27 de septiembre 2020
La noche del 26 de septiembre de 2019, unos 180 trabajadores de El Nuevo Diario se durmieron sin saber que al día siguiente estarían desempleados. En la madrugada, algunos se enteraron por llamadas o mensajes de WhatsApp, cuando desconcertados se compartían y comentaban el enlace de la noticia publicada a la medianoche en el sitio web: se había decidido “descontinuar” la publicación. ¿Era ese el fin del que hasta entonces era uno de los principales diarios impresos de Nicaragua, con 39 años de historia a cuestas? ¿Qué pasaría con los trabajadores? Ninguno de ellos sabía las respuestas.
La Redacción fue convocada para una reunión a las 9:00 de la mañana de aquel 27 de septiembre. A diferencia de otros días, todos comenzaron a llegar a las instalaciones desde antes de las ocho de la mañana, y a pesar de la incertidumbre, había optimismo: desde hace un tiempo ya se hablaba de suspender la edición impresa, debido a trece meses de bloqueo aduanero para la importación de papel y materia prima, pero --se decía-- quedaría el digital. Para darse ánimo, el equipo de Redacción se comenzó a recibir con aplausos, dejando para la historia una de las escenas más emotivas de una jornada que no llegó a comenzar.
Las esperanzas se derrumbaron cuando el director editorial, Douglas Carcache, se dirigió a Redacción con la voz quebrantada: “El cierre es definitivo. No hay posibilidad de una edición digital”.
Carcache agradeció las largas jornadas de trabajo, las peligrosas coberturas de los periodistas y fotógrafos durante las protestas de la Rebelión de Abril de 2018, y felicitó la enorme labor de un equipo principalmente integrado por jóvenes. También respondió sobre la preocupación que muchos tenían: las liquidaciones estaban listas. Los correos corporativos fueron bloqueados y el requisito para recibir la liquidación era devolver los dispositivos móviles asignados por la empresa.
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Una portada histórica, que no era la prevista
Desde temprano, el jueves 26 de septiembre, se preparaban las fotografías e ilustraciones para el tema principal de la edición del viernes 27. Se trataba de un reportaje que reconstruía los femicidios más macabros perpetrados en la última década. Llegó la noche y la rutina para concluir la edición impresa parecía la misma. Uno a uno se iban yendo quienes concluían su trabajo, de manera que cerca de la medianoche solo quedaba el equipo de cierre. Sin embargo, ese día fue distinto. El equipo fue despachado a las 8:30 y solo se quedaba el diseñador de la portada.
La propuesta era escribir en letras pequeñas todos los nombres de las mujeres asesinadas en la última década: 630 en total. Una portada histórica. Pero durante el resto de la noche la portada tuvo un cambio que la hizo histórica por una causa diferente.
El cierre de El Nuevo Diario fue precedido por dos hechos que involucraron a empresas del conglomerado económico que había adquirido el periódico en medio de una crisis de liquidez en 2011: los medios afines al Gobierno de Daniel Ortega habían emprendido desde el cinco de septiembre una campaña contra uno de los directivos de Banco de la Producción (Banpro), vinculándolo a una red de lavado de dinero. Y dos semanas más tarde, el 24 septiembre, un vehículo repartidor de Ardisa —la imprenta comercial de El Nuevo Diario— fue retenido por la Policía Nacional, porque supuestamente trasladaba volantes con mensajes políticos contra el Gobierno, que habrían sido solicitados por un tercero. Tras aquel incidente, el equipo de cierre pasó por noches de estrés y temor ante la posibilidad que la Policía ocupara las instalaciones, como menos de un año atrás había ocurrido con CONFIDENCIAL y 100% Noticias.
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Hasta la fecha se desconoce la verdadera razón del cierre de la empresa ND Medios, que abarcaba las publicaciones El Nuevo Diario, Q'hubo, Metro Nicaragua y la revista digital para jóvenes Maje. Pero muchos trabajadores consideran que la decisión de clausura ya estaba tomada desde antes del cierre oficial, pues se les había ordenado “limpiar” vacaciones, y un mes antes se había completado un inventario de los equipos de la Redacción.
A un año del cierre de El Nuevo Diario, aún hay rabia y nostalgia entre sus trabajadores que de la noche a la mañana, literalmente, se convirtieron en desempleados. Algunos decidieron emigrar del país y otros crearon nuevos portales de noticias. Y también hay quienes aún siguen en el desempleo.
Óscar Sánchez, “risita”: “Estoy viviendo de la caridad”
Oscar Martín Sánchez Valdivia, de 56 años, conocido entre sus colegas como “risita” o “profesor”, es el fotógrafo que entre las balas y bombas lacrimógenas capturó para El Nuevo Diario las imágenes más crudas e impactantes de la represión de 2018; entre ellas la primera fotografía de un francotirador disparando contra los manifestantes el 30 de mayo de ese año.
Un año después del cierre, Óscar Sánchez no ha conseguido trabajo, la principal dificultad ha sido su edad y la falta de un equipo propio. “He tocado todas las puertas, pero ni como chófer me han agarrado en algún medio de comunicación”. Sánchez está a cargo de tres hijos y de su esposa que padece lupus. Ella se encuentra delicada en el hospital, tras contagiarse de covid-19.
“Algunos compañeros me han ayudado con granos básicos y, a veces, con dinero. Ellos me dicen cómo es posible que (en El Nuevo Diario) te hayan dejado en la calle. A veces salgo en el carro y hago viajecitos, la carrera apenas valen 10 pesos; para ganarme 300 córdobas tengo que trabajar 24 horas; prácticamente estoy viviendo de las caridad”, relató el fotógrafo.
Su familia le ayudaba con sus gastos. Un hermano que en ocasiones le pagaba los servicios básicos, falleció hace unos meses por covid-19; y su hijo mayor que trabajaba en el Aeropuerto Internacional se quedó sin empleo a causa de una reducción de personal.
Sánchez trabajó 16 años en El Nuevo Diario. El día del cierre, “risita” estaba de vacaciones y se enteró de la noticia a través de una llamada telefónica, nunca pensó que las tantas veces en “las expuso su vida” por lograr las fotografías de portada “serían en vano”.
Karla Tórrez: “Volveré hasta que pague mis deudas”
El cierre de la empresa ND Medios, no solo significó la clausura de El Nuevo Diario, sino también la del tabloide Metro Nicaragua, que se repartía gratis en los semáforos de Managua. La editora general de este diario, Karla Torrez, temía que por la falta de papel suspendieran la circulación del periódico, por lo que analizó la posibilidad de migrar al extranjero.
El miedo de Torrez se materializó. Se quedó sin empleo, con deudas por pagar y debía sustentar los gastos de su mamá y sus dos hijos menores de edad. Apartó de su liquidación 1500 dólares y compró un boleto de avión hacia España, donde tenía familiares y amistades que la recibieron en noviembre del año pasado. En diciembre, consiguió un empleo temporal.
“Actualmente trabajo como acompañante de una señora, que es diferente a la labor de doméstica. Solo me encargo de darle su medicación y acompañarla en sus actividades cotidianas. Me siento bien, no me da pena decir en lo que trabajo, mientras sea digno”, relata Torrez, con más de 20 años de experiencia en prensa escrita.
A pesar que Torrez laboró en El Nuevo Diario en medio de la crisis sociopolítica por la que atraviesa Nicaragua desde 2018, no está en sus planes regresar a Nicaragua hasta que hallan las condiciones. "Tengo contemplado volver hasta que pague mis deudas”, afirma.
También agrega que ya no haría periodismos al regresar a Nicaragua. “Sería poner un negocio o dedicarme a algo, ya no pienso ejercer periodismo”, considera.
Cierra END y nace IP Nicaragua
Algunos trabajadores de El Nuevo Diario se antepusieron ante el desempleo y buscaron la forma de crear un espacio digital para informar sobre la situación de Nicaragua, tal es el caso de Lesther Arcia, quien se unió con otros nueve compañeros del diario para crear una plataforma informativa digital.
“Cuando vi la publicación en redes sociales no me lo podía creer porque pensé que íbamos a continuar en digital por que el periódico se estaba fortaleciendo en temas técnicos, me enteré como todo el mundo; fue un cierre inesperado. En la mañana (del 27) esperaba que nos dieran una buena noticia, pero no fue así”, contó Arcia.
En abril del 2020, nació el sitio web IP Nicaragua, una “plataforma donde la intención es denunciar lo que hace mal el Gobierno y la oposición”, según Arcia, director del nuevo medio.
El año que laboró en El Nuevo Diario le enseñó que “ a pesar que seas un medio pequeño debes de demostrar la mejor calidad” como lo hizo este diario cuando pasó de 38 a ocho páginas.
Un año después del cierre del Nuevo Diario, Arcia ya no organiza la celebración de los cumpleaños de sus compañeros de trabajo, como acostumbraba. Tampoco Óscar Sánchez o “risita” debe sortear su suerte entre la balas y bombas lacrimógenas de aquellos que reprimen, aunque se busca la vida entre el desempleo. Ni Karla Torrez, a más de 8500 kilómetros de distancia, recorre los pasillos de aquella redacción cuando iba en busca de las fotografías para el cierre de edición de Metro.
A estos tres extrabajadores los une el mismo sentimiento de nostalgia por el cierre del diario. Para aquella última camada de periodistas y reporteros gráficos que resistieron al acoso gubernamental, solo queda en su memoria El Nuevo Diario que fue su último refugio para ejercer periodismo.
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