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Sergio Ramírez: “Esta barbaridad pone a Nicaragua en el centro de la atención mundial”

“No castigan a un dirigente político, sino a un escritor que dice lo que piensa". El libro prohibido: Tongolele no sabía bailar

Sergio Ramírez: No castigan a un dirigente político

Carlos F. Chamorro

13 de septiembre 2021

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El escritor Sergio Ramírez presentará el próximo jueves en Madrid su última novela Tongolele no sabía bailar, la tercera de la saga del inspector Dolores Morales, que se encuentra secuestrada en la Aduana de Nicaragua, mientras el autor está en el exilio, acusado por presuntos delitos penales por la Fiscalía del régimen de Daniel Ortega, que dictó en su contra una orden de detención y allanamiento.

“Yo estoy siendo acusado como escritor, no como dirigente político”, dice Ramírez, premio Cervantes de literatura, “estoy siendo acusado porque escribo novelas, que ellos consideran que son subversivas para el orden que han querido establecer. Está bien, yo me declaro escritor subversivo, porque todo escritor es subversivo”.

Abrumado por la reacción de solidaridad con su persona y su obra, y el eco mundial de la condena contra Ortega, el escritor admite que “si algún beneficio puede tener esta barbaridad, es que es Nicaragua la que está de por medio, es Nicaragua la que está puesta en el centro de la atención mundial hoy en día gracias a este abuso”.

En esta conversación que realizamos en San José, Costa Rica, en el programa Esta Semana, el ex vicepresidente (1985-1990) se lamenta por el agravamiento de la crisis nacional, después de las votaciones del 7 de noviembre “en un país en ruinas, que va a funcionar al mínimo”. Habla de la dureza de un nuevo exilio, en el que seguirá haciendo su vida de escritor “sin callarme, voy a dejar oír mi voz desde fuera”, y describe su libro prohibido en Nicaragua Tongolele no sabía bailar, que ha sido el detonante de la persecución en su contra, como “una novela policiaca, una novela negra, una novela picaresca, y también una novela de traiciones”. Con su proverbial ironía, Sergio Ramírez agradece a la prohibición decretada por la pareja presidencial, que le otorgará “el gran premio de un escritor, que es multiplicar su número de lectores”.

Sergio Ramírez: un escritor subversivo


En la acusación criminal que te hizo la Fiscalía, este miércoles, te atribuyen por lo menos cinco delitos, desde incitación al odio y la violencia; conspiración; menoscabo de la soberanía, hasta lavado de dinero. ¿De dónde salen tantos delitos?

De una imaginación muy pobre, o de la mediocridad, porque estos delitos fueron inventados exprofeso para impedir que se realizaran las elecciones,  y capturar y meter en las mazmorras a candidatos presidenciales, dirigentes políticos; y seguramente es la primera vez que se está aplicando a alguien por escribir libros, pero los delitos son los mismos, no se diferencian de  los que les han aplicado a todos los prisioneros que tienen en el "Chipote” o los que han logrado huir. Muchas de estas figuras inventadas dependen de la “Ley de defensa de la soberanía nacional” y otras dependen de la “Ley de Ciberdelitos”; y otras dependen de la “Ley de lavado de dinero”. Entonces, es una acumulación arbitraria, me podrían haber acusado de cualquier otra cosa.

Yo, cuando hice mi declaración, recordaba que la Fiscalía de Somoza, en 1977, me acuso a mí, junto con los miembros del Grupo de los Doce, de delitos muy parecidos: terrorismo, promoción de la violencia, asociación ilícita para delinquir, entonces yo no encuentro ninguna diferencia entre una acusación y la otra.

Cuando acudiste a la Fiscalía y te interrogaron por tu representación de la Fundación Luisa Mercado ¿esperabas una acusación, una orden de detención y de allanamiento de tu casa?

No, porque entonces me preguntaron tonterías o vaguedades, yo iba listo para responder, porque como la acusación era que la Fundación Luisa Mercado había recibido dinero de la Fundación Violeta de Chamorro, pues, yo llevaba una documentación muy completa: factura por factura, recibo por recibo, cheque por cheque; de dónde y cómo se había empleado todo ese dinero. La Fundación Luisa Mercado es el paraguas jurídico del Festival Internacional Literario Centroamérica Cuenta, que tiene un gran prestigio en el mundo; entonces, triangulando una cooperación entre la Fundación Violeta de Chamorro, la Fundación García Márquez, de Cartagena, y nosotros, organizamos una serie de talleres de periodismo que dirigió John Lee Anderson, por ejemplo, o Mónica González, para periodistas centroamericanos, y esos son los que habían sido financiados con estos recursos de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro. Entonces aquí están penalizando a Centroamérica Cuenta.

Mencionaste la acusación que te hizo la dictadura de Somoza, en 1977, cuando liderabas el Grupo de los Doce, que al final fue uno de los pilares para conformar una alianza nacional e internacional contra la dictadura de Somoza. ¿Hay condiciones hoy en Nicaragua para hacer una unidad nacional contra la dictadura de Ortega, ahora sin armas, y en la lucha cívica?

Mi aspiración es que debería existir. Yo vivo alejado del mundo de la política como tal, de las organizaciones políticas, y solo te puedo dar una opinión desde fuera, desde mi perspectiva de escritor y de crítico de la situación de Nicaragua. Si algo ha ayudado a esta unidad, es Ortega, metiendo presos a los dirigentes políticos y a los candidatos presidenciales que, como todos sabemos, tenían muchas diferencias, y estaban colocados en distintos terrenos.

Y ahora me llamó la atención que Pedro Joaquín Chamorro, de CxL (Ciudadanos por la Libertad), y Víctor Hugo Tinoco del antiguo MRS (Movimiento Renovador Sandinista), están compartiendo la misma celda y la misma lata de leche. Entonces yo creo que la unidad comienza por ahí, por el entendimiento humano. Me parece que cuando todos estos prisioneros salgan de la cárcel, porque tienen que salir, van a salir fortalecidos, y va a salir fortalecida la unidad por la democracia en Nicaragua.

¿Cómo valoras la reacción de la comunidad internacional, ante esta oleada represiva y el cierre total del espacio electoral el 7 de noviembre?

Me parece que la comunidad internacional ha estado alerta a lo que pasa en Nicaragua, ese es un entretejido bastante complejo: primero, la reacción de los países latinoamericanos como tales, que como sabemos tienen facturas muy diversas. No podemos medir lo que pasa en la OEA en su conjunto para ver cuál es el perfil que cada país latinoamericano tiene respecto a Nicaragua. Países que no se declaraban adversarios de la dictadura de Ortega, como Argentina y México, han sido los más maltratados por el régimen, con comunicados de la Cancillería, espeluznantes en cuanto a su lenguaje vulgar, chabacano; el último dirigido a México, solamente porque el embajador retuiteó mi mensaje cuando me hicieron la acusación penal, y eso sirvió para desatar este lenguaje virulento y vulgar en contra de un país que no se ha declarado adversario abierto de Ortega; lo mismo hicieron con Argentina; después lo mismo hicieron con España.

Y antes con Costa Rica.

Ya lo hicieron con Costa Rica. En fin, yo creo que, en esta política de quemar las naves, y como decía una vez en un artículo que me resultó gracioso, Fabián Medina, como alguien dice – ya se fue el balde, que también se vaya el mecate-, parece no importarles perder aliados, perder amigos, quedarse solos en el desierto, porque se están quedando absolutamente solos; contando con el respaldo de Rusia, de Irán, de Venezuela, que tampoco son grandes respaldos, porque Rusia no ha podido ni siquiera darle una provisión de vacunas suficiente al ministerio de Salud de Nicaragua para que haga frente al desastre descomunal que está significando hoy en día la pandemia en el país.

La ilegitimidad del régimen después del 10 de enero

¿Qué podemos esperar el 8 de noviembre, o el 10 de enero, cuando Ortega se reelija y tome posesión después de estas votaciones sin competencia política? ¿La comunidad internacional reconocerá a ese Gobierno después que no reconocen la legitimidad de estas elecciones?

Esa es la gran pregunta, si no se reconoce la legitimidad de las elecciones, no se puede reconocer la legitimidad del Gobierno que resulte de esas elecciones. Yo creo que llamar elecciones a lo que va a ocurrir es un error semántico. No habrá elecciones en Nicaragua, lo que habrá es un proceso de violencia institucional que aparta a los candidatos y los manda a la cárcel; que controla las elecciones como si el Consejo Electoral fuera un organismo policíaco, y van a declarar electos a los que ellos quieran; y después van a tomar posesión, y ahí es donde vamos a ver si la comunidad internacional, la Unión Europea, Estados Unidos, América Latina, van a reconocer que este es un Gobierno legítimo, o siendo un Gobierno ilegítimo, no tiene por qué ser reconocido.

¿Y la reacción nacional? Hoy el país está bajo un estado policial de terror. Se celebró esta semana el día del empresario en silencio, con tres empresarios presos; la Iglesia católica enfrenta una situación dramática, no solamente por la pandemia sino también por la campaña de odio que ha lanzado el régimen en su contra. ¿Quién le dará alguna legitimidad a este Gobierno?

Yo creo que internamente, ninguna. Los símbolos que nosotros hemos conocido de un país abierto, el diario La Prensa confiscado, lo han intervenido judicialmente, está cerrado, está tomado; las radios bajo amenaza, los directores de las radios más importantes del país en silencio a la fuerza o exiliados; cada día huyen periodistas de Nicaragua; los medios se están haciendo desde fuera, si no fuera porque existe la tecnología digital el país estaría totalmente encerrado y en silencio, como el Paraguay del doctor Francia, es decir un país que el doctor Francia mandó a cerrar para que no se supiera nada de lo que estaba ocurriendo adentro, pero era un país sin tecnología digital, tenemos esa ventaja.

La reacción internacional de los escritores, de tus lectores, de algunos Gobiernos, y la solidaridad hacia tu persona como escritor perseguido, ha sido unánime y ha llamado nuevamente la atención de los focos internacionales sobre la crisis de Nicaragua, después de esta acumulación de presos políticos. ¿Qué es lo que está en juego en esta persecución?

Para mí ha sido abrumadora la reacción, tan abrumado me he sentido, que te puedo contar más de cien solicitudes de entrevistas que no he podido atender, físicamente me ha sido imposible ni siquiera responder a quienes quieren hablar conmigo; y cada día estoy recibiendo manifiestos de condena con firmas de todas partes del mundo, aun los países que no son de lengua española como Francia, Italia, Alemania, y siento que, si algún beneficio puede tener esta barbaridad, es que es Nicaragua la que está de por medio, es Nicaragua la que está puesta en el centro de la atención mundial hoy en día gracias a este abuso, porque todo mundo entiende que no es el abuso contra un dirigente político sino contra un escritor que está siendo castigado por decir lo que piensa, por elevar su voz, y porque escribe libros que no son del agrado de quienes detentan el poder en Nicaragua.

Ortega se va a reelegir el 7 de noviembre, ¿es sostenible su régimen durante cinco años, que será el período que le dará su propio Consejo Supremo Electoral?

Depende de lo que queramos entender por sostenible. Yo creo que es un país que va a funcionar al mínimo. Un país puede funcionar por un tiempo con represión policial, con controles de quién entra, quién sale del país; con control de los medios de comunicación; el control de las voces; el control del silencio; un país que no va a tener inversiones extranjeras, por lo tanto, los motores de la economía se van a ir desacelerando; un país encerrado en sí mismo. Un dictador puede quedarse ahí, pero, ¿por cuánto tiempo, y para qué?, si la vida social se va a deteriorar cada vez más, si el tejido de la convivencia nacional va a quedar cada vez más dañado. ¿Para qué gobernar un país así? ¿Para qué erigirse como el dómine absoluto de un país en ruinas?

El diario El País dice en un editorial que al acusarte, Ortega te está condenando al exilio. En el exilio estaba tu alter ego, el inspector Morales, cuando empieza esta novela, Tongolele no sabía bailar, y él decide regresar a Nicaragua. ¿Cómo vivirás el exilio? ¿Tenés algún plazo político personal para regresar a Nicaragua?

Cuando yo estuve exiliado en tiempos de Somoza tenía 35 años de edad, y estaba metido en la lucha por una Nicaragua distinta. Regresé a Nicaragua bajo esta acusación que me hizo el régimen de Somoza de incitación al terrorismo, aún así decidí regresar, a enfrentar, y Somoza no se atrevió a meterme a la cárcel.

Yo estaba involucrado a fondo en esa lucha, porque creía en ella. Hoy no tengo esa edad, el año que viene cumplo 80 años, entonces tengo que tomar mi exilio de otra manera. El exilio es muy duro, y sobre todo ya cuando el tiempo ha avanzado; la perspectiva de no regresar a Nicaragua es dura para mí. Pero voy a afrontarla, voy a tratar de rehacer mi vida fuera de Nicaragua, mientras no haya un cambio en Nicaragua y sepa que yo no pueda regresar.

Tengo mis perspectivas abiertas, mi intención es la de quedarme en Costa Rica, hacer mi vida de escritor desde aquí; viajar, como siempre he viajado por razón de mis libros, de mis compromisos literarios, intelectuales, y tratar de reacomodarme; pero eso sí, sin callarme, yo he dejado de oír mi voz desde Nicaragua y, por supuesto, voy a dejar oír mi voz desde fuera.

La novela prohibida por la dictadura

Tu novela, Tongolele no sabía bailar, se presentará este jueves en Madrid, pero en Nicaragua está secuestrada en la Aduana, ¿por qué?

Esta es una novela sobre la vida contemporánea en Nicaragua, incluye hechos de abril del 2018, los más simbólicos, para mí: la quema de la fábrica de colchones (del barrio Carlos Marx), el asalto a la iglesia La Divina Misericordia, los muchachos asesinados por tiros de francotiradores desde el techo del estadio nacional de beisbol, donado por Taiwán. Estos hechos no son la novela, pero son parte del escenario de la novela, y además, en la novela está descrito como Nicaragua ahora es gobernada por poderes mágicos, entonces eso hizo, seguramente, que la novela fuera prohibida, porque fue retenido el embarque, llegado de México por avión, en la Aduana. La Editorial quiso adelantarse con un primer embarque para que la novela estuviera en las librerías, y había otro embarque terrestre, y otro más que iba a llegar aéreo; y lo más cómico de todo es que le pidieron a la Editorial que necesitaban una descripción sucinta de lo que contenía la novela, y me llamaron a mí de la Editorial, que eso nunca ha ocurrido con ningún país, que una Aduana pida una descripción del libro que va a entrar. La convención de la UNESCO, de la cual es suscriptora Nicaragua como Estado, asegura la libre circulación de los libros, entonces esto es un delito internacional.

O sea, la novela es el detonante de la acusación en tu contra, aunque en la lista de delitos no mencionan a Tongolele no sabía bailar, y tampoco dicen que te están procesando por escribir esa novela.

Me están acusando por delito de odio, y como vivimos en un Estado orwelliano, ellos le dan su propia interpretación a las palabras. Pero bueno, la prohibición de la entrada de la novela al país está directamente ligada con mi acusación. Por eso yo insisto, yo estoy siendo acusado como escritor, no como dirigente político, estoy siendo acusado porque escribo libros, porque escribo novelas que ellos consideran que son subversivas para el orden que han querido establecer. Está bien, yo me declaro escritor subversivo, porque todo escritor es subversivo.

Decís que estos hechos de la represión durante la Rebelión de Abril son parte del escenario de la novela, pero no es una crónica, no es una denuncia, es también ficción, ocurre en Nicaragua, pero es una novela que está siendo leída en toda Iberoamérica.

Sí, una novela nunca puede ser una denuncia, es decir, una novela que se propone denunciar hechos no sirve para eso; para eso están los libros de ensayo, los manifiestos, los discursos. Una novela es un mundo donde entran distintos elementos de la realidad, no puede ocurrir en Marte, ocurre en Nicaragua, y ocurre dentro de los hechos que se dieron en 2018, pero esos hechos ya son suficientemente conocidos, se han escrito muchísimos reportajes; sin embargo, yo quería meter estos hechos dentro de la novela para que tuvieran una relevancia dentro de la vida que tiene el libro.

No es lo mismo decir en un informe de una comisión de derechos humanos, 400 muertos, que ir a meterse a la entraña de cada acontecimiento, que es lo que un novelista tiene que hacer, y esa es el alma de la novela.

El título de la novela se deriva de un personaje apodado “Tongolele”. ¿Cómo se construye un comisionado policial represivo? ¿un sicario como “Tongolele” existe en las calles de Managua, en Bogotá, en Ciudad México?

Ese personaje se construye dentro de la complejidad de la vida real. Tanto el inspector Anastasio Prado, como el inspector Dolores Morales, vienen de la guerrilla, los dos lucharon para el derrocamiento de Somoza, y sus caminos se han ido separando hasta volverse contradictorios.

El inspector Morales ve el fenómeno del crecimiento del poder familiar que hay ahora en Nicaragua como algo extraño a lo que él quiso para el país, y el inspector Anastasio Prado, alias “Tongolele”, ve natural en su vida respaldar a este régimen porque considera que sigue siendo el mismo poder que él quiso construir desde que era guerrillero, un poder revolucionario. Entonces, son dos mundos confrontados, y llegan a confrontarse en el escenario de la novela, pero quien lea la novela se va a encontrar que, tanto el inspector Dolores Morales como Tongolele, vienen a ser personajes trágicos, no son personajes en blanco y negro, son personajes trágicos porque son parte de un drama; y se va a encontrar que no solo hay víctimas y victimarios, sino que los que son victimarios también en determinado momento se convierten en víctimas de un aparato de poder que está centrado en una sola voluntad.

Sin adelantarnos al final de la novela, lo único que se puede sugerir es que no hay un final feliz para Tongolele, ¿hay un mensaje cifrado?

Sí. Por eso te decía que viene a ser un personaje dramático. Es decir, los personajes dramáticos están compuestos de esa manera y son necesariamente complejos como los personajes de una novela. Yo lo único que le garantizo al lector es que no va a salir desilusionado cuando entre en la lectura de esta novela, y se va a sostener con intriga, con interés, dentro de las páginas del libro, porque para eso está escrito, y de esa manera está escrito. No fue escrito contra Daniel Ortega, no, quien busque en el libro una diatriba contra Daniel Ortega o contra su esposa, la vicepresidenta, se va a desilusionar. Este es un libro sobre una Nicaragua dramática, que la novela dramatiza, pero a la que también matiza con el humor negro de los personajes que buscan poner distancia entre estos hechos dramáticos y sus propias vidas.

Y la gente que lea la novela, no solamente va a sufrir un poco, pero también se va a reír mucho por ese humor que tienen los personajes, que hablan con un gran desparpajo. ¿De dónde nace el humor del novelista para trasladarlo a la literatura y a la novela? Cuando vos estás escribiendo esos diálogos entre estos personajes, estás fabricando ese humor.

Porque estoy buscando cómo tomar distancia de unos hechos que, ya siendo dramáticos, no quiero dramatizar más, y es una forma también de no tomar partido con los acontecimientos, porque el gran riesgo que uno tiene cuando habla de acontecimientos muy recientes, que son tan chocantes, como los que ocurrieron en el año 2018 en Nicaragua, uno tiene el riesgo de involucrarse y de tomar partido dentro de los acontecimientos, y terminar en eso que te decía antes, la denuncia, y una novela no sirve para hacer denuncias, por lo tanto yo me revisto a mí, revisto a los personajes de este humor negro, de este desenfado, le doy mucho énfasis a los diálogos, los diálogos son el corazón verdadero de la novela, la gente habla con desparpajo, con esta irreverencia que tiene el nicaragüense al hablar en privado, y por lo tanto, yo diría que también es una novela picaresca; es una novela policiaca, es una novela negra, es una novela realista, y también es una novela picaresca.

También es una novela de traiciones

Hay diálogos y también hay interrogatorios, como los que seguramente se llevan a cabo contra los prisioneros en el “Chipote”.

Claro, hay distintas piezas de la novela: unos son diálogos, como que fueran de una obra de teatro; otros son diálogos corridos, otros son piezas de interrogatorios judiciales; otras son crónicas. La trama gira alrededor de estos tuits misteriosos que este personaje “mascarita” está siempre enviando; y el misterio está en descubrir quién está detrás de esos personajes, y darnos cuenta de que, detrás lo que hay es una gran traición, esta es una novela también de traiciones.

Esta es la tercera novela de la historia del inspector Dolores Morales, que pasó de ser un guerrillero antisomocista a un comisionado de la Policía en la lucha antidrogas; en la segunda novela está fuera de la Policía, es un inspector privado que hace sus propias investigaciones; y ahora es una especie de autoconvocado de la Rebelión de Abril contra la nueva dictadura. ¿Hay algo de esperanza de este recorrido del inspector Morales, después de enterrar los ideales revolucionarios?

El inspector Morales en esta tercera novela ya es un hombre viejo, cada vez le molesta más la prótesis en la pierna que perdió en combate en Rivas, 40 años atrás, en el Frente Sur; sufre mucho por la enfermedad de su amante, y cuando él está en Honduras, donde ha sido expulsado por órdenes de Tongolele, su adversario, y decide regresar porque le avisan que su amante ha empeorado, su cáncer, su enfermedad, y esto es lo que lo mueve a volver clandestino al país, y al volver se encuentra con lo que está ocurriendo en Nicaragua. Lo primero que él ve al amanecer, en el escondite donde está, camino a Dipilto viejo, ya del lado de Nicaragua, son estos árboles de la vida que están instalando sobre un cerro, que es el nuevo símbolo del país; y en la novela es el símbolo contra el cual la gente se alza, porque en la realidad la gente se alzó por las pensiones de los ancianos, pero yo preferí que el alzamiento fuera debido a la invasión de estos árboles de la vida en el paisaje del país.

¿Por eso está secuestrada la novela en la Aduana?

Por una razón, o porque tuvo una lectura policíaca, más que una lectura de un lector sensible.

¿El inspector Morales tiene vida como personaje de tu literatura, después de “Tongolele”?

Sí tendrá, obviamente, pero no sé qué va a pasar, porque no sé que va a pasar con la historia de Nicaragua contemporánea, y tenemos que averiguar primero, que nos dicen los hechos, qué nos dice la historia, para que una nueva novela se pueda montar sobre esos acontecimientos.

Una novela es una emanación de la realidad, un reflejo de la realidad, ocurre en este país nuestro que se llama Nicaragua, con sus propios relieves, con su propia geografía, con su propia gente y con su propia historia; como es una novela que toma acontecimientos tan recientes, y esa es una historia abierta, no sabemos cómo se va a resolver, pues, el inspector Morales tendrá que esperar a la historia para seguir adelante con su propia historia.

Y mientras esta novela es rescatada de la Aduana para que pueda llegar a las librerías en Nicaragua, ¿pueden los nicaragüenses adquirirla en Amazon o en algún otro formato digital en este momento?

Sí, está en formato digital en Amazon y en otras plataformas, yo sé que mucha gente la ha bajado ya en el formato digital. Yo creo que el mayor favor que puede recibir un libro, es prohibirlo. Entonces, Tongolele no sabía bailar agradece esta prohibición porque va a haber mucha curiosidad y mucha intriga de gente que, a lo mejor, no pensaba leer el libro, por saber qué dice este libro como para haber sido prohibido.

Y seguramente la van a leer gente de todos los campos…

Eso espero, si el gran premio de un escritor es multiplicar su número de lectores, y esta oportunidad, le doy las gracias a la pareja presidencial en Nicaragua por habérmela abierto.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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