14 de enero 2017
En los primeros meses de 2016 fue publicado Motociclistas, especie en extinción (Confidencial, 19/3/2016), artículo que escribí ante el pavoroso incremento de muertos y lesionados derivados de accidentes de tránsito, cuya curva de crecimiento empezó su ascenso desde 1998. En base a datos de 2014 de la Policía Nacional –los de 2015 aún no estaban en Internet- y declaraciones policiales, escribí: de mantenerse tales indicadores, causas, y escenarios que generan estos percances, al final de 2016 habrá un acumulado de 29,200 accidentes con 5.304 involucrados, de los que 730 morirán y 4.574 quedarán lesionados. La mayoría serán motociclistas menores de 30 años.
Esta epidemia -1ª. causa de muerte y 2ª. de discapacidad en Nicaragua-, cerró 2016 con un saldo superior al advertido: 5.336 involucrados (776 fallecidos y 4.560 lesionados). Motociclistas menores de 30 años quizá son, otra vez, la mayoría de víctimas. A las irreparables pérdidas humanas se agregan inmensos pérdidas materiales y económicas. Según análisis del IEEPP en los hospitales Lenin Fonseca, Manolo Morales y Aldo Chavarría, el 90% de sus presupuestos fue gastado para atender a lesionados. ¿Qué está ocurriendo para que andemos desaforados en calles y carreteras? ¿Por qué la población presenta baja percepción del riesgo?
La Dirección de Tránsito imputa las causas centrales de accidentes a: invasión de carril contrario, giros indebidos, exceso de velocidad, desatender señales de tránsito y el alcohol. Quizá no sea ese el orden jerárquico, pero esto nos lleva a preguntarnos si serán estas las causas verdaderas, y a pensar por qué hacemos lo que provoca accidentes. La baja percepción del riesgo es contraria al instinto de conservación, y si éste está siendo anulado el asunto se complica, porque tendrían que ser considerados factores vinculados con la salud mental. Ya se hizo pruebas sicológicas a conductores de un sector del transporte y los resultados no fueron nada halagüeños.
Se ha dicho que esta mortandad es un problema de Salud Pública. Ésta es definida como: disciplina encargada de la protección de la salud a nivel poblacional… busca mejorar las condiciones de salud de las comunidades mediante la promoción de estilos de vida saludables, las campañas de concienciación, la educación y la investigación. Considero que la crisis está más vinculada con Salud Mental, definida por la OMS como: un estado de bienestar, en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Es diferente, pues quienes chocan, se lesionan y mueren son individuos, no comunidades.
Se habla de implementar políticas de Salud Pública para enfrentar el problema. Como no soy especialista en estos temas, que lo analicen los expertos, sin embargo, planteo las siguientes interrogantes: ¿Será que los conductores involucrados en accidentes no pueden afrontar las tensiones normales de la vida…? ¿Cuáles son las tensiones normales de la vida en Nicaragua?
¿Será que las causas identificadas por la Policía están más relacionadas con sus estadísticas y en vez de causas son efectos? ¿No será que en este mortal asunto subyacen factores sociales, económicos y políticos, que desesperan y aturden a la gente en su quehacer cotidiano? La respuesta de un conductor que una mañana chocó contra la parte trasera de una rastra es sorprendente: -No la vi –dijo. Y conducía totalmente sobrio, recién salido de su casa. Dicen los siquiatras que las personas intentamos llenar nuestros vacíos de muchas maneras. ¿Qué vacíos queremos llenar con alcohol y otras drogas? ¿Qué nos angustia tanto para omitir los riesgos?
En la Nicaragua del día a día hay incertidumbres derivadas del desempleo, los bajos salarios, la compra de la canasta básica; por asegurar los tres tiempos diarios; el alquiler de la casa, el agua, la luz; por la cuota del préstamo de la vivienda, el transporte diario, medicinas, ropa, zapatos; la deuda con tarjetas de crédito, etc. También hay animadversiones por los niveles de corrupción que proliferan sin que nadie los detenga; por la dolce vita que gozan algunos sin romperse el lomo trabajando. En fin, por la inequidad social existente. De allí que miles de jóvenes dejen el país en busca de mejores opciones de vida y la mayoría no deseen volver a Nicaragüita.
¿Serán estas situaciones causas de tantos accidentes? Sugiero sean incluidas en el análisis, para erradicar con urgencia esta crisis que cada año afecta a miles de familias y a la nación.
Managua, Ahuacalí
Enero 7 2017