14 de agosto 2023
Conversaba con Idania Chirinos en su programa La Tarde de NTN24. Me preguntaba sobre la próxima elección argentina, si la difícil situación económica, caracterizada por creciente pobreza e inflación, era central a la hora de pronosticar resultados. “Desde luego”, respondí, “pero en muchos distritos del país el problema de la seguridad es aún más prioritario en las consideraciones del electorado”.
Es que esa misma mañana una niña de 11 años había sido asesinada en Lanús, localidad del conurbano bonaerense. Al ser atracada desde una moto, la arrastraron para arrancarle la mochila y robarle el celular; se les llama “motochorros” en el argot popular. Ocurrió a las siete de la mañana antes que ingresara a clase. La niña falleció poco después en un hospital por las heridas recibidas.
Ante el hecho, los candidatos participantes en las primarias suspendieron sus actos proselitistas. “Una sociedad donde matan a una nena de 11 para robarle en la puerta de la escuela está al borde de la descomposición”, sentenció crudamente el diputado Mario Negri.
Mencioné este hecho en el programa y continué: es que sin seguridad no hay libertad, no hay democracia y no hay economía viable. Desaparece por completo la noción de ciudadanía. En muchos lugares de Argentina esa es la realidad, la violencia del narcotráfico en Rosario—por ejemplo, puerto de salida de la droga que baja desde Bolivia—ya es de años.
Es más, se trata de una realidad extendida en toda la región y agregué: en América Latina el crimen organizado es un ejército de ocupación. La ciudadanía está encarcelada, en sus propias casas. Los niños no están seguros en las escuelas. Las noches tienen toque de queda, espontáneamente observado por la población. Los adolescentes son presa de los carteles, empleados para traficar y clientes para consumir.
Cuanto menor es el ingreso, mayor es la vulnerabilidad. El ejemplo más desgarrador es el de tantas madres humildes a las que el narcotráfico les robó sus hijos. Los pobres no acceden a seguridad privada y la policía es inefectiva, limitada frente a los criminales hasta en el armamento del que dispone.
O bien es cómplice. El propio Estado está penetrado y capturado en buena parte de la región, sobre todo a nivel subnacional, en ciudades y provincias. Mencioné varios países, Ecuador entre ellos, donde la información de medios y las propias escenas que los ecuatorianos suben en redes son verdaderamente aterradoras. Lo que describen es un país ocupado, precisamente.
Y dos horas más tarde llegó la noticia desde Ecuador: el candidato presidencial Fernando Villavicencio fue asesinado a la salida de un acto de campaña en Quito. Aunque su muerte no tiene responsables confirmados, una banda que se hace llamar “Los Lobos” aseguran en un vídeo haber sido los autores del crimen.
Antes periodista y asambleísta, Villavicencio concentró buena parte de su labor profesional, su agenda legislativa y su campaña presidencial en la lucha contra el narcotráfico. Una semana antes, había denunciado una serie de amenazas en su contra y su equipo de trabajo por parte de bandas criminales ligadas al narcotráfico. Concretamente, el Cartel de Sinaloa.
No se ahorraba en palabras fuertes, denunciando a las organizaciones criminales por nombre y apellido. Ecuador no tiene carteles, había dicho, vienen de México: Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y ahora también la mafia albanesa. Y recriminó al Gobierno de México no hacer lo suficiente para combatir el narcotráfico—México es el país “progenitor de los cárteles”, había afirmado en un video dos días antes de ser asesinado.
El tiempo no pasa. En los años ochenta y noventa la referencia a Colombia era de “Estado fallido”, dada la magnitud del narcotráfico y su capacidad de capturar la política y el Estado, incluyendo el asesinato de candidatos. A partir de 2021, se comenzó a hablar de Haití como Estado fallido, no era la primera vez. Ello a raíz del asesinato del presidente Jovenel Moïse en su propia habitación, siendo su esposa, Martine Moïse, herida de gravedad.
Pues hoy toda la región es un Estado fallido, hay que decirlo. Ya sea en Rosario, en Ecuador, en largas extensiones de Perú y de América Central, en el México subnacional, y con creciente presencia del crimen organizado en la propia capital de la nación, o en Venezuela, donde gobierna una “organización narcoterrorista” según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, América Latina toda es un Estado fallido.
Pero cuidado con las “soluciones Bukele”. En El Salvador, la ocupación de las pandillas ha sido sustituida por la ocupación de la policía que arresta y sin proceso judicial encarcela personas sospechosas por el solo hecho de llevar tatuajes en su piel.
Durante la II Cumbre de la CELAC en La Habana, el 29 de enero de 2014, se proclamó a América Latina y el Caribe como “zona de paz”. No es tan solo una broma de mal gusto. Es la macabra sordidez de nuestras dictaduras y sus cómplices. América Latina es la región más violenta del planeta; lo era también en 2014.
*Publicado originalmente en Infobae.