Para Mario Gadea la imagen de la Virgen de La Merced que el lunes fue cargada en peregrinación por las calles de Matagalpa, era una protección divina para hacer lo que se le ha prohibido a fuerza de balas a los habitantes de esta ciudad del norte de Nicaragua: manifestar abiertamente su rechazo al régimen que encabeza Daniel Ortega.
Gadea, de 32 años y profesor de Turismo, se reunió junto a miles de sus vecinos en el atrio de la Catedral de Matagalpa, a la espera de la homilía que ofrecería monseñor Rolando Álvarez y la peregrinación convocada por este obispo, una de las voces más beligerantes de la Iglesia durante la crisis política que ha dejado ya más de 320 muertos, según el recuento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Desde tempranas horas de la mañana, la gente comenzó a reunirse en las cercanías de Catedral cargando banderas de la Iglesia, y como un símbolo de resistencia también llevaban la subversiva bandera azul y blanco, perseguida por el régimen.
Junto a Gadea, una pareja de jóvenes sacaban de sus mochilas globos de colores azul y blanco que comenzaron a inflar para repartir entre los asistentes, mientras algunas muchachas se amarraban al cuello la bandera de Nicaragua, conscientes de que aquí, en estas escalinatas sagradas, no serían atacadas por algún fanático del régimen.
El alivio vivido por los vecinos de esta fresca ciudad productora de café era palpable. El régimen ha querido imponer una normalidad de fantasía en la ciudad, que se ha encerrado a cal y canto cuando el alcalde local Sadrach Zeledón convocó a fiestas patronales, festivales gastronómicos y desfiles de estudiantes. La respuesta de la gente fue vaciar las calles, pero el lunes reaccionaron de forma diferente a la convocatoria del obispo Álvarez: no solo colmaron Catedral, sino que peregrinaron por toda la ciudad.
El obispo Álvarez encabeza La peregrinación en Matagalpa. Las calles del centro de la ciudad están colmadas. pic.twitter.com/8H2SkAD5oo
— Carlos S. Maldonado (@CSMaldonado) 24 de septiembre de 2018
“Obispo amigo, el pueblo está contigo”
“Sigue la represión, nos siguen matando, por eso hoy junto con la Iglesia le pedimos a Dios que nos traiga la paz y que salve a Nicaragua”, dijo Gadea mientras esperaba que iniciara la homilía de Álvarez, el obispo tan querido en esta ciudad y que se ha ganado una enorme admiración en todo el país, después de demostrar su valentía al organizar una peregrinación en Sébaco. La imagen de Álvarez al recorrer las calles del municipio con el Santísimo alzado, mientras las huestes de Ortega atacaban a la población a balazos, le dio la vuelta al mundo. Al religioso también se le ha visto bailando y en pleno apogeo de los tranques, espetando a un camionero tico que enfurecido le exigió que se levantaran las barricadas: “¡Respete la patria!”, le reclamó el cura.
El lunes, cuando Álvarez ingresó a Catedral escoltado por los párrocos de todo el departamento, la gente lo ovacionó. La mañana era hermosa: el cielo de un azul clarísimo, corrientes de aire fresco cruzaban las calles aliviando el calor y las montañas parecían haberse engalanado con un verdor de acuarela, como se engalanaron las señoras que llegaron a Catedral vestidas de domingo. “¡Obispo, amigo, el pueblo está contigo!”, le gritaba la multitud a Álvarez, quien forma parte de los obispos mediadores en el Diálogo Nacional, las negociaciones para encontrar una salida a la crisis que han sido boicoteadas por los delegados de Ortega.
Para Mario Gadea, el ingreso de Álvarez al templo estaba cargado de simbolismo. “Los obispos son la cabeza de la Iglesia, la están dirigiendo del lado del pueblo. La Iglesia es nuestra guía espiritual, guía a su pueblo, ha apoyado, porque sabe que Nicaragua merece la paz”, dijo.
Antes de abril pocos habrían previsto el rol que ha jugado la Iglesia en Nicaragua. Los templos se han convertido en centros médicos improvisados para atender a los heridos por la brutal represión de Ortega. Los muros blancos de esta Catedral de Matagalpa fueron el resguardo de decenas de manifestantes que huían del horror desatado por Zeledón en esta ciudad. Al alcalde se le señala de encabezar la represión. Ha habido iglesias que han sido asediadas y atacadas a balazos por grupos armados irregulares leales al régimen, mientras que sacerdotes han recibido golpizas por fanáticos de Ortega. Del odio promovido desde El Carmen no se han salvado los obispos ni el representante del Papa en Nicaragua, el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, quienes fueron atacados por una turba enardecida cuando intentaban mediar en Diriamba. Esa valentía ha hecho que incluso no creyentes se sumen al respaldo a la Iglesia en su papel como mediadora de la crisis.
“Dios da la cara por nosotros”
En su homilía del lunes, Álvarez se refirió a esos ataques en un sermón sobre las tentaciones de Cristo, aludiendo a la difícil realidad que sufre Nicaragua. “Yo les imploro que no cedamos la paz, que no se turbe nuestro corazón. Confiemos en Dios. Él es nuestro pedernal. Es nuestra piedra, donde tropiezan y caen los que nos quieren hacer mal y poner trampas. Dios da la cara por nosotros”, dijo el obispo frente a una auditorio que tronó en un aplauso ensordecedor.
El lunes fue una jornada de alivio para los vecinos de Matagalpa. Aunque monseñor Álvarez descartó que esta convocatoria tuviera algún fin político, para centenares de habitantes significaba, además del regocijo religioso, la posibilidad de retar al odio, de expresar su repudio tras semanas de acoso y encierro.
Miles se unen a la peregrinación en Matagalpa. pic.twitter.com/DoX6VVJqj4
— Carlos S. Maldonado (@CSMaldonado) 24 de septiembre de 2018
No había consignas políticas en la peregrinación que avanzó con cantos a la Virgen por las calles estrechas de esta ciudad enlutada, pero la resistencia se veía en la pancarta de una mujer que avanzaba en silencio, el rostro cubierto y el mensaje claro: “¡Por nuestros presos, por nuestros muertos, juramos defender la Patria! ¡Patria libre para vivir!”. O en los muchachos que amarraron en sus mochilas las tan repudiadas chimbombas de colores azul y blanco. O la bandera nacional atada a la par de la de la Iglesia. O en las señoras que marchaban con sus pañoletas atadas al cuello, los colores de la iglesia en esas pañoletas, pero una subversiva paloma de la paz de color azul bordada en la orilla blanca del pañuelo.
“El pueblo de Matagalpa ha salido a las calles a apoyar a la Iglesia”, dijo Mario Gadea visiblemente conmovido. Marchaba despacio, apretujado entre el gentío –creyentes, evangélicos, no religiosos–, que siguiendo a la Virgen pasó por el cuartel de la Policía, por las oficinas de la Secretaría del Frente Sandinista y por la Alcaldía. “Esta es la forma de poder salir sabiendo que la virgen de La Merced es la patrona que nos cobija, pero también con la bandera azul y blanco para hacer una forma de protesta”, aseguró el joven.
Monseñor Álvarez: “No hay que tener miedo”
- “Los empresarios y todos los nicaragüenses no debemos tener miedo, porque el miedo paraliza”
Tras la homilía del lunes, monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, consultado por Confidencial reaccionó a las amenazas de Daniel Ortega contra la empresa privada. Ortega advirtió a los empresarios el sábado en un mitin frente a miles de sus simpatizantes que les echaría a la Policía a aquellos empresarios que se sumaran a la convocatoria de un nuevo paro nacional.
“Los empresarios y todos los nicaragüenses no debemos tener miedo, porque el miedo paraliza”, dijo Álvarez, quien agregó que desde la Iglesia “vamos a seguir proponiendo una cultura de paz, de diálogo y de derechos humanos, no vamos a dejar de insistir”.
El obispo también se refirió a la brutal represión desatada por las huestes de Daniel Ortega contar una manifestación que el domingo exigía en Managua la liberación de los presos del régimen. “Sigue siendo doloroso que la familia nicaragüense continúe experimentando en carne propia el sufrimiento de ver partir a un ser querido”, afirmó. El religioso aseguró que la única salida pacífica a la crisis es la reanudación del Diálogo Nacional, estancado por Ortega.
“Estamos siempre como mediadores y testigos dispuestos a convocar y reactivar el Diálogo, (cuando) las partes se pongan de acuerdo y cuando hayan condiciones. Estamos siempre en la disposición de que se continúe dialogando porque ese es el único camino para encontrar una solución cívica”, explicó Álvarez.
Sobre los ataques de los fanáticos del régimen contra la Iglesia y sus sacerdotes, Álvarez dijo que “le pedimos al Señor que nos dé la gracia que él mantuvo en la Cruz, porque no nos estamos defendiendo. Ahí siguen las injurias, todo tipo de calumnias, pero el Señor nos defiende”.