19 de abril 2024
Estaba por cursar la última clase de la carrera de Psicología para graduarme de la Universidad Centroamericana (UCA) cuando el 16 de agosto de 2023 sucedió la confiscación de la universidad.
En ese momento el sentimiento que tuve es como cuando un familiar bastante cercano se muere. Fue un duelo terrible. Aunque con el tiempo surgieron las oportunidades de estudiar en otras universidades jesuitas, yo decidí con dolor terminar en la nueva Universidad Casimiro Sotelo, porque me faltaba menos de un año para tener mi título y era la única forma de no dejar mi trabajo en Nicaragua.
Sin embargo, hace unos días fui a matricularme y me dijeron que había un problema. Me llevaron donde una supuesta secretaria académica que se limitó a decirme que me negaban la matrícula, y me devolvió toda mi documentación, incluyendo las notas. Había más personas y escuché que a varios chavalos les decían que “se reservaban el derecho de admisión”.
Ahora estoy intentando entrar a una universidad privada, pero aunque tengo todo mi historial académico hay un documento que me piden que en la Casimiro Sotelo aún no me entregan.
Es frustrante y siento que me han atrasado la culminación de mi carrera.
Siento que mi vida desde 2018 ha cambiado tanto, incluyendo la fractura de las relaciones familiares, porque tengo parientes que siguen apoyando a la dictadura y saben que yo no estoy a favor de ellos. Pero también la inseguridad que uno siente de no poder decir lo que uno piensa libremente delante de nadie, ni siquiera en redes sociales.