaciones USA-Cuba
Unas semanas atrás se alarmó con la “noticia” acerca de la denuncia del gobierno yanqui contra el gobierno cubano de estar haciendo ataques a su embajada en La Habana con “armas sónicas”, lo que les “producía” a sus funcionarios malestares físicos y psicológicos. Una frase intercalada en la “noticia” sobre el desmentido cubano, y nada más.
Congelaron todo sobre las investigaciones de científicos especializados cubanos, de casi todos los países europeos y de los propios Estados Unidos, cuyos resultados son coincidentes en que la acusación es un cuento político, que no era posible hacer ese tipo de ataques selectivos y, en el supuesto de que fuera posible, afectaría también al vecindario de la embajada. Un científico español opinó que los “daños” con “armas sónicas”, nunca probados por los yanquis, solo podrían producirse con el ruido igual al de los motores de un avión a reacción, de lo cual se enteraría la mayor parte de una ciudad.
El propósito de la acusación contra Cuba es vulgarmente obvio: servir de pretexto a Trump para justificar la reversión de lo avanzado por Cuba y Estados Unidos en sus relaciones diplomáticas. Trump está cumpliendo sus compromisos con los políticos ultra derechistas de origen cubano para volver a una política hace tiempo fracasada.
¿Han leído los argumentos en la prensa local, contradiciendo su “noticia” inicial? ¿No? ¡Es que eso no es parte del negocio!