7 de julio 2020
El Ministerio de Salud (Minsa) está tomando muestras de sangre a pacientes recuperados de covid-19, principalmente entre los trabajadores del Estado, desde hace una semana, sin dar explicaciones ni pedir su consentimiento sobre el propósito del muestreo.
Las muestras de sangre están siendo reunidas por el Sistema Local de Atención Integral en Salud (Silais), en diferentes departamentos de Nicaragua, y se presume que son utilizadas para “un estudio de anticuerpos”, que está siendo supervisado por las autoridades superiores del Minsa, explicaron fuentes médicas que solicitaron el anonimato.
Una fuente médica señala que el protocolo del estudio y el procedimiento a seguir son manejados con mucho sigilo dentro del Minsa. Lo único claro es que hay una orden “de arriba” y un interés particular de las autoridades del Minsa de que se tomen las muestras, subraya.
Por otro lado, algunos pacientes recuperados mencionan que los han contactado “para hacerles la prueba”, situación que genera dudas, debido que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo se ha negado a realizar pruebas masivas de covid-19, tal como ha pedido la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
¿Para qué sirven las muestras?
Aunque el Minsa no ha explicado el objetivo para la toma de las muestras de sangre, estas pueden ser utilizadas para: “justificar los recursos recibidos”, “ubicar a posibles donantes de plasma” y para “mostrar interés” por la salud de
los simpatizantes del régimen, explica el doctor Miguel Orozco Valladares, exdirector ejecutivo del Centro de Investigaciones y Estudios de la Salud (CIES), destituido de su cargo por el régimen, en abril pasado.
Meses atrás, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) entregó a Nicaragua 26 000 pruebas rápidas para diagnosticar la covid-19 y la OPS ha realizado tres entregas de insumos médicos; sin embargo, este es el
único país de Centroamérica que no brinda información sobre la cantidad de pruebas realizadas, el tipo de test ni sus resultados.
El Gobierno “tiene que reportar qué está haciendo con las pruebas que ha recibido”, señala Orozco. Entonces, al tomar muestras de sangre “aprovechan también para decirle a los trabajadores, a los empleados públicos, que se están preocupando por ellos y les están haciendo la prueba”, agrega.
Sin embargo, la toma de muestras de sangre se centra en los pacientes recuperados de covid-19, por lo que Orozco no descarta la posibilidad de que el Minsa esté verificando si esas personas en realidad tuvieron la enfermedad y “ver si todavía tienen anticuerpos” que puedan utilizar con un fin terapéutico.
El plasma de los pacientes recuperados
Las personas que se han recuperado de la covid-19 desarrollan anticuerpos en la sangre, “una especie de defensas naturales contra la enfermedad”, puntualiza el infectólogo Carlos Quant. Entonces “el plasma de esta persona que ya tuvo la infección puede servir para combatir la infección en otra persona que esté en el periodo agudo de la infección”, continúa.
No obstante, el infectólogo aclara que la utilización del plasma de los pacientes recuperados es todavía algo “anecdótico”, porque “no hay un ensayo clínico” que avale esta práctica. Hasta el momento, “lo único que ha habido son estudios pequeños” en Estados Unidos, China o Costa Rica, donde se vio que los pacientes “respondían mejor” con la aplicación del plasma de recuperados.
“Estos estudios han demostrado un beneficio, aunque son pequeños hasta ahora. Esto no es una práctica nueva, es algo que ya se ha hecho con tres enfermedades infecciosas y que ahora se está ensayando con covid-19, con la esperanza de que aquellos pacientes que están en una condición grave puedan responder mejor con el plasma de personas que ya tuvieron la infección y que tienen niveles altos de anticuerpo”, explicó el doctor Quant, también despedido del Hospital Roberto Calderón por alertar sobre el avance de la pandemia en Nicaragua.
Tecnología y consentimiento informado
A criterio del doctor Orozco, Nicaragua tiene la capacidad para “hacer este tipo de preparados derivados de la sangre, hemoderivados como dicen algunos”. El especialista explica que ya existe “una gran inversión” en el Banco Sangre que creó la Cruz Roja Nicaragüense y que ahora pertenece al Minsa.
Sin embargo, Orozco alerta que, más allá de las capacidades técnicas del país para la extracción de plasma, se requiere el “consentimiento informado de la persona donante”. La sangre “es un tejido del organismo humano y quién solicita eso tiene que informar al donante para qué fines está recogiendo la muestra”, destaca el exdirector ejecutivo del CIES.
Hasta para una encuesta científica en salud “es necesario que la persona que va a ser entrevistada consienta el uso que se le va a dar a la información, además de que se le asegure completo anonimato... Esos son los protocolos de Núremberg, pero aquí parece que andan recogiendo felizmente y como además la gente (de su militancia) es disciplinada, no preguntan ni dicen nada”, afirma.
El código de ética médica de Núremberg, publicado en agosto de 1947, reúne una serie de principios que rigen la experimentación con seres humanos, que se derivó de los juicios de Núremberg, tras concluir la Segunda Guerra Mundial, respondiendo a las preocupaciones por el tratamiento inhumano contra prisioneros judíos en los campos de concentración de la Alemania nazi.
La promesa del Interferón cubano
Cuando la covid-19 llegó a Nicaragua, el Gobierno de Daniel Ortega promovió el Interferón Alfa 2B como panacea. Un avión de la línea aérea venezolana Conviasa, proveniente de Cuba, aterrizó el 11 de abril en Managua con 8000
dosis del fármaco cubano.
El antiviral cubano Interferón Alfa 2B, sin embargo, no es ninguna cura para el coronavirus, como se ha promovido. El medicamento ha sido usado en personas con covid-19, pero en realidad es un tratamiento antiviral, cuyo impacto aún es evaluado y se desconocen los efectos secundarios que pudiera generar.
El interferón “es una molécula que los seres humanos producimos” ante los ataques virales, explicó el doctor Quant, a CONFIDENCIAL, en abril pasado. Esta molécula es una defensa natural del sistema inmunológico que tiene un
“efecto de inhibición de los virus, un efecto antiviral”, agregó Quant. Pero el nuevo coronavirus, en lugar de inducir la producción de interferones, la disminuye. Por lo que administrar Interferón Alfa 2B pareciera una solución
para combatir la enfermedad, aunque de forma experimental.
Después de que aquel vuelo proveniente de Cuba aterrizara en Managua, el hepatólogo Edward Mena, quien lleva años trabajando con esta sustancia en Estados Unidos, advirtió que el Interferón no ayudaría “en nada” a los pacientes enfermos por el nuevo coronavirus. Tres meses después, el Gobierno también calla sobre los resultados del uso de ese fármaco y, ahora, con el mismo hermetismo recolecta muestras de sangre entre pacientes recuperados de covid-19.
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