18 de diciembre 2020
Las epidemias del dengue y la malaria sufrieron un comportamiento anormal en el 2020. Por un lado, los casos de malaria se duplicaron, en comparación al 2019, y los de dengue bajaron en el 76%, pero aún así ubican a Nicaragua entre las 10 naciones con más contagios de América Latina y el Caribe.
Este último dato se conoce por las estadísticas epidémicas que publica la Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien reúne información oficial proporcionada por cada país. El Gobierno de Daniel Ortega, a través del Ministerio de Salud (Minsa), suspendió desde mayo pasado la publicación en línea de los boletines epidemiológicos.
Esta suspensión dejó al país a ciegas respecto al comportamiento de las epidemias y ocurrió semanas después que análisis médicos revelaran un incremento inusual en las muertes de neumonías, que también eran registradas en los informes semanales. Sin embargo, los datos esporádicos que ha revelado el Gobierno, a través de la vocería de Rosario Murillo y los reportes que ha hecho a la OPS, indican un comportamiento extraño en estas epidemias.
“No presentar los datos de las enfermedades que pueden convertirse en epidemias es grave para un país, especialmente cuando ya tenemos una sindemia o combinación de varias epidemias. Por otro lado, al no alertar a la población, esta no toma las medidas de comportamiento necesarias para prevenir o buscar un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno”, señala el epidemiólogo Leonel Argüello.
Malaria incrementa en el 108%
El aumento en los casos de malaria no es nuevo. En 2016 se registró el mayor incremento de los últimos cinco años y, en los años siguientes, la cifra subió tanto que, a principios de 2018, la OPS emitió una alerta sanitaria sobre esta epidemia; aunque para 2019 reportó una disminución del 17%.
Sin embargo, el panorama cambió este año. El país pasó de reportar 13 219 casos, en 2019, a registrar, hasta el 15 de noviembre de 2020, 27 577 casos, según dijo Murillo en sus intervenciones diarias.
“El problema no es de recursos financieros ni materiales, el problema tiene que ver con la aplicación insuficiente de la estrategia o el no cambio de la misma, pues Nicaragua estaba en la lista para eliminar la enfermedad hace dos o tres años”, explica el epidemiólogo.
El epidemiólogo Rafael Amador comenta que es probable que por la pandemia se haya reducido la capacidad de respuesta sanitaria ante esta epidemia, pues el mosquito transmisor crece rápido y esto aumenta la población expuesta.
“El problema es que la malaria comience a desparramarse en el resto del país porque ahorita está bastante confinada a la situación del noreste del país”, subraya.
Dengue disminuye, pero no por estrategia estatal
El dengue tuvo un comportamiento opuesto. Nicaragua pasó de ser el segundo país de Latinoamérica y el Caribe con mayor incidencia en el 2019, al reportar 186 173 contagios, mientras este 2020 se registran 44 538 casos. Sin embargo, la disminución no se debe a un cambio de estrategia estatal —pues no lo hubo—, si no que a nivel regional los países han reportado menos casos.
“Cómo no tenemos datos fidedignos ni de casos sospechosos ni confirmados, pudiera ser que la covid-19 este incidiendo en el diagnóstico y que exista un subregistro, o que no estemos en un período epidémico, o que el virus que circula (ya que tiene 4 variantes) sea el mismo del año pasado y ya la mayor parte de la gente ya fue afectada”, dice Argüello, quien es miembro del Comité Científico Multidisciplinario.
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A pesar de la disminución, Nicaragua es el país de Centroamérica que más casos de dengue reporta, por cada 100 000 habitantes. En segundo lugar está Honduras con 2 344 contagios y nueve muertes.
Y si la suspensión del boletín epidemiológico en otro contexto ponía en riesgo las alertas a la población y limitaba la ayuda internacional en el control de las epidemias, en el contexto de pandemia es más delicada, pues incluso hubo muchos casos de pacientes con covid-19 y cuadros de dengue o malaria.
“Los médicos y las médicas debemos pensar que en los pacientes con fiebre hay que descartar la covid-19, la malaria y el dengue”, dicen los epidemiólogos.
En Nicaragua, la publicación de los boletines epidemiológicos tiene más de 36 años de existir y ha servido para comparar por semana el comportamiento de las enfermedades. El no publicarlos pone en riesgo la vigilancia epidemiológica. Además que limita al país a que otros actores de la sociedad se sumen a los esfuerzos por erradicar estas epidemias, pues en el caso de las que son transmitidas por mosquitos, la población debe participar en la eliminación de criaderos.