19 de noviembre 2021
La represión que el régimen orteguista mantiene contra 39 presos políticos encarcelados en “el nuevo Chipote”, se extiende a sus familiares, quienes en cada visita deben soportar exhaustivas requisas, actitudes intimidatorias de algunos policías y permitir que los fotografíen sin mascarilla contra su voluntad.
En algunos casos, las mujeres tuvieron que quitarse la camisa y bajarse el pantalón hasta las rodillas. Quienes llevaban el cabello recogido, tenían que soltarlo para probar que no contenían ningún objeto. Los aretes, cinturones y fajas son decomisados durante la visita y se los regresan hasta salir.
“Me sentí superincómoda, fue horrible. Es espantoso. Todavía uno entiende en un penitenciario que llevan droga, que pueden pasar armas, pero nosotros aquí --en el complejo policial Evaristo Vásquez, conocido como “el nuevo Chipote”-- no. Es una ridiculez total”, expresó "María", familiar de uno de los presos políticos, que debió tolerar esas medidas para ver por tercera ocasión en más de cinco meses de encierro a su ser querido.
“Claudia”, otra familiar de un preso político, indicó que no les “dejan pasar ni siquiera un prensador (en el cabello)” y que “te hacen --la mujer policía-- que vos te toqués”.
Graban a familiares de reos políticos
Para ingresar a la visita, los familiares deben presentarse en recepción y mostrar su cédula. La revisión está a cargo de hombres y mujeres, según el género del familiar. Al salir, son conducidos a un microbús, en el que los trasladan a varias oficinas, donde los esperan los presos políticos. Todo ese trayecto es fotografiado y grabado.
“Una vez llegás donde tienen a tu familiar están policías de relaciones públicas con cámaras de video y de foto. No dejan de tomar fotos, como que fuéramos actores de Hollywood, incluso te piden que poses con tu familiar y te vuelven a tomar. Luego te dejan "solo", seguro graban todas las conversaciones, y regresan antes de terminar para volver a tomar fotos y videos. Creo que lo deben enviar a organismos para decir: los dejamos ver a sus familiares, vean que están contentos, que no se sienten mal. ¿Cómo uno va a estar contento de ver a su familiar preso?”, reclamó "Carlos", otro de los familiares.
“Claudia” considera que hacen “una telenovela” de las visitas en el complejo policial . Su familiar le advirtió que evite llorar porque, considera, que eso esperan los oficiales para documentar ese momento.
“El ángulo que más buscan es del llanto, es el ángulo que estés llorando. El ángulo triste es el que les gusta”, expresó "Claudia". Para las fotografías les exigen que se quiten las mascarillas y nadie puede negarse porque es una “orden”, indicó un oficial a otro familiar.
En 2018, el régimen orteguista también fotografió a decenas de presos políticos al momento que recibían su paquetería. Las imágenes eran divulgadas por la propaganda del régimen en un intento de maquillar las restricciones, malos tratos y violaciones a los derechos humanos a los que han sido sometidos los presos políticos desde 2018, y que fueron documentados por organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales.
Menos de una hora con su familiar
En la práctica, los familiares se reunieron con los presos políticos por un poco más de una hora, ya que cerca de 40 minutos transcurren en el proceso de identificación y revisión del visitante.
En esta tercera visita, el encuentro se realizó en tres oficinas aparentemente destinadas para conferencias o reuniones. Contrario a la segunda visita, del 11 de octubre, en la que la plática era vigilada por dos policías adentro de una reducida salita, esta vez los dejaron solos. Los custodios se ubicaron en la parte externa de la puerta de ingreso al cuarto.
No obstante, esa "soledad" no les permitía hablar libremente. La conversación surge en un ambiente en el que ni el familiar ni el reo político se sienten seguros. Ambos están temerosos que sus pláticas estén siendo grabadas, confiaron varios familiares a CONFIDENCIAL.
Esa desconfianza ha provocado que los reos políticos se limiten a conversar asuntos familiares y personales, sin posibilidad a discutir sobre el contexto sociopolítico del país. Algunos detenidos evaden las preguntas de sus familiares, que preocupados por su bienestar físico y emocional, desean conocer si han sido víctimas de tratos hostiles, ya que los interrogatorios persisten y ocurren a cualquier hora del día; sin embargo, los reos les dicen que están bien en un intento de tranquilizarlos.
“La actitud --de los policías-- es de represión, es que uno sienta temor, y “claro que se siente temor al estar rodeado de tantos policías”. Es “un poco intimidante”, confesó “Claudia”, quien ha tratado de mantenerse fuerte y serena ante la captura de su familiar y todo el proceso que ha conllevado. Por otro lado, "Carlos" señala que las visitas no son “libres de estrés” porque no se sabe cuál es el trato que van a recibir.
Quienes accedieron a hablar con CONFIDENCIAL solicitaron mantener sus nombres en anonimato para evitar represalias contra los detenidos y contra ellos mismos. Esta semana, los familiares de los 39 presos políticos lograron verlos y constataron que siguen perdiendo peso, los continúan interrogando, pasan hambre y frío y siguen incomunicados, incluso entre ellos mismos.
Todos reclaman que les permitan ingresar alimentos o aunque sea un paquete de galletas. Hasta ahora, regularmente, solo les reciben una botella de agua.