29 de mayo 2018
María Elsa Aburto desconoce el paradero de su hijo, Kennett Romero Aburto, desde el 26 de mayo, cuando un grupo de encapuchados bajó de una camioneta Toyota Hilux a secuestrarlo. En segundos, el comando de paramilitares redujo al joven de 23 años y a otros amigos que estaban con él en una tienda del barrio El Riguero de la capital.
Los vecinos de la zona alertaron a la madre del secuestro. Aburto cayó en el desconcierto. “¿Por qué se llevaron a mi hijo?”, “¿adónde se lo llevarían?”. “Él es un chavalo sano, nunca ha estado en problemas ni preso. No entiendo”, dijo la mujer. Pero la otra duda, la que más le atribula, es el paradero del joven.
“He ido al Distrito I de la Policía y a El Chipote (Dirección de Auxilio Judicial), y me dicen que su nombre no está en las listas”, denuncia la mujer. Quienes secuestraron a su hijo no fueron oficiales policías, sino grupos irregulares que este fin de semana sembraron el terror en Managua y en otras ciudades del país.
Los paramilitares rondaron en camionetas los barrios donde quedaban barricadas de protestas contra el régimen de Daniel Ortega. Según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), en estos operativos irregulares hubo un patrón de secuestros con violencia, tortura y asesinato.
“Es grave, porque al no ser fuerzas policiales estas capturas constituyen el delito de secuestro”, dijo Braulio Abarca, abogado del Cenidh.
Este fin de semana al menos cuatro personas fueron asesinadas por grupos paramilitares. El caso más llamativo fue el de joven Keller Steven Pérez Duarte, cuyo cadáver fue encontrado con signos de tortura en la Cuesta el Plomo, en Managua.
“Yo quiero a mi hijo de vuelta y con vida”, demandó Aburto al comandante Daniel Ortega y a la vicepresidenta Rosario Murillo, al no encontrar a Kennett Romero en los centros policiales.
Según la mujer, su hijo participaba en las protestas pacíficas de #SOSNicaragua por lo que no descarta que el secuestro sea una represalia.