27 de septiembre 2022
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El sacerdote Erick Díaz, párroco de la iglesia San José Obrero de El Tuma – La Dalia, en Matagalpa, exiliado para proteger su vida y libertad de la persecución del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Iglesia católica, se dedicó en los últimos dos años a acompañar al pueblo sufrido por la crisis sociopolítica y la pandemia de covid-19, colocándolo como una figura incómoda para la dictadura, de la que escapó ser apresado.
“Solo quise ser un sacerdote cercano al pueblo para escucharlo, para animarlo, pero esa situación no fue bien vista. Últimamente, cuando se acrecentó la persecución a la Iglesia, más específicamente a algunos sacerdotes que estuvimos más cerca del pueblo”, dijo el cura en una entrevista con el medio digital Mosaico CSI.
El régimen de Daniel Ortega mantiene a seis sacerdotes, dos seminaristas y un laico encarcelados en El Chipote, mientras el obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez, lleva más de un mes en casa por cárcel, siendo investigado supuestamente por intentar “organizar grupos violentos”, presuntamente “con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.
Asedio contra sacerdotes
Díaz, de 33 años, fue uno de los dos religiosos que la Policía impidió que participaran en el recibimiento de la imagen de la Virgen de Fátima, en la Catedral San Pedro, en Matagalpa, el 14 de agosto. Durante esa semana el asedio aumentó.
Los policías se colocaban cerca de la entrada a su parroquia y lanzaban improperios, también hostigaban las actividades religiosas en las que él participaba y hasta llegaron a ingresar a la iglesia, vestidos de civil, para fotografiar y filmar la eucaristía del sacerdote, quien fue advertido por una fuente que “iban por este servidor”, denunció al medio digital.
“Un buen Nicodemo me dijo que iban por este servidor. Me lo habían alertado porque he sido una voz clara, y cuando se trata de la dignidad de la persona siempre la he defendido y siempre la voy a defender porque la dignidad del hombre es lo más sagrado que todo ser humano tiene porque ha sido comprado con sangre, en este caso, Jesucristo derramó su sangre para devolvernos y para comprar nuestra dignidad, y eso es sagrado, y como hombre de Dios y como sacerdote vamos a defender siempre la dignidad de la persona”, expresó el sacerdote.
El cura Díaz fue ordenado el 24 de noviembre de 2017 por el obispo Álvarez, y es el segundo sacerdote de la Diócesis de Matagalpa que confirma públicamente su exilio forzado mediante sus redes sociales.
“Mi único delito fue estar del lado de la verdad, del lado del sufrido pueblo, de la defensa de los derechos de cada ciudadano. La Iglesia nunca ha estado defendiendo ideas, pues no es su cometido”, subrayó el párroco.
Antes, el padre Uriel Vallejos, sitiado por la Policía durante tres días dentro de su propia parroquia en Sébaco, había asegurado que salió del país por veredas para resguardar su vida, según relató desde Italia. Además de Vallejos y Díaz, otros dos sacerdotes de la misma Diócesis y un seminarista se exiliaron a inicios de septiembre.
“Desde la doctrina social de la Iglesia yo acompañé al pueblo en sus situaciones de sufrimiento y de dolor, sin embargo, no pensé que eso fuera un delito anunciar el Evangelio y poner en práctica el evangelio del buen samaritano, de la solidaridad, del cariño de un pastor cercano a su pueblo”, dijo el sacerdote a Mosaico CSI.
Desde el exilio, el cura Díaz motivó a los nicaragüenses a mantener la defensa de la libertad y los derechos humanos universales, asegurando que como sacerdote “es nuestro deber, es nuestro compromiso como cristiano porque no podemos quedarnos callados ante las injusticias que se cometen contra nuestro pueblo”.
No perder la esperanza
El régimen orteguista mantiene una cruzada contra la Iglesia católica, que varios analistas han considerado sin precedentes en la historia reciente del país. Los religiosos han sido expulsados, prohibidos de ingresar al territorio nacional, perseguidos, asediados, insultados, agredidos física y verbalmente, espiados en sus iglesias e impedidos de movilizarse como parte de su trabajo pastoral y encarcelados y condenados como ocurrió con el padre Manuel García y monseñor Leonardo Urbina.
En septiembre fuentes religiosas y feligreses de los departamentos de Nueva Segovia y Madriz denunciaron que a varios sacerdotes de esas zonas se les prohibió realizaran procesiones, actividades en público e incluso se reportó un sacerdote que le impidieron viajar a las comunidades. Recientemente, las eucaristías en honor a San Jerónimo y San Miguel Arcángel, como inicio de las fiestas patronales en Masaya, fueron asediadas por un fuerte despliegue policial destinado a impedir las procesiones de las imágenes.
Pese a ese contexto hostil del régimen orteguista contra la Iglesia y sus pastores, el sacerdote Díaz recordó que el obispo Álvarez ha sido uno de los religiosos que más ha predicado sobre mantener la esperanza, y por esa razón, instó al pueblo a no perderla.
“Aunque pasemos por el dolor, aunque pasemos por el sufrimiento, algo mejor viene, y eso es lo que se está construyendo en Nicaragua, un nuevo porvenir, pero claro, tenemos que pasar por el sufrimiento, por el dolor para alcanzar esa ansiada libertad para miles y miles de nicaragüenses y de familias que están desintegradas por la migración, por tantas cosas, pero Dios tiene la última palabra y Dios no nos abandona", expresó.
