17 de abril 2019
Los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen de Daniel Ortega y las graves violaciones a los derechos humanos de los nicaragüenses en el último año, es algo a lo que la presidenta del Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez, no le encuentra comparación. El odio y la crueldad con que la dictadura ataca a quienes les adversan evidencian que “no se trata sólo de limitar sus derechos sino que ejercen sobre ellos tratos crueles, tratos denigrantes, con el fin de humillar a la persona”.
Un año después del inicio de la brutal represión en Nicaragua, Núñez considera que en materia de derechos humanos el balance “sólo puede ser negativo” debido a la gran cantidad de muertos, desaparecidos, lesionados, presos políticos y exiliados. Sin embargo, destaca que después de muchos años de silencio finalmente la ciudadanía salió a las calles para exigir respeto a sus derechos.
El Cenidh es una de las nueve organizaciones no gubernamentales cuya personería jurídica fue cancelada y sus instalaciones confiscadas por la dictadura. Pero su presidenta y cofundadora asegura que “no me van a callar”. Cuatro meses después del asalto Núñez reconoce que lo que más le duele es el exilio de la mayor parte de su equipo, porque para ella el Cenidh son las personas y no la oficina.
En esta entrevista Núñez explica el trabajo que está haciendo después de la confiscación del organismo que ha defendido los derechos de miles de personas desde 1990, muestra su escepticismo con la negociación entre el régimen y la Alianza Cívica y lamenta que la dictadura nicaragüense use a los organismos internacionales para ganar tiempo mientras que los presos políticos siguen encerrados ilegalmente.
A un año de la Rebelión de Abril y la violenta represión del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, ¿cuál es el balance del Cenidh en materia de derechos humanos?
El balance es negativo desde la perspectiva de la vigencia de los derechos humanos. Este ha sido un periodo en el que el incremento a las violaciones de derechos humanos ha aumentado hasta el extremo que ya Nicaragua es considerado como un país donde sus gobernantes han cometido crímenes de lesa humanidad y esa es una de las mayores calificaciones negativas que un Estado y sus gobernantes pueden sufrir.
¿Cómo califica la respuesta del régimen a las protesta ciudadanas?
Nunca nos imaginamos que los niveles de represión, de crueldad llegaran a los extremos que llegaron el 18 de abril. Parece que (Daniel Ortega) perdió por completo el control de su personalidad al ver amenazada su permanencia en el poder… no se trata solamente de las represiones tradicionales de las dictaduras históricas de Latinoamérica, esta represión dictatorial está acompañada de un odio personal. La crueldad con que atacan a la gente no se trata de reprimirlos o de limitar sus derechos sino que ejercen sobre ellos tratos crueles, denigrantes, con el fin de humillar a la persona.
En el balance de la represión, el Cenidh también fue una víctima directa, con la cancelación de su personería jurídica y la confiscación de sus oficinas. Muchos defensores también han tenido que exiliarse. ¿Cómo se siente usted como presidenta de este organismo al que intentaron desaparecer?
Nos quitaron la personería jurídica de manera ilegal, nos asaltaron, casi matan al muchacho que cuidaba, se robaron absolutamente todo. Pero uno de los golpes más serios para mí como presidenta fundadora del Cenidh, que traté de desarrollar un equipo comprometido… fue el hecho de que la persecución y la estigmatización sobre quienes integramos el Cenidh hizo que tuvieran que tomar la decisión de irse para preservar su vida.
¿La gente aún puede avocarse al Cenidh para poner denuncias? ¿De qué manera están trabajando?
Lo que hacemos es trabajar casi clandestinos y eso es una agresión a nosotros no solo como defensores, sino que también hay agresión a nivel personal al tener limitadas nuestras posibilidades de movilizarnos, de reunirnos con quien queramos o a la hora que sea, no por no exponernos nosotros pero muchas veces para no arriesgar a las víctimas. Estamos recibiendo, a través de medios electrónicos y por medio telefónico las denuncias… también estamos tratando de dar nuestra opinión en los distintos medios de comunicación, pero además atendiendo las relaciones internacionales, acompañando las diferentes medidas cautelares que estamos tramitando y participando en diferentes foros internacionales a los que tenemos acceso.
Un año después del estallido social, el Gobierno ha impuesto un Estado policial de facto, y hay una crisis social, política y económica, ¿qué considera que ganó y qué perdió la ciudadanía en este año?
Tenemos que conmemorar dos cosas. Lógicamente no podemos dejar de recordar a los muertos, no podemos dejar de recordar que el día 18 de abril –que se inicia la represión- significa la pérdida de la vida de 323 víctimas de asesinatos, que fueron las que el Cenidh logró documentar (antes de ser asaltados por la Policía). Pero también tenemos que conmemorar el despertar del pueblo, el despertar del pueblo porque definitivamente creo que ya los mecanismos de defensa de derechos humanos estábamos como agotados, estábamos obstaculizados.
El plazo de noventa días para la liberación plena de los presos políticos se sigue agotando. ¿Cuál es su opinión sobre el proceso de excarcelación actual?
La situación de los presos políticos –en medio de todas las circunstancias- es lo que más me angustia, es lo que más me duele. Definitivamente me parece que es la peor crueldad. El plazo de noventa días se está agotando, pero eso no es nada, sigue jugando y sigue haciendo lo que quiere esta gente (del régimen) con los organismos internacionales… Sabe este hombre que tiene ya que empezar a liberar (a los reos de conciencia), no puede poner en duda el profesionalismo y la experiencia de la Cruz Roja Internacional cuando ya está conciliando las listas, pero él sigue empecinado, por eso es que reitero que Daniel Ortega tiene a los presos políticos como moneda de cambio. Él está buscando cómo agotar hasta el último momento la paciencia (de la otra parte).
¿Ve algún resultado positivo en la negociación entre el régimen y la Alianza Cívica?
Es bien difícil si una madre esperaba que a través de esa negociación iba a estar a las puertas de la cárcel para esperar a su hijo, lógicamente esa madre no puede ver un resultado positivo. Mantener la expectativa de que hay un diálogo abierto se está convirtiendo en un arma de doble filo porque nos mantiene de alguna manera pendientes de que en algún momento va haber suficiente presión, que es lo único que hace ceder a Daniel Ortega, y por el otro lado, esas presiones no llegan porque también están esperanzados de que aquí hay un diálogo. Entonces, la verdad es que hay que desenmascarar de una vez por todas a este Gobierno, porque definitivamente están usando el diálogo para ganar tiempo, él está usando a la OEA para ganar tiempo, él está usando al Nuncio para ganar tiempo y si seguimos a ese ritmo pronto va pasar el año 2019, vamos a llegar al 2020 a las puertas de otro fraude electoral.
La Alianza Cívica ha pedido garantes internacionales en la negociación, pero Ortega rechaza a todos los organismos de derechos humanos ¿puede haber alguna garantía de respeto sin estos organismos?
Ni siquiera con la presencia de esos organismos hay garantías. Estamos frente a la presencia de un hombre que nunca en la vida ha cumplido su palabra. Estamos frente a un gobernante que le ha mentido eternamente al pueblo de Nicaragua. Entonces, estamos dialogando sin dialogar, estamos como hablando solos frente a una pared… Cualquiera que venga será objetado. Vienen y lo siguiente: estamos bien esperanzados en garantes internacionales pero esos garantes internacionales no tienen poder coercitivo, una debilidad del derecho internacional público es que no tiene poder coercitivo. No puede ser una instancia como decir cascos azules que vayan a hacer cumplir tal o cual dictamen del Consejo de Seguridad (de Naciones Unidas). Definitivamente las cosas Daniel Ortega las está llevando a tal extremo que solo acciones de esa naturaleza podrán resolver este problema.
Usted ha criticado la negociación entre el régimen y la Alianza Cívica, ¿qué espera en concreto de esta mesa instalada en el INCAE?
Soy escéptica. No es derrotismo, quiero seguir siendo optimista y conservar la esperanza, pero definitivamente no veo que este hombre vaya a cumplir. Quizá -a veces- uno ante situaciones así tiene que escoger. Yo consideraría que podemos seguir (la negociación) mientras vea los presos políticos fuera de la cárcel y además todos los presos políticos, porque definitivamente detrás de esa situación de los presos políticos en la cárcel hay una caja de pandora, porque de ahí pueden surgir la cantidad de personas desaparecidas que nunca pudimos contar.