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¿Animales políticos o políticos animales?

La población se salva sola, los candidatos electos, lo que hacen o en teoría deberían hacer, es cumplir un mandato a gobernar, que dan los votantes

Elthon Rivera Cruz

17 de mayo 2021

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Mayo ha sido un mes de gran tensión en Nicaragua, tensiones de todo tipo, tanto estatales como organizacionales, e incluso, de la que poco se habla, las tensiones emocionales que cada ciudadano resiste de forma individual.

El Gobierno por su lado haciendo de las suyas con el Consejo Supremo Electoral, y por otra parte las agrupaciones opositoras jugando su rol político o “politiquero” tradicional, que valga mencionar que es la que ha hecho daño a nuestro país desde sus inicios.

Respecto a estas tensiones, la sociedad civil que se siente indignada por no ver voluntad ni en el Gobierno, ni en la oposición, se ha desbordado en comentarios, cada persona manifestando su sentir, haciendo una especie de catarsis que pueden liberar a través de las palabras.

Dicho sentir de indignación, tomó fuerza a raíz de la falta de compromiso por la unidad de las dos plataformas que, de alguna manera, representan a la población azul y blanco, o al menos eso se creía, y es que la población depositó en estos espacios, votos de confianza para que en conjunto se consolidaran como una fuerza opositora unificada contra la dictadura, pero evidentemente, resultaron ser otros los planes de los políticos que se desenvuelven en esas plataformas.


Ante tanta crítica social, varios de los protagonistas y sus adeptos, saltaron en justificaciones de sus actos, como era de esperarse, unos culpaban a los otros de que la unidad no se concretara, y después implementaron un discurso de “sabiduría política”, es decir, no ha bastado con solo dedicarse a señalar a la contraparte, pues tanto pasado y errores tienes unos, como lo tienen los otros, si de “sacar mantillas al sol” se trata, ninguna de las dos partes se salva, sin embargo son osados al atreverse a lanzar la primera piedra, aun sabiendo que ese tiro les puede rebotar en la cara.

Retomando lo de la supuesta sabiduría política, es esa estrategia en la cual los miembros de estas plataformas justifican sus actos recientes, bajo la premisa de que lo hacen porque ellos “saben”, “conocen” o “entienden”, pues tienen una trayectoria política amplia, ellos tienen la capacidad de reconocer cual es la mejor opción para Nicaragua, ellos están ungidos de saber por sus cualidades profesionales y académicas, por su recorrido en la historia política nacional, es decir, -ellos saben y los demás no, ellos entienden todo y la población no comprende mucho, por lo tanto ellos deben actuar aun en contra de los que la ciudadanía pida a gritos.-

Parecen obviar, que el ser humano es político por naturaleza, no por formación; tanta razón política puede tener alguien que grita unidad desde la población, como la pueden tener ellos desde sus cúpulas. Puede que estén errando al pasar de sus actos como “animales políticos”, referenciando al concepto de Aristóteles, a ser “políticos animales”, lo cual evidentemente no es lo mismo.

Un zoon politikón (animal político)

Este es cualquier ser humano, que se desenvuelve en la sociedad y cuenta con la posibilidad de tomar decisiones en su entorno, es un término que Aristóteles plasmó en su libro La Política. Los nicaragüenses estamos determinados, al igual que el resto de nuestra especie humana, a una naturaleza política, aunque no todos nos desarrollemos en la práctica como tal.

Eso es lo que los diferencia a ellos, los políticos organizados en sus plataformas, del resto de la población, ellos hacen de la naturaleza política, una práctica constante e incluso un estilo de vida, asumen liderazgos, y sí, desarrollan habilidades en la materia, que el resto de la ciudadanía no tiene; pero esto no los vuelve ungidos en saber, para sentirse por encima de los demás --como los salvadores del pueblo--, porque no lo son, la población se salva sola, los candidatos electos, lo que hacen o en teoría deberían hacer, es cumplir un mandato a gobernar, que le están dando los votantes.

Un político animal

El término lo utilizaré como propio y para efectos de este análisis, sin otra referencia; se determina por la actitud de aquellos que ejercen la práctica política, de una manera poco razonada en aras a un bien colectivo, por decirlo de alguna forma. Y hago alusión al termino del razonamiento, pues es algo muy propio de los seres humanos. Justamente la capacidad de razonar, a parte de las características físicas, es la que marca la diferencia entre los humanos y los otros derivados del reino animalia. Sin ese raciocinio, no habría gran diferencia de entre las demás especies de nuestro planeta.

Pero en el ámbito político nicaragüense, se percibe una falta de razonamiento lógico por parte de los practicantes de la política, quienes aun comprendiendo el escenario sociopolítico que vivimos bajo el autoritarismo de la dictadura, el extremismo represivo y el irrespeto mismo al derecho a la vida; aun estando claros de que la lucha por quitarle el ejercicio del poder a este régimen es y todavía será un reto que sobrepasa las capacidades de cada plataforma de manera individual, y comprendiendo que a un régimen que tiene dominado el Estado y las fuerzas armadas, solo se le puede equiparar fuerza al desnivelar la balanza del respaldo social, en favor de la oposición; hacen caso omiso a la imperante necesidad de unificación de fuerzas.

Actúan por impulsos de intereses premeditados, en detrimento del bienestar de todo un país. No es un asunto de inteligencia, pues hasta los animales pueden tener un poco de esta, sino de razón. Un político que actúa por impulso, por intereses propios, por instinto, por satisfacer su ego, delimitar su territorio y dominio, por favorecer solo a los que tiene bajo su control, puede estar actuando como un animal.

Los animales por instinto atacan, las serpientes muerden aun cuando el humano no quiera hacerle daño, los leones someten a los demás para asegurarse su dominio, el búho se come al ratón, el búfalo ataca a otro búfalo en interés de demostrar su fuerza, etc… los animales no razonan, a ellos no les importa si con su caza dejan a las crías de sus presas solas y condenadas a morir, ellos no analizan si con su dominio dañan a otros, no piensan, no analizan, solo actúan.

Así parece el comportamiento en la práctica política nicaragüense, al régimen en el poder, no le importa cuánto sufran las madres por cada hijo que les arrebataron, cuanto añoran la libertad los presos políticos y sus familiares, cuanto desea regresar al país el exiliado, cuanto afecta la vida de los estudiantes expulsados, ni tampoco se preocupa por el temor que tienen los ciudadanos por la violencia en el país, de hecho, todo eso le conviene, cual león marcando y dominando el territorio. Su comportamiento no obedece a razonamiento lógico, sino a un impulso bestial, que a la larga le terminará siendo perjudicial.

De la misma manera ocurre en la clase política opositora, bajo caprichos irracionales, no les importa afectar al pueblo al negarse a la unidad, no razonan en el dolor de los presos políticos y las demás victimas del contexto que vivimos, actualmente se enfrentan entre sí, cuerno a cuerno como bisontes, para demostrar quien tiene más fuerza, mientras a un lado, la dictadura espera como hiena astuta, a que entre ellos se maten, para luego ir a comer sus restos podridos, en compañía de sus zopilotes colaboradores.

Quizá George Orwell, en su obra Rebelión en la Granja, hizo personificación de los animales, para trasmitir esa visión de políticos animales, bien representados en los cerdos que con las sobras son felices revolcándose en su charco, o las cabras, que repetían y repetían lo que se les había adoctrinado para generar ruido y desviar la atención, y todos en su conjunto odiando y temiendo al enemigo snowball, ese peligro ficticio del que los demás cerdos hacen uso para legitimar su dominio en la granja.

Ocurre igual en la cultura política tradicional de Nicaragua, donde las cúpulas toman a personas inteligentes y consiguen a base de beneficios, favores y promesas, convertirlas en adeptos fanáticos, amaestrados como loros que repiten, monos que aplauden y obedecen, y perros fieles que, bajo órdenes, se sientan, ruedan, ladran e incluso atacan.

La política opositora nicaragüense, no parece estar razonando, solo actuando, dejando fluir instintos primitivos de ira, violencia, eliminación, instintos animales que sí se tienen, pero que se pueden controlar con raciocinio. No parecen animales políticos, sino políticos animales.

Comprendo que dicha aseveración resulte ofensiva para muchos, pero es menos ofensiva que el hecho de jugar con el futuro de todo un país que sufre.

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Elthon Rivera Cruz

Elthon Rivera Cruz

Estudiante de Ciencias Políticas. Antes estudió Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), de la que fue expulsado por su participación en la Rebelión de Abril de 2018. Se dedica a la investigación social con enfoque en educación superior y derechos humanos a la educación, y derechos de los jóvenes.

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