24 de julio 2018
El régimen de Daniel Ortega “quiere mostrar” a nivel internacional que ya no hay resistencia en las calles de Nicaragua, pero esto “no es verdad”. Así lo cree Enrieth Martínez, estudiante de la Universidad Centroamericana (UCA) y miembro de la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ), uno de los movimientos estudiantiles que surgió a raíz de las protestas en Nicaragua y cuyo fin es articular a varias universidades del país.
Para Martínez, el mensaje de su movimiento y de los otros jóvenes que han estado atrincherados es que se han retirado “momentáneamente” —a fuerza de la represión de Ortega—, pero que internamente siguen “organizados” y “fortaleciéndose”.
Para muestra, Martínez menciona las diversas protestas en las últimas semanas en todo el país. “Lo que queda es fortalecer la organización desde nuestros territorios, desde nuestras bases y desde nuestros propios círculos, porque solo desde nuestras manos y solo nuestra movilización Nicaragua va a cambiar”, manifestó Enrieth Martínez en una entrevista para el programa televisivo Esta Noche.
Uno de los bastiones de la resistencia universitaria —la UNAN-Managua— fue brutalmente atacado el 13 de julio por los paramilitares del Gobierno de Daniel Ortega. Por más de 12 horas, un grupo de jóvenes universitarios y periodistas se resguardaron en la iglesia Divina Misericordia, ubicada a unas cuantas cuadras del recinto académico. En el ataque, murieron dos jóvenes que permanecían atrincherados con otros 200 universitarios.
La lucha de los estudiantes en Nicaragua, según Enrieth Martínez, se ha centrado en la recuperación de la autonomía universitaria que durante los últimos once años de Gobierno sandinista ha sido secuestrada por UNEN, un organismo tildado como el “brazo partidario” del FSLN en los recinto universitarios. Pero, además de la lucha por la reivindicación de la autonomía universitaria, los estudiantes exigen justicia por las muertes de sus compañeros de clases, los cuales han sido asesinados en el marco de las protestas en el país, las cuales iniciaron desde el 18 de abril.
Ahora, los estudiantes de la UNAN-Managua denuncian una “cacería” de jóvenes. “Actualemnte tenemos un grupo de estudiantes detenidos y otro grupo que se encuentran escapando por todo el país, buscando como asegurar su vida”, comentó Jonathan López, estudiante universitario y miembro de la CUDJ.
“Estas personas no solo te toman o te llevan preso. En el transcurso te están torturando, humillando, jugando con tu mente. Es un proceso demasiado horrible”, agregó el joven universitario.
Por su parte, Enrieth Martínez reconoce que bajo estas circunstancias ningún estudiante nicaragüense tiene garantías de seguridad sobre su vida. Sin embargo, las articulaciones estudiantiles han intentado mantener redes de comunicación y de apoyo “sólidas” entre todos los grupos atrincherados dentro de las universidades.
“Nosotros celebramos que en toda esta lucha se considere la vida antes que nada y repudiamos totalmente este acto cobarde de ir en casa en casa y de secuestrar a la gente y de tratar de instalar el terror, porque creen que así van a evitar que salgamos a las calles, pero la verdad es que no vamos a dejar de salir a las calles. No vamos a dejar de gritar y de demandar justicia y democracia y que se vayan”, sentenció Martínez.
Ser estudiante es “ser una esperanza para el pueblo”
El lunes 23 de abril se conmemoró en Nicaragua el Día del Estudiante. Hace 60 años, la Guardia Nacional de la dictadura somocista asesinó a cuatro universitarios y dejó a más de 100 heridos. La fecha coincide en este año con una nueva masacre de estudiantes que para algunos historiadores supera a la del 23 de julio.
“Hoy la autonomía está totalmente violada. Ya no existe actualmente ningún indicio de posible autonomía universitaria en lo que corresponde al sector de universidades públicas, ya que son totalmente politizadas por el Gobierno y básicamente ahí se hace lo que el presidente diga”, señaló Jonathan López.
A pesar de este panorama, López asegura que los jóvenes universitarios significan “una esperanza” para el país, pues las protestas del 18 y 19 de abril sirvieron de catalizadores para que todo el pueblo se levantara contra el régimen de Daniel Ortega.
“En general los jóvenes estamos siendo asediados. Estos tres meses han sido dolorosos y preocupantes pero personalmente pienso que ha valido la pena. Es una cuota de sacrificio demasiado grande que se ha dado”, apuntó López.
Por otra parte, Enrieth Martínez señaló que “lo que verdaderamente importa en este momento es sacar a Ortega y lograr justicia en este país”, pues “no se puede construir una Nicaragua con impunidad”.