19 de enero 2024
El régimen de Daniel Ortega desterró de Nicaragua a tres sacerdotes de la orden Santísimo Salvador y pertenecientes a la Diócesis de León, en el occidente del país. La expulsión ocurre pocos días después de la expatriación de dos obispos, 15 sacerdotes y dos seminaristas al Vaticano.
Los religiosos son: el padre Ezequiel Buenfil, rector del Convento San Juan Neumann Nicaragua; el párroco José Miguel Figueroa, de la iglesia Nuestra Señora de los Desamparados “El Calvario”, en el Viejo, Chinandega; y el sacerdote David Pérez, de la parroquia Inmaculada Concepción de María, en León.
“Desde el 14 de enero 2024, los sacerdotes pertenecientes a la orden religiosa del Santísimo Salvador recibieron amenazas de la Policía, cuando regresaban de celebrar la santa misa en la parroquia Santo Tomás Apóstol de Corinto. Desde ese día, los padres Buenfil y Figueroa desaparecieron y luego fueron expulsados”, denunció en sus redes sociales la investigadora Martha Patricia Molina.
El destierro de estos sacerdotes ocurrió pocos días después que el Ministerio del Interior (MINT) canceló la personería jurídica de la Fundación Misioneros Consagrados del Santísimo Salvador, por un supuesto incumplimiento, al no reportar sus estados financieros de 2022 y tener vencida la Junta Directiva desde ese mismo año.
Bienes también serán confiscados
Esta fundación, con sedes en México e Illinois, EE. UU., se estableció en Nicaragua desde 2018 y tenía misiones en León, Chinandega y Estelí. Según el sitio web de la organización, los sacerdotes realizan labores de preparación sacerdotal, pastorales, apostolados misioneros y de evangelización.
Los primeros en ser desterrados fueron los sacerdotes Buenfil y Figueroa, denuncia Molina, autora del estudio Nicaragua ¿una Iglesia perseguida?
“Posterior a la cancelación de la personería jurídica (16 enero de 2024) de la fundación que ellos manejaban, la Policía expulsó al padre David Pérez, perteneciente a la misma orden”, escribió.
La investigadora alertó que “con la cancelación de la personería jurídica quedan en peligro de confiscación dos casas pertenecientes a la orden de estos religiosos”, una en el Reparto Los Ángeles y otra cerca a la parroquia Santísimo Redentor. Ambas en Chinandega.
El acuerdo ministerial del MINT, donde fue cancelada la fundación, detalla que la Procuraduría General de la República será quien traspase los bienes muebles e inmuebles a nombre del Estado.
El destierro de estos sacerdotes ocurre tras semanas de agitada persecución estatal hacia la Iglesia católica que acabó con el destierro al Vaticano de 19 sacerdotes, entre ellos los obispos Rolando Álvarez, de Matagalpa, e Isidoro Mora, de Siuna.
Persecución religiosa
La dictadura ha expulsado o desterrado de Nicaragua a más de 200 religiosos, de estos 39 estuvieron encarcelados. La represión también ha alcanzado a las religiosas de varias órdenes, entre ellas las de María Teresa de Calcuta, las de Santa Luisa de Marillac, entre otras.
Aunque en el discurso oficialista niegan que haya persecución a la Iglesia católica, la vicepresidenta y vocera de la dictadura, Rosario Murillo, celebra los destierros de los sacerdotes.
“En esta Nicaragua el odio se ha desterrado... ¡Gracias a Dios! Se ha venido desterrando, y la maldad y la perversión están allá lejos, donde deben estar”, dijo este 16 de enero, tres días después que partieron a Roma, los 19 sacerdotes.
El reportaje de CONFIDENCIAL “Matagalpa ha perdido 40% de sus sacerdotes: Iglesia católica mermada por la persecución”, publicado este 19 de enero, revela que la represión hacia la Iglesia católica está dejando sin sacerdotes la mayoría del parroquias del país. La diócesis más afectada es la de Matagalpa encargada al obispo Rolando Álvarez, quien estuvo encarcelado y fue desterrado.
“La merma total, con datos verificados al 15 de enero de 2024, es de 110 sacerdotes, que equivalen a un 20% del total del clero registrado a 2020”, cita el reportaje.
Las estructuras diocesanas de Nicaragua también están socavadas por la persecución política del régimen. Muchas parroquias están atendidas por sacerdotes jóvenes, nuevos en el presbiterio e inexpertos, aunque obligados a un aprendizaje rápido.