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Acerca de una anormalidad histórica

La oposición nicaragüense tiene en el centro de su atención entre todos sus dilemas y problemas, encontrar la unidad en la acción

Onofre Guevara López

2 de mayo 2023

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Concluida la vigencia de los partidos políticos tradicionales de nuestra historia después de abril 2018 sin que nadie echara una lágrima por ellos, la oposición quedó limpia para renovarse –o ser renovada— con nuevos cuadros dirigentes a quienes la historia les exige –como mínimo— una nueva visión política sobre esta realidad que vivimos, y no mentirle al pueblo sobre cómo deberá construirse el futuro de Nicaragua.

El problema es que, muerto el perro no se acabó la rabia, y uno de sus virus que sigue viendo y actuando en el cuerpo político nicaragüense es la división, no esa que viene de la diversidad de clase, política e ideológica –que es lo natural en toda sociedad— sino la división provocada por las mezquinas ambiciones de sus líderes oportunistas que nunca escasean.   

Otra vez, la oposición nicaragüense tiene en el centro de su atención entre todos sus dilemas y problemas, encontrar la unidad en la acción que requiere la buena disposición de renunciar a darle mayor dimensión a las diferencias que los separan, y a valorar en lo que merecen las cosas a que todos decimos aspirar, como mínimo: vivir en un país con libertad, democracia y justicia social. No es mucho pedir, pero es demasiado difícil conseguirlo, como ya se ha visto demasiadas veces.

II


Puede ser que, entre esas tres cosas indispensables –libertad, democracia y justicia social— haya una que le parezca más necesaria a un sector de la sociedad que las otras dos –sin renunciar a ninguna— por la condición específica en la vida de sus componentes. Trataremos de explicarlo: la libertad y la democracia son inherentes al derecho y a las necesidades de todos, sin excepciones; pero la justicia social –aunque no sea indiferente para nadie— tiene la especificidad de estar más ligada a las necesidades más inmediatas de los trabajadores durante todos los días de la vida: lo económico y lo laboral.

A simple vista, pareciera no ser necesaria una explicación en detalles del por qué esta afirmación, por ser un hecho bastante obvio, muy reconocido por todo el mundo y que es una realidad que no admite ninguna duda; no obstante, pensamos que no está demás confirmarlo con algunos ejemplos:

a) La libertad no es abstracta ni absoluta ni única; hay muchos conceptos sobre la libertad, entre otras: la libertad de prensa, la cual, sin dejar de interesar a todo el mundo, es especialmente necesaria y en primer término a los medios de comunicación, a los periodistas para sus mensajes y para la sociedad receptora que, a su vez,  debe ejercer su derecho a la información y expresión libres; pero no es algo vital para la mayoría de la población empobrecida con alto porcentaje de analfabetismo, que no puede comprar periódicos (ahora no tenemos ninguno, gracias a la dictadura), tener televisión por cable ni poseer una computadora, para ejercer esos derechos.

b) La democracia es igual que la libertad de importante para todos, porque está relacionada con todos los derechos y las libertades; y, cuando estos no existen, tal es el caso de nuestro país, para el pueblo empobrecido, ninguno de estos valores cubre sus necesidades inmediatas, y esto da espacio a las mentiras de la dictadura.  Lo más necesario e indispensable seguirá siendo la comida; se piensa en comer por una necesidad humana impostergable. Con este ejemplo, no pareciera necesario agregar algo más, porque después de la comida, ninguna otra cosa puede despertar mayor interés para los pobres… porque son los únicos que no tienen segura la comida (ni su calidad) en su diario vivir.

III

Esta realidad es suficiente razón para demandar la presencia del tema de la justicia social en la agenda política de la oposición, porque si no es así, no habrá ninguna otra razón para justificar la existencia de la oposición en su conjunto ante la mayoría de la población. Sabemos que no todos los grupos se interesan en lucha por la justicia social de modo específico; incluso, muchos lo dejan para sus discursos y agendas, lo cual es sencilla y llanamente demagógico.

Es evidente que, si alguien quisiera desmentir este juicio, y probar que sus movimientos y líderes políticos opositores no son de la misma naturaleza demagógica, le bastaría demostrar que las actitudes y pronunciamientos políticos de su organización están a la altura del tiempo y de esta época; y reconocer la necesidad de la unidad en la acción, trabajando por ella sin reservas. En otras palabras, desconectándose de sus errores pasados y ayudar a forjar un nuevo tipo de alianza política, con nueva visión.

Debemos reconocer las dificultades que ha habido para conseguir la unidad en la acción con todos, y sabemos todos que no depende solo de los líderes, tengan o no tengan características negativas, porque –como dice un lugar común— “para bailar un tango se necesitan dos”. ¿Y cuál es la pareja que hace falta ahora en las tareas de bailar por la unidad? El pueblo trabajador, pero no como individuos, sino con sus propias organizaciones sindicales y políticas.

Y en eso reside –a nuestro entender— la anormalidad histórica: la ausencia del movimiento obrero, sindical y político, por las causas expuestas en la columna anterior, o sea: por la domesticación del sindicalismo exsocialista y sandinista de parte de la dictadura Ortega-Murillo, y la represión contra el sindicalismo de origen socialcristiano, o el no sandinista.

La ausencia de un partido político obrero independiente, hay que explicarla. El histórico Partido Socialistas (1944) se integró al Frente Sandinista (1979); hablamos de uno de los dos partidos Socialistas, pues el otro Partido Socialista que surgió de la división de 1976, se desintegró dentro de la oposición antisandinista.

Lo aclaramos por mero interés informativo de carácter histórico, pero en verdad, lo importante y lamentable es que hoy la clase trabajadora nicaragüense está huérfana de su partido político que la pueda representar, y sin sindicatos autónomos. Los siguientes son datos claves para entender cabalmente el drama político de la clase obrera nacional en tres actos: 1) el sindicalismo principal está controlado por la dictadura; 2) sin partido la clase obrera está desarmada políticamente; 3) la oposición nunca ha demostrado mayor interés por la suerte de la clase obrera, como clase social específica.

IV

Como vemos, el acto 1) se definirá con la victoria sobre la dictadura; los actos 2) y 3) no solo son dos tareas pendientes, sino que ni siquiera se inician. El movimiento opositor y su unidad en la acción no se detendrá por la ausencia del movimiento obrero, pero no se puede negar que, por su ausencia dentro de la oposición, a la hora de las victorias políticas sobre la dictadura, no se garantizará nada a los trabajadores como clase, ni la justicia social se aplicará con todo rigor en el proceso de democratización que vendrá después. Todo quedará dentro de las posibilidades de “mejoría” de la situación social, pero en lo general, confundida dentro de las reivindicaciones democráticas generales.

Dentro de la oposición de hoy hace falta la estructura política y social, la que ya tuvo en el proceso de lucha política cívica encabezada por la Unión Democrática de Liberación (UDEL) durante los años preinsurreccionales, creada con la insistencia en la tolerancia política de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. De eso solo queda la lección acerca de cómo se puede borrar los prejuicios ideológicos, lección ofrecida por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, dando el paso inaugural en nuestra historia política con la integración en UDEL de tres partidos políticos de izquierda y cuatro centrales sindicales, dejando atrás el anticomunismo aldeano que caracterizó a las oposiciones anteriores, e incluso a la actual.

Esta situación no será eterna; la divisa histórica de que… “La liberación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos” tiene vigencia, pero se deberá luchar también de modo indispensable junto a otras clases progresistas por los derechos y las libertades democráticas, porque, como clase, los trabajadores no son una ínsula dentro de la sociedad. Esto, es parte inseparable de la lucha por la justicia social todo el tiempo, y deberá tenerlo en cuenta esta oposición, si quiere cumplir cabalmente su discurso.

Al margen de estas cuartillas

*En la historia política nacional, ninguna época ha sido fácil para las organizaciones obreras, y sus periódicos…

*Durante la dictadura somocista, los patronos levantaban listas negras de los dirigentes sindicales para evitar la organización en sus empresas…

*Su partido político era perseguido y sus dirigentes encarcelados, mientras políticos de derechas los calumniaban acusándolos de somocistas…

*Su periódico tenía que cambiar de nombre después de la primera, la segunda o tercera edición, porque la dictadura lo cerraba, y las derechas aplaudían…

 *Los medios de lucha obrera, cayeron en las redes de la ilusión con el triunfo revolucionario y, como dicen que le pasa al cisne, cantaron para morir…

*Eso de morir es un decir; los sindicatos viven bajo secuestro, y miembros de su partido aún viven: unos dejaron de ser socialistas dentro del orteguismo, y otros mordiendo el leño contra su dictadura dentro de la oposición. -

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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